Dios salve la colección de discos de la Reina Madre
Por: Lucas Arraut
Los gustos musicales de la Reina Madre han sido revelados. Y no han dejado indiferentes a un puñado de periodistas del Reino Unido, que desde el domingo se entretiene tratando de redibujar la personalidad de una de sus figuras públicas más queridas. Para algunos, el eclecticismo que se desprende de la discoteca particular de Elizabeth Bowes-Lyon sugiere una excentricidad y una complejidad psicológica merecedoras de revisar los libros de historia.
Entre los casi cien discos que guardaba en su refugio vacacional en el Castillo de Mey, en la costa norte de Escocia, se mezclan percusionistas caribeños, cantos tiroleses interpretados por un vaquero canadiense, La vie en rose, de Edith Piaf, discursos de guerra de Winston Churchill, piezas interpretadas con laúd, algunos musicales (Oklahoma! y el muy conveniente El rey y yo), grabaciones cómicas (de Peter Sellers y humoristas de la BBC, que aseguran que disfrutaba en compañía del príncipe Carlos), actuaciones de su gran amigo el dramaturgo Noël Coward o una sorprendente copia de Graceland, el disco en solitario que Paul Simon grabó en Sudáfrica en 1986 en el que fusionó pop con ritmos africanos y que globalizó el concepto world beat.
Es una de las pocas referencias en la colección posterior a los años cuarenta. Más que un guiño a los tentáculos de la Commonwealth, quién sabe si un regalo de alguno de sus nietos. Según algunos historiadores, la Reina Madre no era particularmente fan de la música pop. Salvo excepciones, como el éxito de 1967 de la banda de Liverpool The Scaffold llamado Thank u very much. La canción contiene el verso "Thank you very much for our gracious team" (traducible como "Muchas gracias por nuestro agraciado equipo"), que ella gustaba confundir con "Thank you very much for our gracious queen" ("Muchas gracias por nuestra agraciada reina"). Así se las gastaba la monarca.
En cambio, sí era gran seguidora del folk escocés. Al menos, más que de los compositores clásicos ingleses. La cantante de Mirk, un combo folclórico que actuó en su 80º aniversario, recuerda en The Daily Mail los vastos conocimientos de la Reina Madre en la materia y cómo, además, “le gustaba mucho la fiesta y el baile”. “Era una excelente anfitriona, con un sentido del humor perverso”.
En sus múltiples viajes por el mundo durante los años sesenta se dejó seducir por sonidos prácticamente desconocidos entonces en Europa. Entre lo más revelador, recuerda su biógrafo oficial, William Shawcross, el interés que mostró por el ska al visitar Jamaica, donde Noël Coward tenía una casa que la monarca frecuentaba. Según algunas fuentes, la Reina Madre se hizo muy aficionada de este sonido precursor del reggae.
La fascinación de la prensa británica por conocer los gustos de sus personalidades públicas no es nueva, y no sorprende de un país con semejante tradición musical. Lo llamativo es la facilidad con la que han alcanzado los titulares en los últimos años. En las pasadas elecciones generales, que Gordon Brown se declarara fan de Lady Gaga o Cheryl Cole, y Cameron alabara a Morrisey y la canción Eton Rifles, de The Jam, generó una gran convulsión en parte del electorado laborista, que se sintió desorientado y huérfano de referencias. Aunque no más que Paul Weller, autor del tema favorito del candidato conservador: "¿Este tipo es idiota?", declaró. “Seguramente piensa que el tema lo escribí para él y sus colegas de colegio de pago".
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