De momento pongo sólo una selección de retratos regios y aristocráticos. Más adelante incluiré algunos más, así como varios retratos de atribución discutida.Todas las imágenes remiten a las páginas de las que han sido tomadas (a través de la dirección url quiero decir), lo digo por si alguien quiere más datos sobre la vida y la obra de Carreño, pues yo he sintetizado un poco la información que he encontrado, para no aburrir.
RETRATOS DE LA FAMILIA REAL
Archiduquesa Mariana, Reina de España, como viuda (ca. 1665). Museo de Historia del Arte, Viena. La fecha la da el propio museo, pero teniendo en cuenta que Carreño accedió a la dignidad de Pintor del Rey en 1669 supongo que esa fecha es más probable. Martínez del Mazo, el yerno de Velázquez, ya había retratado a la Regente con las tocas de viuda, pero serán los retratos de Carreño los que consagren esta imagen de la Reina.
La Reina Doña Mariana de Austria (1669/1675). Museo del Prado, Madrid. Este retrato introduce una gran novedad en cuanto a la forma de representar a las damas de la realeza. La Reina aparece sentada en su bufete, con papel y tinta, como si la hubieran interrumpido mientras atendía los asuntos de Estado. Mediante esta imagen inusual se pretendía reforzar y la posición de la Reina como Regente y Gobernadora de la monarquía hispánica. También es de notar la localización de la escena, en el Salón de los Espejos del Real Alcázar; las consolas sostenidas por leones apoyados en globos terráqueos y los espejos abrazados por águilas se convertirán a partir de ahora en motivos iconográficos usados de forma insistente por Carreño, especialmente en los retratos del Rey Carlos.
Carlos II (ca. 1670). Fundación Lázaro Galdiano, Madrid. Este retrato resulta conmovedor en su patetismo, pues realmente muestra sin ambages un niño enfermo y débil de palidez cadavérica y expresión, más que grave, triste y sombría.
Carlos II (1675, algunos autores retrasan la fecha a 1671). Museo del Prado, Madrid. Aquí está el
modelo iconográfico antes citado, que fue luego ampliamente utilizado tanto por el propio Carreño como por otros pintores.
Carlos II como Gran Maestre del Toisón de Oro (1677). Colección Harrach, Rohrau, Austria. Sobre el
modelo anterior el Rey es ahora representado con toda la pompa del Toisón, que no consigue ocultar, sin embargo (tampoco Carreño lo prentende), ocultar la debilidad a todos los niveles del monarca. La soberanía del personaje se ve reforzada por la corona real y el cetro.
Don Juan José de Austria (ca. 1678). Algunas fuentes sitúan este lienzo en Berlín, y otras en Budapest. Sorprende quizá el gesto cansado y algo triste del orgulloso bastardo real, ya en el ocaso de su vida.
Carlos II (ca. 1680). Museo del Prado, Madrid. El Rey aparece ya en edad adulta, con unos 19 años, sus rasgos deformes se han acentuado, y su mirada está aún más apagada que antes.
Carlos II con armadura (1681). Casa-Museo de El Greco, Toledo (propiedad del Prado). Ni el ampuloso ropaje del Toisón ocultó antes la decadencia de la estirpe real ni la armadura y los atavíos militares lo hacen ahora. Comparado con otros retratos de sus antepasados con armadura, la estampa del último Austria resulta patética. Me llama la atención la ficción que supone situar la escena en el ya mencionado Salón de los Espejos del Alcázar madrileño (nótense las consolas ya vistas), y mostrar a través del balcón nada menos que una batalla naval…
Doña María Luisa de Orléans (ca. 1683). Monasterio de Guadalupe, Cáceres. Tampoco este retrato lo he conseguido en color ni con mayor calidad. En la red hay al menos otros dos similares que muestran a la Reina y que se atribuyen, no sé con qué fundamento, a Carreño. Los pondré al hablar de las atribuciones dudosas que se le han hecho al pintor.
El Rey Carlos II de España (ca. 1685). Museo de Historia del Arte, Viena. El Kunsthistorisches Museum lo atribuye sin duda a Carreño, aunque a mí, que no prentendo saber más que sus expertos en Arte, me asaltan dudas.
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"Buscad la Belleza, es la única protesta que
merece la pena en este asqueroso mundo"
(R. Trecet)
y de familia leal donde las haya. 
