Foro DINASTÍAS | La Realeza a Través de los Siglos.

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 Asunto: JENNIE JEROME
NotaPublicado: 09 Jun 2009 17:58 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Es una de mis debilidades, al mismo nivel que las trufas de chocolate...así que no podía dejar de abrirle un espacio a esta mujer irresistible.

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Hoy en día, Jennie Jerome es básicamente mencionada como la madre del mayor estadista del siglo XX: Sir Winston Churchill. Pero, en su época, Jennie alcanzó una gran celebridad por sí misma, a cuenta de una biografía apasionante que incluyó tres maridos y nada menos que doscientos amantes si hemos de tomarnos en serio al novelista norirlandés George Moore. Al igual que Roy Jenkins, el magnífico biógrafo de Winston Churchill, pienso que hay que coger con pinzas esa afirmación tan rotunda de George Moore. Doscientos amantes es, y bien lo ha señalado Jenkins, una cifra sospechosamente redonda.

Sin embargo, el mero hecho de que se consolidase el mito de que Jennie había otorgado sus favores a doscientos hombres, tiene su relevancia. Permite hacerse una idea muy clara de la imagen general que se habían hecho de ella sus coetáneos. Indudablemente, la consideraban muy seductora. También la consideraban capaz de vivir su sexualidad de forma intensa, sin sentirse coartada en absoluto.


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NotaPublicado: 09 Jun 2009 18:12 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Todo empezó en América...

En realidad, todo empezó en un día frío y ventoso: el 9 de enero de 1854. Y empezó, por añadidura, en una casa construída con ladrillo rojo que ostentaba, entonces, el número 8 de Amity Street, Brooklyn. Preciso es resaltar que, por esa época, Brooklyn aún no pertenecía a Nueva York. Nueva York se expandía vertiginosamente, pero Brooklyn permanecía en sus aledaños mostrando la forma de una ciudad residencial, orgullosa de sus bonitas casas con jardines privados y de sus parques.

El 9 de enero de 1854, en el 8 de Amity Street, una mujer dió a luz. La mujer se llamaba Clarissa "Clara" Hall Jerome. Su apellido de nacimiento era Hall, pero había adquirido el Jerome al contraer matrimonio en 1849 con Leonard Walter Jerome. Los dos tuvieron a su primera hija, bautizada Clara y conocida por el diminutivo Clarita, en 1851. Es de suponer que durante el segundo embarazo los esposos hubiesen confiado en que les llegase un varón. Pero lo que llegó fue otra niña, a la que se impuso el nombre de Jeannette. Paradójicamente, a Jeannette siempre se la denominó Jennie y enseguida se rumoreó que el padre había deseado tener una Jennie en honor a una famosa cantante de ópera sueca por la cual bebía los vientos: Jenny Lind.

La bebé Jennie Jerome estaba destinada a transformarse, con el paso del tiempo, en una mujer tan célebre como Jenny Lind. Pero, evidentemente, tendrían que pasar largos años. Al principio, Jennie era tan solo la segunda hija de una pareja en pleno ascenso social, conformada por un hombre con indudable talento para prosperar en el ámbito financiero (aunque sus pasiones fuesen los caballos y la ópera...) y una mujer empeñada en adquirir el rango de gran "socialite". No hay mejor momento en el tema que éste para darle un repasito a los Jerome, Leonard y su Clara...


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NotaPublicado: 09 Jun 2009 20:22 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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En 1710, un hugonote llamado Timothy Jerome decidió abandonar su Francia natal. Su religión le ponía en una situación apurada, así que prefirió largarse a la isla de Wight, en Inglaterra. Allí no le íba mal, pero tampoco encontró buenas oportunidades de prosperar. Al cabo de siete años, se arriesgó más: invirtió cuánto tenía, hasta el último penique, en un pasaje de barco rumbo a Connecticut, en la coste oeste de los actuales USA.

Timothy se estableció en Wallingford, Connecticut. Se casó con una moza prudente y sensata llamada Abigail, con la que tendría diez retoños mientras íba acrecentando sus propiedades. Para cuando le llegó la hora de morir, se le tenía por un hacendado bastante rico. Pero había muchos hijos...de los que algunos deberían buscarse su propio camino hacia la fortuna. Uno de los chicos, el joven Samuel, lo intentó primero en Massachusetts y posteriormente en Onondago County, cerca de Nueva York. Samuel se casó con Lucy Foster, quien no le andaba a la zaga a su suegra Abigail en cuanto a fertilidad. Uno de sus hijos se llamó Aaron Jerome.

Aaron Jerome, nieto de Timothy, hijo de Samuel, se casó a su vez con Elizabeth "Betsy" Ball. Entre su progenie, figura Isaac Jerome, mozo fornido que tomaría por esposa a Aurora Murray, de ascendencia escocesa. Isaac y Aurora se transformaron en orgullosos propietarios de una granja rodeada de abundante terreno en Pompey Hill, no demasiado lejos de la ciudad de Syracuse, situada al oeste del estado de Nueva York. Y, para no variar, aseguraron el relevo generacional con nada menos que diez hijos, nueve varones y una fémina. Puestos a presuponer, la chica (Mary) debió sentirse un poquito sola rodeada de nueve hermanos.

Pues bien: entre esos hermanos, figuran cuatro que nos interesan aquí. Son Aaron (el primogénito), Addison, Lawrence y Leonard, que es "nuestro Leonard". Es fácil comprender que, ante una familia tan amplia, se esperaba que cada uno de los varones contribuyese al bienestar económico desde temprana edad, pero también que los mayores fuesen colocándose para, a continuación, favorecer la colocación de los menores. Si algo tenían en abundancia los Jerome era una aguda conciencia de formar un "clan". Padres, hijos, hermanos, tíos y primos conformaban una red de asistencia mútua, que, de hecho, les convenía a todos.

El pequeño Leonard Jerome creció imbuído de esos principios. Chiquillo aún, trabajaba con empeño en la granja...y complementaba los ingresos con un empleo "a tiempo parcial" en una tienda de la localidad. Sus hermanos mayores asistían a clases de leyes en la magnífica universidad de Princeton, tutelados de cerca por un hermano abogado de Isaac, Hiram Jerome. Los menores sabían que, a su momento, seguirían un camino similar. Y, efectivamente, ya adolescentes, Lawrence y Leonard fueron inscritos en cursos de derecho de la Union College de Schenectady, más asequible económicamente que Princeton. Después, al graduarse, a Lawrence y Leonard les tocaba pasarse dos años ejerciendo de "pasantes" en el bufete que el tío Hiram Jerome había montado en Rochester.

En conclusión: los Jerome eran gente honrada, trabajadora y con aspiraciones. Se podría decir que ejemplificaban la ética protestante del trabajo que preconizó Max Weber. En la generación de Lawrence y Leonard, sin embargo, demostrarían que también podían ser emprendedores, osados e incluso temerarios en el ámbito financiero, pero que, además, la vieja pauta de mantener una apacible y discreta vida doméstica podía romperse.

Lawrence fue el primero en cortejar a una señorita en Rochester. La muchacha en cuestión se llamaba Catherine Hall. Era la mayor de las tres hijas de un rico terrateniente y destacado prohombre del estado, Ambrose Hall, y de la esposa de éste, Clarissa Wilcox. Desdichadamente, Ambrose y su Clarissa habían muerto, con pocas semanas de diferencia, cuando sus hijas Catherine, Caroline y Clara (diminutivo de Clarissa) eran muy pequeñitas. Un repertorio de parientes Hall se encargaron de criar a aquellas chiquillas que contaban con sólida posición económica. No hubo nubes en su adolescencia, pero se sentían ligeramente agobiadas por los viejos rumores acerca de la abuela materna, Anna Baker, que se había casado con David Wilcox. Se decía que Anna Baker había sido el producto de la violación de una blanca por parte de un indio iroqués. La leyenda perduraría en el tiempo, a pesar de la falta de pruebas e incluso del hecho de que es bastante improbable que un iroqués asaltase a una chica en Nova Scotia.

Catherine, Caroline y Clara tenían dinero, así como conexiones familiares interesantes, por el lado paterno; las historias que flotaban en el aire sobre los ancestros maternos no pesaban mucho en la balanza de la aprobación social, aunque a ellas las molestasen. Cuando Lawrence Jerome se casó con Catherine Hall hizo una excelente boda. Y Leonard, el hermano de Lawrence, no tardó en cortejar a Clara, la hermana menor de Catherine. El enlace de Leonard y Clara se verificó en 1849.

Aquello fue un nuevo principio. Usando abundantemente el dinero de sus respectivas mujeres, Lawrence y Leonard montaron un periódico, el Daily American, en Rochester. Les fue bien: en un año, Leonard pudo devolver con creces el dinero que había utilizado a su mujer. Y entonces decidió que Rochester se le había quedado pequeña. Vendió su participación en el Daily American y, junto a Clara, se dirigió a Brooklyn. En una primera etapa, se instalaron en casa de Addison, uno de los hermanos mayores de Lawrence y Leonard. Poco a poco, Leonard se hizo una carrera financiera significativa que les permitiría comprar su casa de Amity. Allí se mudaron con su primera hija, Clarita, una rubia de ojos claros. Y allí nacería Jennie, una morena de rasgos exóticos.


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NotaPublicado: 09 Jun 2009 20:34 
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Después de Clarita y Jennie, aún nacerían dos niñas más. La tercera, Camille, es frecuentemente olvidada a la hora de citar a la progenie de los Jerome, porque murió en la infancia. Con sólo seis años, abandonó un mundo en el que por su tierna edad no dejó huella. La tercera fue Leonie Blanche.

Dada la creciente riqueza de Leonard, las niñas Jerome se criaron en un entorno esplendoroso. Leonard no sólo quería incrementar su patrimonio, sino también convertirse en uno de los millonarios integrantes de la buena sociedad neoyorquina. Su esposa Clara estaba también predispuesta a jugar un rol significativo en sociedad. Los dos se entretenían cimentando sus respectivas posiciones, mientras las nannies se hacían cargo de Clarita, Jennie y Leonie. Para ellas, los otoños e inviernos eran magníficos en Manhattan. En estaciones cálidas, se acostumbraron a ir a Newport, tradicional resort de los muy ricos y prestigiosos.

Al margen de la prosperidad evidente, el matrimonio Jerome no funcionaba. Mientras amasaba a base de especulaciones inteligentes su fortuna, que le valdría el sobrenombre de Rey de Wall Street, Leonard reveló una intensa pasión hacia el mundo de la equitación...y hacia la ópera, lo que incluía a jóvenes y atractivas cantantes que buscaban triunfar. Posteriormente, se atribuiría a Leonard Jerome la paternidad de una chiquilla que también llegaría a ser una figura del bel canto, Minnie Hauk.

Por otro lado, las actividades amatorias de Jerome eran de dominio público: a principios de la década de 1860, cuando su esposa afrontaba la muerte de su tercera hija Camille, él iniciaba una aventura apasionada con la atractiva Fanny Ronalds, esposa divorciada del millonario Pierre Lorillard Ronalds y a la vez cantante amateur. Clara llegó a hartarse de las aventuras extraconyugales de Leonard. Y en 1867 decidió que ya tenía más que suficiente de humillaciones. De repente, informó a su marido de que pretendía establecerse con las tres chicas en París, Francia. La fastuosa sociedad del II Imperio la atraía con la fuerza de un imán a un pedacito de hierro; quería codearse con la realeza y la aristocracia, en una capital que pasaba por ser la más entretenida de Europa...


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NotaPublicado: 09 Jun 2009 20:38 
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Un break para una foto de Jennie...que demasiado texto cansa, jajaja.

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Por supuesto, esa no es la Jennie que llegó a París con quince añitos. Leonard Jerome había dado carte blanche a su mujer, Clara. Y había acompañado a Clara y a las chicas hasta París, para asegurarse de que quedasen magníficamente instaladas en uno de los mejores quartiers de la capital del Sena. A partir de ahí, sería Clara la que, con gran empeño, se buscaría conexiones sociales de relieve, para su beneficio, pero pensando también en el eventual beneficio que obtendrían sus hijas Clarita, Jennie y Leonie.


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NotaPublicado: 09 Jun 2009 20:45 
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Bravo Minnie, este foro de la Aristocracia cada día más animado. Me encanta. (wink)

Me edito para decir que está apasionante, espero que está pequeña apreciación por mi parte no te detenga >:)

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NotaPublicado: 09 Jun 2009 21:53 
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Ubicación: Viña del Mar- Chile
Genial!! amo a Jennie!. Gracias por este tema


Ahora, dos cosillas

1)La dama de la primera foto no me parece que sea Jennie (es cosa de comnparar rostros. Jennie tenia cejas mas espesas y los labios un pelin mas carnosos), aunque si me consta que esta etiquetada en el NYPL con ese nombre (Esta pagina esta cometiendo los mismos problemas de identificacion que la bildstein)

2)Lei por ahi que la hermana de Jennie, de la cual no recuerdo el nombre, fue amante y amiga confidente de Arthur, duque de connaught, hasta incluso despues de la muerte de Louise Margaret, la cual le dio permiso a Arthur para mantener una relacion con ella. Es esto verdad?


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NotaPublicado: 11 Jun 2009 07:08 
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Katyusha...es muy probable que tengas razón con respecto a la foto. Lo cierto es que me surgen dudas leyéndote a tí...me gustaría que alguien pudiese aclarar definitivamente si existe un error en la identificación del personaje retratado, porque esa imagen en sí misma me encanta, jajaja ;)

Sí, Arthur duque de Connaught estuvo estrechamente vinculado a Leonie Jerome, la hermana menor de Jennie. Leonie estaba casada con un aristócrata irlandés, Sir John Leslie, segundo baronet Leslie, que era uno de los más importantes terratenientes irlandeses en el siglo XIX y principios del siglo XX. Fue un matrimonio bien avenido e incluso cálido, aunque la pasión inicial que les había llevado a casarse en contra del parecer de sus respectivas familias se había agotado tras los primeros años de unión.

No sé mucho acerca de la relación entre Arthur de Connaught y Leonie en el período anterior a la muerte de Louise Margaret, duquesa de Connaught, aunque Leonie era una invitada casi semanal en Clarence House, en Londres, y me consta que siempre pasaba las fiestas de Pentecostés a partir de 1898 en Bagshot Park, la mansión solariega de los duques en Surrey. Louise Margaret falleció de influenza y bronquitis, si no recuerdo mal, en 1917. A partir de entonces, durante nada menos que veinticinco años, Leonie Jerome Leslie fue, por así decirlo, la amiga íntima favorita del duque Arthur, pero no la única. Otras damas, por ejemplo lady Essex, formaban parte del entorno de amistades femeninas del duque. Cuando el viudo decidió comprarse una magnífica villa en Cap Ferrat, en el sur de Francia, no sólo Leonie Jerome tuvo el privilegio de escoger las cortinas, las alfombras y las telas de chintz para decorar los sillones o los divanes: también lady Essex disfrutó de lo lindo planificando los interiores de la casa. Otras damas, preferiblemente americanas, atrajeron a menudo el interés romántico de Arthur, lo que, en ocasiones, produjo enfado y resquemor en Leonie...

El tema es muy interesante, así que trataré de tirar del hilo para averiguar más detalles sustanciosos ;)


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NotaPublicado: 11 Jun 2009 15:55 
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Minnie, eres una caja de sorpresas!!!!
sigue por favor, que me voy a quedar sin uñas :D :D


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NotaPublicado: 14 Jun 2009 07:35 
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Venga, vamos a retomarlo que no quiero yo por nada del mundo que Carmela se roa las uñas, jajajaja.

Estábamos en 1867. Clara Hall Jerome, que recordaba con añoranza varios viajes realizados a Europa desde su matrimonio y estaba ya harta de la forma de vida de su marido, decide instalarse en París, capital del muy fascinante II Imperio. Leonard Jerome no plantea objeciones a los deseos de su mujer. Los dos embarcan rumbo a Francia, con las tres chicas (Clarita, Jennie y Leonie), así como con la señora que suele encargarse de ellas, Dobbie. Leonard cumple su papel de esposo y padre, pues no se decide a regresar a Nueva York hasta no haberlas dejado a todas apropiadamente instaladas.

Un gran apartamento magníficamente acondicionado les servirá de hogar provisional. Está situado en el destacado distrito octavo, en concreto en el Boulevard Maleshersbes, a tiro de piedra de la Plaza de la Madeleine. Leonard se ha tomado la molestia de pedirle al embajador americano en París, Elihu Washburn, que facilite las cosas a su esposa mientras ésta resida en la ciudad con las muchachas. Washburn no tiene otro remedio que asumir el hecho de que, en parte, su trabajo incluye abrir las puertas de una rutilante vida social a los americanos con los riñones forrados de dólares que deciden instalarse allí.

Se da la circunstancia de que es el año de la gran Exposición Universal de París. Su inauguración se produce el 1 de abril, su clausura se producirá el 31 de octubre, por tanto son casi siete meses plagados de eventos que giran en torno a aquella prodigiosa exposición cuyo recinto se ha elevado, en los años precedentes, en los Campos de Marte. Los sones rimbombantes de L' Hymne à Napoléon III et à son vaillant peuple, himno oficial de la exposición compuesto por Rossini, acogen la llegada, a lo largo de los meses, de prácticamente toda la realeza europea: acude la reina María Pía de Portugal, nacida princesa de Saboya; el rey Leopold II de Bélgica se persona con su esposa Marie Henriette, mientras que, en otro momento, aparecerán en escena el hermano del monarca, Philippe conde de Flandes, con su mujer Marie de Hohenzollern-Sigmarigen; el príncipe Bertie de Gales representa a la reina Victoria; el príncipe heredero Óscar de Suecia, futuro Óscar II, no falta a la cita; Ludwig II de Baviera, el rey cisne, también se dirige a París; el zar Alexander II de Rusia estará en la ciudad, suscitando una enorme curiosidad, al igual que el rey Wilhelm de Prusia, etc. Semejante concentración de testas coronadas es un sueño idílico para Clara Hall Jerome, que ha conseguido ya para entonces acceso a las Tuilleries, la corte de Napoleón III y su Eugenie, gracias a los buenos oficios de Elihu Washburn.

París aparece, pues, más glamuroso que nunca...


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NotaPublicado: 14 Jun 2009 07:54 
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Con ese arranque espectacular, Clara Hall Jerome no tarda en encontrarse en una magnífica posición. La alta sociedad parisina la ha acogido con agrado: es "la belle americaine", lo que significa que tiene suficiente elegancia unida a una notable fortuna. Ella despierta simpatía, mientras sus jóvenes hijas atraen un gran interés. Las muchachas se acostumbran a pasear, a pie, en caballo o en calesín, por el Bois de Boulogne, luciendo bonitos sombreros con sus trajes de alta costura. Clarita, una rubia de ojos azules, sorprende por su hermosura. Pero también hay algo muy sugerente en Jennie, con sus cabellos oscuros. Leonie todavía es una chiquilla.

Clara despliega una enorme actividad dirigida a presentar en la corte oficialmente a su hija Clarita a principios de 1870. Un baile de gala en las Tuilleries servirá de ocasión para el debut de Clarita, para quien se prepara un traje magnífico. Las hermanas menores, Jennie y Leonie, se quedan en casa, que ya no es el apartamento del Boulevard Malesherbes porque recientemente se han mudado a una casa más distinguida todavía en el Boulevard Hausmann. No pueden pegar ojo, así que chismorrean alegremente mientras aguardan el retorno de su madre y su hermana, de las que esperan una completísima descripción del baile en las Tuilleries. Clarita vuelve entusiasmada...y no las decepciona en absoluto al describir la atmósfera grandiosa de la recepción palaciega. Jennie y Leonie siempre recordarán que la emperatriz Eugenie ha lucido, en esa ocasión, un suntuoso vestido de terciopelo verde, mientras adornaba sus rubios cabellos con una tiara de esmeraldas, diamantes y perlas.

Leonard Jerome visita a su familia casi de inmediato, llevándolas a todas a pasar unas "deliciosas semanas" en Niza. Está muy satisfecho con la habilidad social de su esposa Clara y con la pátina de refinamiento social con la que el París del II Imperio está recubriendo a sus guapas hijas. Clarita ya se ha presentado en sociedad. Nada menos que dos hombres se disputan sus favores: el marqués de Tamisier y el duque de Lescara. A Clara Hall no le satisface ninguno de ellos, pero es bueno que dos miembros de la aristocracia europea compitan entre sí por bailarle el agua a Clarita. Leonard se interesa por saber cuándo se presentará en la corte a su favorita, Jennie. Clara Hall espera poder hacerlo antes de que concluya 1870.

Todo parece miel sobre hojuelas, pero los acontecimientos están a punto de complicarse. Desde hace tiempo, el artero y taimado canciller de hierro prusiano, Otto von Bismarck, desea que surja un pretexto para disputarle la hegemonía continental a la Francia del II Imperio a través de una guerra. Y el pretexto surge, cuando los franceses se soliviantan por la presentación de un candidato netamente germánico para ocupar el vacante trono español: Leopold de Hohenzollern-Sigmarigen. Napoleón III y su Eugenia, española de orígen, habían acogido con generosidad a la reina depuesta de España, Isabel II, junto con toda la familia de ésta, en París. No les hace gracia que se pretenda reestablecer la monarquía, pero inaugurando dinastía, en Madrid. Pero, desde luego, el colmo de los colmos es que los prusianos estén promoviendo a aquel Leopold de Hohenzollern-Sigmarigen. La tensión diplomática va in crescendo...y desemboca en la ruptura de hostilidades.

El II Imperio está, probablemente, al borde del colapso. Clara Hall Jerome, muy preocupada por la situación, decide abandonar París con sus chicas. Se instalan, de momento, en Deauville. Allí se reunirá con ellas Leonard Jerome, que, a tenor de la valiosa información que recibe constantemente, sabe ya que los franceses, por decirlo en tono coloquial, lo llevan crudo frente a los beligerantes prusianos. Jerome decide que su mujer e hijas no pueden quedarse en suelo francés, porque se ha convertido en un lugar inseguro y peligroso. Deben cruzar, sin demora, el Canal de la Mancha, buscando asilo en Inglaterra.

Aquella fuga a Inglaterra no entraba dentro de las previsiones de Clara Hall Jerome, pero admite que pasarán meses hasta que puedan retornar a un París que quizá guarde poco parecido con el París del II Imperio. Leonard se ocupa de que queden establecidas en el Hotel Brown de Londres, un lugar decorosamente elegante en un estilo inequívocamente británico. No son las únicas recien llegadas: muchos franceses de postín, así como otros americanos "afrancesados", han tomado el mismo camino hacia Londres. De hecho, a medida que se consuma la derrota de Francia frente a Prusia, también Napoleón III, Eugenie y el príncipe imperial, único hijo de la pareja, han de exiliarse en Inglaterra...


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NotaPublicado: 14 Jun 2009 08:06 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Para gran desconsuelo de Clara Hall Jerome, han llegado a Londres "out of season". La temporada social ha finalizado, por lo que no pueden aprovecharla para introducirse en el círculo más selecto de la capital británica. Sin embargo, su amigo el duque de Persigny, uno de los notables del II Imperio que ha tenido que refugiarse en Londres, les ayuda a establecer buenos contactos. Enseguida se ponen al día respecto a los usos y costumbres de la gran sociedad inglesa. Su calendario empieza a señalar el ritmo de vida de las Jerome hasta llegar a 1873.

Leonard Jerome, consultado, está de acuerdo en que su esposa alquile una "villa" en la isla de Wight. Las "villas" de ciertas reminiscencias italianas han proliferado desde que el príncipe Albert, el difunto consorte de la reina Victoria, había diseñado, para su familia, el palacio de Osborne, en Wight. Villa Rosetta, la elegida por las Jerome, es una más entre otras que comparten un mismo estilo arquitectónico en aquellos parajes de ensueño con vistas al estuario del Solent. Desde allí, podrán mantener el ritmo trepidante de actos sociales que acompaña las tradicionales regatas en Cowes, tan queridas para los príncipes de Gales, Bertie y Alix. Ese año, además, Bertie y Alix están contentos porque sus invitados de honor en Cowes serán el zarevitch de Todas las Rusias, Alexander, y su esposa, María Feodorovna. Hecho revelador: María Feodorovna es la hermana favorita de Alix princesa de Gales.

El buque HMS Ariadne, fondeado en el Solent, será el lugar en el que los príncipes de Gales ofrezcan una magnífica fiesta a los príncipes herederos de Rusia. Las Jerome figuran entre el nutrido contingente de invitados. No lo saben, pero esa noche del 12 de agosto de 1873 alterará para siempre el curso de sus existencias...


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