La huérfana que llegó a la corte de Carlos III
Su nombre completo, María Teresa de Vallabriga, Rozas, Español y Drummond de Melfort. Su historia, la de una dama, que tras quedar huérfana con 13 años llegó a ser parte de la corte de Carlos III, a consecuencia de un matrimonio obligado con el infante don Luis, hermano menor del rey y primer contacto de Goya con la nobleza. Es, precisamente, ese singular contacto el que lleva su gesto y figura a varias telas, al menos cinco, del de Fuendetodos.
Un retrato en primer plano, que se conserva en la colección del empresario astur mexicano Juan Antonio Pérez Simón; uno de perfil, propiedad del Museo del Prado; otro de medio cuerpo, que guarda celosamente una pinacoteca de Munich; uno más ecuestre, que pertenece a las colecciones de la galería Uffizi, de Florencia, y un cuadro de conjunto, titulado 'Familia del infante don Luis', en el que el propio Goya aparece pintando. Se trata de una escena familiar nocturna, a la que el maestro da apariencia de cotidianidad con el esposo jugando a las cartas en solitario y ella dejándose peinar en el centro de la imagen.
Pudiera haber habido un sexto, pero, por motivos que se desconocen, Goya lo desdeño, pintando sobre él el primer retrato que se conoce de Jovellanos, el que custodia el Museo de Bellas Artes de Asturias. El cuadro que una vez sometido a análisis radiográfico arrojó luz sobre ese primer ensayo que Goya rechazó y que ahora se sabe pretendía ser representación de la joven a la que las estrategias de Carlos III por asegurarle el trono a su hijo, Carlos IV, la convirtieron en su cuñada.
Cuentan las crónicas que fue aquel rey (Carlos III) quien orquestó su casamiento para evitar que su hermano, el mencionado infante Luis de Borbon y Ferlosio o sus descendientes, le sucediera en el trono, al que tenían derecho, ya que Carlos IV había nacido y había sido formado en Nápoles, lo que incumplía la ley sucesoria de los Borbones. Ésta exigía al heredero cuna y educación españolas. Para saltarse esa norma, Carlos III buscó la fórmula que quebrara los derechos de su hermano y ésta pasaba por encontrarle esposa de poca alcurnia y lograr un matrimonio morganático. Aquel que se establece entre dos personas de rango social desigual y que hace perder todos los privilegios al cónyuge y los hijos.
Ahí aparece María Teresa. Nacida en Zaragoza en 1759 y enterrada en la cripta del Pilar 61 años después, era hija de un coronel del ejército y de una condesa viuda (de Torresecas). Fallecidos los dos, la joven se traslada de Aragón a Madrid, a casa de su tía la Marquesa de San Leonardo. En sus salones conoce al infante y el encuentro propicia la maniobra del monarca, que acaba en boda.
Convertidos Luis de Borbón y María Teresa de Vallabriga en esposos, algo que ocurre el 27 de junio de 1776 -tenía él 49 años y ella 16-, Carlos III logra su objetivo, que la joven que tanto retrató Goya no pudiera, al igual que sus hijos, obtener los títulos, privilegios y propiedades del noble. De hecho, en vida de don Luis, María Teresa nunca pudo ser llamada infanta. Sus tres descendientes, de los que la separaron a la muerte de su marido, ni siquiera llevaban el apellido del padre. Sería su hija, la famosa Condesa de Chinchón, de nombre también María Teresa, la que, al contraer matrimonio con el ministro Manuel Godoy, logra devolver el Borbón a sus hermanos y a ella, el título de infanta. Además, por orden de Godoy la mujer del cuadro de Jovellanos llega a recibir la condecoraron de la Real Orden de Damas Nobles de María Luisa y vuelve a reunirse con sus hijos.
Pese a todo, los textos reflejan que María Teresa de Vallabriga vivió feliz los nueve años que compartió con su esposo y sus hijos. Juntos vivieron en la pequeña corte que el infante estableció en la localidad madrileña de Boadilla del Monte. Su verdadero hogar. Los veranos los pasaban en su palacio de Arenas de San Pedro, en Ávila. Se cree que fue allí donde conoció a Goya, a quien le presentó el arquitecto Ventura Rodríguez. Gracias a ese encuentro, María Teresa quedó eternizada en sus lienzos.
http://www.elcomercio.es/v/20130120/cul ... 30120.html