Oleeeeeeeeeeee!!!!
Roberto es su nombre. Roberto Reverter, vizconde de Barcelona, hijo de Gelabert II, vasallo del conde de Barcelona.
A los 25 años se puso como mercenario a las órdenes de Alí Ibn Yusuf, emir de los almorávides, para combatir a los almohades en el norte de África. Llegaron a ser amigos íntimos y el emir lo nombró capitán de la
Hasham, las tropas cristianas a sueldo.
Reverter despreciaba cualquier táctica que supusiera permanecer a la defensiva, no había viajado al Atlas para encerrarse en un castillo, deseaba aventuras, correrías, rapiña y botín. Cobró fama de guerrero invulnerable, una fama fomentada conscientemente por él mismo con gestos casi suicidas, y su buena fortuna comenzó a ser legendaria. Para los almorávides Reverter era su principal baza en la campaña, para los almohades su peor enemigo. El pájaro blanco de corazón negro, lo llamaban.
Hacia 1126 muere su padre y el conde de Barcelona lo reclama a su lado para que tome posesión del vizcondado. Reverter tenía 36 años y durante un tiempo aguantó la vida sedentaria de la corte, odiándola cada minuto.
En 1135 Alí Ibn Yusuf le envió un mensajero ofreciéndole el mando en una nueva campaña y salió zumbando hacia el Atlas, llevándose a su hijo para que aprendiese las costumbres y lengua musulmana, encomendado el gobierno de sus propiedades a su sobrino Guillem de Saguardia.
En 1138, llegó un emisario del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, denunciando que su sobrino Guillem de Saguardia se ha sublevado contra él junto con sus hermanos. Puesto que Ramón Berenguer no dudaba de la lealtad del Vizconde, le pedía que regresara a sus dominios a poner en su sitio a sus sobrinos. Al llegar a Barcelona, Reverter renueva el pacto de vasallaje con su señor y acto seguido casa a su sobrino con su hija Dulce, de forma que su administrador empezará a cuidar bien de sus propiedades puesto que algún día serán herencia de su esposa.
Vuelve al sur, donde morirá en campaña hacia 1143, pasando de los cincuenta años, en circunstancias no del todo aclaradas.
Entre los cristianos no se entendían los motivos que llevaban a un noble y caballero a abandonar sus heredades para servir de mercenario entre los musulmanes, trabar íntima amistad con un emir y dejarse fascinar por la cultura islámica. De todas formas, como he dicho nadie dudó nunca de su lealtad hacia Barcelona. Considero que era una persona alejada de cualquier sectarismo religioso y eso lo coloca por encima de muchos de sus contemporáneos (y de los nuestros)
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.