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NotaPublicado: 08 May 2009 18:09 
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la cara del príncipe :lol:


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NotaPublicado: 08 May 2009 21:06 
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El Príncipe de Asturias inaugura el Salón del Automóvil de Barcelona

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NotaPublicado: 08 May 2009 21:08 
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(love)


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NotaPublicado: 08 May 2009 21:37 
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Todos los hombres se vuelven locos POR los coches...y yo me vuelvo loca CON el mio :? :lol:


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NotaPublicado: 08 May 2009 22:12 
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¿Con el coche o con el HO MBRE?:-D :-D


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NotaPublicado: 08 May 2009 23:09 
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legris escribió:
¿Con el coche o con el HO MBRE?:-D :-D

Jajajajaja...Con los dos: uno porque es MIO y otro porque NO lo es jajjajajaja
Es que odio conducir :oops: y amoooooo a mi Príncipe :lol:


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NotaPublicado: 09 May 2009 14:30 
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Os recomiendo un especial, del que adelanté algo ayer....Hasta que no tenga el permiso de Anabolena, que es la que lo ha escaneado, sólo puedo daros el link, porque a mi se me olvidó comprarlo....
Se trata de "DESCUBRIENDO A LETIZIA"(YO DONA")
Es un especial en el que se han dedicado esta mujer que escribe el blog, y una fotógrafa, a seguir a la Princesa durante un año, en su vida profesional...Recoge cosas muy interesatnes, y desmiente muchas otras...Habla del trato con la gente, de como se toma su trabajo, en fin....Os dejo el link, ahora está en la primera página jajja

http://members5.boardhost.com/Infanta/m ... 66268.html

Voy a intentar comprarlo, pero no sé si podré


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NotaPublicado: 09 May 2009 16:54 
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Al final no he conseguido la revista, pero para los curiosos de l físico de Doña Letizia voy a dejar esto : "Sus ojos, de un tono indefinido, entre el azul y el verde, miran y ven, actitud inusual entre los royal"


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NotaPublicado: 09 May 2009 20:54 
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Tengo permiso para poner los escaneos, pero para que ocupe menos, Angeles del Hispánico lo ha puesto en formato texto...Lo pondreé así para ocupar menos espacio

"UN AÑO CON LA PRINCESA LETlZlA

EL 22 DE MAYO SE CUMPLIRÁN CINCO AÑOS DESDE QUE LA PERIODISTA LETIZIA ORTIZ ROCASOLANO SE CONVIRTIERA EN PRINCESA DE ASTURIAS. EL ENORME APOYO DE SU MARIDO, EL NACIMIENTO DE SUS HIJAS, SU PROPIA FORTALEZA Y EL EMPEÑO POR CUMPLIR CON SU COMPROMISO DE SERVICIO HAN MARCADO ESTE TIEMPO.

UN EQUIPO DE YO DONA HA COMPARTIDO CON ELLA SU LABOR PROFESIONAL DE ESTOS ÚLTIMOS 12 MESES.

por CARMEN GALLARDO + fotos GLORIA RODRíGUEZ

Los motores del avión despegando de la cercana T 4 de Barajas matizaban los gritos de ¡¡Letizia, Letizia ... ! que le lanzaban alborotados los niños del colegio Gaudem. Era una mañana soleada de finales de abril y acudía a inaugurar un centro escolar enclavado en un barrio de bloques a medio construir y parcelas que aún esperan el paso de las excavadoras, situado en el Ensanche de Barajas. Doña Letizia llegó con el séquito de autoridades habitual a un centro concertado que se pretende modélico en la integración de niños y niñas sordos. Parecía especialmente implicada. Le gustaba lo que ya sabía del colegio, lo que le contaban sus responsables, lo que veía. y le gustaba, desde luego, acercarse a los críos, darles la mano y que le hablasen de sus cosas. No rompió con su visita la ni de las actividades de integración. Sólo al final, ya en el patio y como respuesta al griterío infantil, se produjo esa relación directa que siempre busca: «¿Os gusta?, ¿Estáis contentos?»

Con la despedida a los chicos y chicas del Gaudem ponía fin a su actividad pública numero 180 de los últimos 12 meses. Aquí, finalizaba también nuestro trabajo, el año compartido con la Princesa. Ha sido muy prolífico: visitas oficiales y de Estado, audiencias, inauguraciones, clausuras, conferencias, almuerzos, conciertos, cenas de gala, reuniones, funerales, actos con la Familia Real, tres viajes oficiales al extranjero: Polonia, México y Nueva York ... Detrás de todas y cada una de estas apariciones, que apenas permanecen unos minutos en la retina del público, hay muchas horas de estudio y preparación.

Pero su vida laboral no queda ahí, Doña Letizia mantiene otros encuentros en privado. Antes de Navidad, por ejemplo, acudió a un hospital madrileño para interesarse por los niños enfermos de cáncer. Aquella mañana que pasó con ellos y sus familias trascendió únicamente por la carta de agradecimiento que un padre envió a principios de enero a un diario de tirada nacional: «¿Para qué sirve?», escribía, «les diré una cosa: sólo por las lágrimas de emoción de mi hija mirando a la Princesa mientras ella bromeaba para hacerla sonreír, para disfrutar de su sonrisa cada vez más apagada, mientras se interesaba por sus dibujos, por la vida y sentimientos de mi niña, sólo por eso, les digo que el trabajo que realiza la Princesa merece la pena».

El próximo 22 de mayo se cumplirán cinco años desde que, enfundada en un traje de Pertegaz, salía de la catedral de la Almudena convertida en Princesa de Asturias, de Gerona y de Víana; Duquesa de Montblanc; Condesa de Cervera y Señora de Balaguer. Son los mismos años que un estudiante necesita para obtener una licenciatura universitaria. Ella no podía repetir curso. Ya ha asegurado la continuidad dinástica con dos hijas. No ha cometido excesos, aunque quizá no haya logrado algunas de sus preocupaciones: evitar ser juzgada como la persona que no es y que los 45 millones de españoles conozcan su trabajo. La Reina la apoyó y ayudó desde el principio, por supuesto; el engranaje de la Casa Real, también; sin embargo, Doña Sofía nació en un palacio y fue Princesa de España en una situación política que no admite comparación con la actual. Doña Letizia es Princesa de Asturias, la primera en los últimos 100 años. Su aprendizaje comenzó a principios de noviembre de 2003, al instalarse en el pabellón de invitados de la Zarzuela. Allí, desde el primer día, tomó su bloc y comenzó sus reuniones con todos los departamentos de la Casa. Tomaba notas. Aprendía, no sólo cuestiones de protocolo o estructura de la misma, sino la mejor manera de llevar a cabo el compromiso que adquirió junto al Príncipe en su primera declaración pública en las puertas de la vivienda que se convertiría en su hogar: «afronto ahora la etapa que iniciamos con responsabilidad, ilusión y con vocación de servicio a los españoles».

Cinco años y seis meses después mantiene intacto ese propósito. Su llegada a la Familia Real supuso un ligero reajuste de plantilla en la Secretaría del Príncipe. La sobriedad es norma de la Casa, repiten siempre. Con ellos decide y prepara el trabajo; las audiencias, por ejemplo. Encuentros que, aparentemente, tienen poco más recorrido que el retrato del grupo. «¿Para qué sirven las audiencias?» pregunta un fotógrafo a un compañero de fatigas mientras subimos las escaleras hacia el primer piso, hacia la misma sala del palacio en la que los ministros juran o prometen sus cargos o posan los jefes de Estado. La ceremonia es siempre la misma: ante el gran tapiz colgado de la pared frontal esperan a ser recibidos por la Princesa. El ayudante de campo abre la puerta situada a nuestra izquierda, cercana al despacho del Rey, y anuncia: «Su Alteza Real la Princesa de Asturias». Sonríe y estrecha la mano de todos ellos. «¿Nos hacemos un foto?», les pregunta; los flashes entran en acción durante un par de minutos. Alguna vez la rutina se rompe, como aquel día en que los gritos de Mario, irrumpían en el silencio de palacio; sería recibido por la Princesa junto a otros familiares de niños autistas «¿Quieres quedarte aquí?, ¿te haces una foto conmigo?» Mario sólo respondió «¡Déjame!»; o aquella otra audiencia en la que una niña de gafitas que acompañaba a la representación del proyecto de Radio Educativa en Extremadura salió de la fila y se enganchó emocionada a su cuello. Anécdotas al margen, ese acto aparentemente mínimo sirve para escuchar a la gente; implica un conocimiento exhaustivo de las preocupaciones u ocupaciones de colectivos muy diversos y permite palpar el tejido social del país. El protocolo no es estricto pero, por si acaso, la princesa no permite que se imponga la timidez: es una mujer con iniciativa y enseguida entra en materia, se ha preparado la reunión a fondo, al punto que más de uno aseguraba que parecía disponer de más información que ellos mismos. Celiacos, autistas, discapacitados, enfermos de cáncer ... y así hasta 14 colectivos visitaron la Zarzuela a lo largo del año para reunirse con la Princesa. Junto al Príncipe recibieron a otros 20. Con él su presencia se matiza, sabe que debe permanecer en segundo plano. Podría desprenderse cierto machismo en este reparto de papeles, emanado de las características de la propia Institución. Sin embargo, la relación de la pareja no lo es, se percibe a través de todos y cada uno de sus gestos, que son muchos a pesar del rigor protocolario. En ocasiones Doña Letizia ha de retroceder en sus impulsos. Sabe muy bien la lección, pero es sumamente inquieta, le cuesta estar parada, sin hacer nada aparentemente ...

Siempre fue una mujer muy trabajadora, no tendría por qué cambiar en ese aspecto. Está al tanto de la calle. Lee a diario la prensa y todo tipo de publicaciones especializadas. Utiliza con asiduidad internet y no tiene demasiado tiempo para ver televisión; precisamente el medio en el que trabajó durante casi cinco años. Guarda muy buenos recuerdos y amigos de entonces, pero no echa de menos esa labor. El periodismo forma parte del pasado, hoy su papel es ser Princesa de Asturias y, como tal, sus funciones básicas consisten en acompañar al Heredero; ocuparse de las Infantas y mantener una agenda propia.

Su vida privada pretende que transcurra en la normalidad. La han visto en Carrefour, revisando los pijamas infantiles; en el parque del Retiro con sus hijas o en la Plaza Mayor en plenas fiestas navideñas junto a sus cuñadas las Infantas y sus hijos. También acude habitualmente al cine, tanto el Príncipe como ella son muy cinéfilos, en su selección de películas no excluyen nacionalidad ni género: cine español, americano o afgano; bueno, malo y regular. Los han encontrado en la última sesión, con las palomitas en la mano antes de perderse en la oscuridad de la sala. La princesa mantiene a sus amigos de siempre, de los que la pareja valora la prudencia y discreción y que les permite saber de primera mano la fisura económica que genera en una relación un despido y las dificultades que acarrea pagar la hipoteca con un solo sueldo, por ejemplo.
"Primera parte"


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NotaPublicado: 09 May 2009 20:57 
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SEGUNDA PARTE


"La casa familiar está en la finca de El Pardo, a escasamente un kilómetro de las oficinas del Palacio. Al carecer de un horario laboral preestablecido organiza sus tiempos para compaginar la vida familiar y laboral. Uno de sus intereses, como de tantas madres de familia: «La armonización del proyecto familiar y profesional del hombre y de la mujer, partiendo del respeto a la plena dignidad de la persona, y la corresponsabilidad, se han transformado en demandas sociales de primer orden», decía en junio del pasado año al inaugurar el congreso internacional de Trabajo y Familia de IESE. Porque, sin olvidar sus obligaciones diarias, es la Princesa la que quiere ocuparse de la elección del colegio de sus hijas, ella las levanta de la cama o las baña antes de dormir. Dos niñas -las infantas Leonor y Sofía- que robaron el corazón de sus padres. Normal.

Sin embargo el objetivo de los gráficos sólo es inmortalizar su traje, rostro o zapatos; parece que mantuviera un lenguaje propio hacia ellos. La Princesa posa, gira su cara para ser captada desde diferentes ángulos y, cuando un acto oficial cae en la monotonía protocolaria, el ruido de las cámaras parece relajarse. Hasta que cambia el rumbo de las cosas: hace un leve gesto para palpar su collar, revisa un pequeño libro que reposa sobre la mesa presidencial, toca su pelo o se acerca confidencialmente al Príncipe y todo se desborda, se altera el silencio de la sala, se rompe el ritmo monocorde de cualquier discurso y estalla una traca de cámaras fotográficas.
-Vaya rollo, si no tropieza no hay foto.

El rollo afecta a 3 millones de ciudadanos en nuestro país. El Senado acogía en marzo la Celebración del primer Día Mundial de las Enfermedades Raras con un protocolo estricto que incluía entrega de premios. La Princesa, acompañada por el ayudante de campo, repartía con profesionalidad los galardones en un escenario nada propicio al lucimiento. Regresó a la mesa presidencial y, para desgracia del informador gráfico, no tropezó, pero conseguiría emocionar a la sala. Sabía muy bien de qué hablaba. Meses antes había recibido en audiencia a este colectivo. Templada, con voz clara, sin errar en uno solo de los tecnicismos médicos impronunciables, humanizó el acto con unas palabras dirigidas a los afectados y sus familias: «Me gustaría que esas historias de las que os hablé antes acabaran bien. Que Lucía nos cuente un día qué quiere ser de mayor. Que Mateo salte y corra por el parque. Me gustaría que ningún padre, ninguna madre, ninguna persona con una enfermedad rara se sintiera sola, aislada, desinformada. Trabajemos juntos por ello.»

En Asturias, en México, en Sevilla, Tortosa, Soria o Madrid ... he visto repetir la misma escena. Los gráficos la persiguen, sí, pero también todos y cada uno de los ciudadanos que, con un teléfono móvil o una minicámara en alto, pretenden guardarla en su archivo personal. Los Príncipes levantan pasiones como personajes mediáticos; a pocos parece importar el trasfondo institucional de su labor, los guiños hacia el exilio republicano español o la delicadeza mostrada por la pareja con los Niños de Morelia -hoy ya ancianos- en su periplo mexicano; ni su complicidad hacia Francisco Nieva al glosar la figura de Larra en el Ateneo de Madrid. Cada año, en Oviedo, tras la entrega de los premios Príncipe de Asturias, con su mejor sonrisa y actitud, sortean un auténtico aluvión de manos y cámaras. Todos quieren tocarles. En ocasiones es complicado hasta mantener el equilibrio, pero no pierden ni la sonrisa ni la compostura. Forman una pareja capaz de enternecer a izquierdistas de pro. Lo confesaba sin ningún rubor, incluso con ganas, un actor español curtido en las causas de la izquierda durante la recepción de la embajada de España en México al mundo del cine. Es en este tipo de encuentros, más relajados, cuando se advierte el interés de los Príncipes hacia todo lo que ocurre, incluso la situación laboral que atravesamos los periodistas.

Es una mujer fuerte. Lo ha demostrado en estos años en los que la vida también le ha enseñado su peor cara, pero a esa fortaleza natural es justo sumar la que le aporta su marido. La mira con arrobo o ternura, según se tercie. Estrecha su mano con vehemencia cuando intuye que su mujer lo necesita. Es una mano firme y cómplice. Que otras ocasiones se torna en una actitud de admiración, como aquella mañana en Sevilla ...
Era un mediodía de noviembre y el sol caía con fuerza. Las invitadas al acto de Imposición del Lazo de Dama de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla a la Princesa de Asturias, guiadas por la tradición en vez de por la realidad meteorológica, calzaban guantes, vestían chaque-
tas de tweed con piel de pelo en puños y cuellos. Peinaban moños lorquianos y lucían las joyas de familia. Eran las esposas
y hermanas de maestrantes, único cargo que se les otorga a las mujeres en esta rancia institución de la nobleza. Esperaban pacientes antes de entrar en la sala de los bajos de la Maestranza desde donde verían, a través de un recinto cerrado de televisión, cómo el Príncipe de Asturias besaba a su esposa tras colocarle en la solapa una distinción que, desde la reina Victoria Eugenia, ha reconocido a todas las damas de la Familia Real española. Arriba, en un salón de cortinajes rojos y cuadros de reyes, se sientan Ana de Francia y los maestrantes, hombres de apellidos ilustres que asistirían en directo a la ceremonia.
-Aquí tenía que estar Bibiana Aído, comenta una joven periodista.
No estaba, evidentemente, la ministra de Igualdad, pero la Princesa sí, y en ese espacio caduco destacaba su discreto traje de chaqueta en tonos crudos, la luminosidad de su piel y la naturalidad de su actitud. Y también de su tono de voz al agradecer su inclusión en tan exclusivo club. La versatilidad es un don principesco. La Princesa había empezado la jornada con una visita a la Biblioteca del Instituto de Educación Secundaria Néstor Almendros de Tomares, un pueblo cercano a Sevilla donde vivió un baño de multitudes con protagonistas bien distintos. En el encuentro con alumnos, una joven le planteó la posibilidad de abandonar los estudios. No eligió buen momento para exponer sus dudas. O sí. Porque la Princesa de Asturías se encargó de hacerle ver su error, de hacerle saber que ?e arrepentiría de por vida de tal decisión. E insistió en ese mensaje con sus compañeros al recordarles su suerte por tener la posibilidad de formarse y estudiar. A la cría no la olvidó. Le anunció que seguiría de cerca sus pasos.

Sabe bandearse en ambientes diversos, aunque en ocasiones pueda intuirse cierta inquietud. Tiene a su favor no haber olvidado de dónde viene ni los 60 metros que medía su casa en el barrio de Valdebemardo que tanto le gustaba. No es una mujer afectada. Ni sofisticada. Discreta en las galas del Real, incluso cuando viste de largo y aparece con la tiara prusiana de platino y diamantes que adornó su velo de novia; es parca en joyas y en maquillaje, sus manos dinámicas y huesudas llevan siempre las uñas del tono natural. No es una fashion victim, tampoco una estrella, su interés por el atuendo es el que le exige su cargo, no va más allá. Es austera por naturaleza, pero, además, evita herir sensibilidades. No imitará a las princesas de los Países Bajos o Dinamarca con sus exclusivos modelos de alta costura. Doña Letizia se ha decantado por creadores españoles: Caprile y Varela, a veces Armand Basi, Adolfo Domínguez y Mango; sus zapatos los firman Magrit o Mascaró. Cuando debe preparar un viaje oficial busca en su armario la ropa de temporadas anteriores. Lo vimos en México, en septiembre pasado, donde no sorprendió con un vestuario diseñado para la ocasión. Tampoco le importa lucir una blusa de Zara en un cóctel, fue en diciembre en la gala celebrada por el Comité Olímpico Español. Su prioridad está muy lejos de ser la princesa más glamourosa. Y eso no implica que no apoye con su presencia la moda española. En julio pasado apareció de verde esmeralda entre una corte de hombres de traje gris para inaugurar el 60 salón de la moda de Madrid. Los expositores estaban expectantes, el número de reporteros advertía del interés por su llegada. Sin embargo, un equipo de la televisión alemana cubría el acto para informar a sus conciudadanos de su extrema delgadez. Algo que, al parecer, les tenía en ascuas. Era la primera vez que veía tan de cerca a Doña Letizia y comprobé la primera de las inexactitudes vertidas sobre ella: está delgada, sí, envidiablemente delgada, pero no anoréxica. Quienes han compartido comida con ella saben que no es remilgada y que, a diario, en su casa, se comen platos de cuchara. Contaron muchas otras. El paso del tiempo demostró que no eran ciertas. Nadie se retractó. Siguen haciéndolo: ciertos privilegios de su familia, un supuesto despotismo con los padres del colegio donde estudia la infanta Leonor. Tampoco son ciertas. Es estricta hasta el exceso para impedir cualquier detalle que pueda significar una prerrogativa hacia su familia. Los padres del colegio Santa María de Los Rosales, donde acude a recoger a la Infanta siempre que puede, ni siquiera sienten su presencia; espera paciente si la niña está jugando y aprovecha ese tiempo para hablar con otras madres o incluso contar un cuento a otros niños.

Hablar por hablar les ha servido a algunos para hacer caja. El primer año lo pasó mal. Ahora la piel se le ha curtido. Pero no puede cometer un error. Neutralizaría el acto que se pretende poner en valor. A otros sí se les perdonan los desaciertos. A ella no. ¿Por ser mujer y atractiva? ¿O quizá convertirla en una figura mediática es una estrategia para banalizar su labor institucional? "


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NotaPublicado: 09 May 2009 21:03 
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Registrado: 26 Mar 2008 18:57
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Lentamente, como ha ocurrido en estos últimos años, la Princesa de Asturias irá implicándose mucho más a fondo en sus labores profesionales. Es una apasionada por los libros y la cultura, sin embargo, es la educación, en todas sus facetas -infantil, primaria, secundaria, formación profesional o universitaria-, la principal de sus preocupaciones y a ella se vinculará, probablemente. No hay que ser visionario para descubrirlo. Basta seguir su agenda y comprobar cuáles han sido sus causas durante los últimos 12 meses. Ha marcado con claridad una línea de trabajo, consciente de que el desarrollo de un país está directamente vinculado con la formación de sus ciudadanos.

Con ese criterio acudió a las poblaciones onubenses de A1jaraque y Punta Umbría a principios de abril, en apoyo del deporte escolar. Se celebraban las competiciones de las categorías infantil y cadete de los Campeonatos de España de Edad Escolar 2009, en la modalidad de voleibol. Entre los valores del trofeo deportivo destacaba premiar el juego limpio, una vertiente más de la vida educativa. Antes de visitar el polideportivo de Punta Umbría saludó a los vecinos de un barrio que bien podría ser la versión andaluza del Esperanza Sur de la serie televisiva Aída. Junto a las vallas se arremolinaban mujeres con niños en brazos, hombres en paro, algunos Jonathan e, incluso, los ancianos del geriátrico cercano que, empujados por sus cuidadoras, situaron sus sillas estratégicamente en la primera fila para, así, verla mejor. "Tía, me ha dao la mano, qué sensación.» Además del apretón, la cuidadora se llevó una foto en su teléfono móvil. Mientras, un compañero en actitud didáctica aclara algunas cuestiones ideológicas: «Ser republicano no significa ser de izquierdas. También los hay de derechas, eso pasa en algunos países de Europa».
La princesa gana en las distancias cortas. Es una mujer curiosa, pendiente de los detalles. Por ejemplo, saludar siempre a los periodistas que cubrimos sus actividades. Sus ojos, de un tono indefinido entre el azul y el verde, miran y ven, actitud inusual entre los royal.

En absoluto se muestra como la mujer hierática que muchos pretenden; carece, quizá, de la aureola majestuosa de la realeza, pero lo suple con creces con su cordialidad y cercanía.

- ¡ES más guapa que en la tele!
- Sí, será por lo que lleva encima ...
- Su madre la parió guapa, eso no se lo ha
dado Felipe ...

Eran los comentarios alborozados de la gente de Punta Umbría, que ya se habían repetido en Aljaraque, en otro de los polideportivos donde se desarrollaba el torneo. «Vamos a saltar la valla, aunque esté la policía ... »

Apareció Doña Letizia y el griterío subió en intensidad y volumen ... «Leti, leti», gritaban al ritmo de palmas. Y ella les saludaba a dos manos, sonreía ... «Hola, como estás ... »
- ¡Guapa!
Una cigueña levantó el vuelo y planeó sobre la estampa costumbrista de Aljaraque. (Sin intención.)
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