Yo todos los que he visto por esos ciberespacios están a 21 ó 22 euros en versión papel, así que has hecho gran negocio.
El libro se publicó en 1997 y Gregorio Robles publicó en ABC la siguiente reseña del libro, que copio a continuación porque te da una idea cabal de por qué es interesante el libro, además de la afición que te tengamos al personaje en sí.
Aunque en un primer momento, cuando el lector tiene «Del Imperio a la Unión Europea. La huella de Otto de Habsburgo en el siglo XX» en sus manos y aún no ha comenzado su lectura, le pueda sorprender que el autor haya escogido a una figura política poco conocida, a medida que se adentra en el relato frondoso y bien trabado de la historia, se va convenciendo de lo contrario, de lo adecuado de su elección. La amenidad del relato biográfico, unida a la descripción objetiva de los contextos históricos, cualidades ambas ejecutadas con hábil inteligencia, hacen del libro de Pérez-Maura un verdadero recreo que despierta el interés por conocer todavía más el entramado de fondo del «breve siglo XX» que va desde 1914, comienzo de la primera guerra mundial, hasta 1989, año de la caída del muro de Berlín. Fechas ambas en que los Habsburgo han sido protagonistas relevantes. En la primera sucedió el asesinato en Sarajevo del Archiduque Francisco Fernando, que fue el pistoletazo del comienzo de la gran contienda. En la segunda, se cierra una etapa decisiva de la civilización occidental, la de la división europea en dos bloques; allí estaba Otto de Habsburgo. Éste es el escenario temporal en el que se desenvuelve la azarosa y atractiva vida del Archiduque, un Emperador y Rey en el exilio que, lejos de esperar apartado el desenlace de los acontecimientos, ha sabido ser protagonista a lo largo de toda su existencia, siempre al servicio de los pueblos que conformaron el Imperio austrohúngaro y constantemente en la lucha por una Europa unida, ideal este que fue siempre la razón de ser del Imperio.
Del Archiduque dijo Roosevelt que era, junto con el Papa Pío XII, la personalidad que mejor conocía Europa. Llama la atención, en efecto, el sutil sentido que ha inspirado los movimientos y actitudes políticas de Otto de Habsburgo. Firmemente enraizado en sus convicciones católicas y europeístas, nunca se ha plegado a los caprichos del momento. Su postura con el regente de Hungría, Miklós Horthy, y la negativa a entrar en el juego que, al parecer, se le propuso desde medios franquistas, fueron el resultado natural de su sólida fidelidad legitimista. A pesar de su complicada vida en el destierro, que le ha llevado a residir en distintos países en condiciones a veces penosas (sobre todo al principio), ha sido constante la vocación de servicio a sus pueblos, sojuzgados en gran parte primero por el nazismo (que le «condenó» a muerte) y después de la segunda guerra mundial por el imperio de la hoz y el martillo.
Hay un momento en que Otto de Habsburgo entra en la política a favor de la construcción europea como un político más, coherente con su consigna: «si no puedo ganar la guerra a caballo, lucharé a pie.» Todo su afán fue entonces devolver a los pueblos que compusieron el imperio su verdadera identidad europea, cambiando la imagen de la «Europa del Este» por la más auténtica de la «Europa Central», con todo lo que este cambio terminológico implica. Su protagonismo «a pie de obra» se deja ver en su trabajo como diputado en el Parlamento Europeo de Estrasburgo y en su lucha concreta del día a día contra el «telón de acero». Tuvo mucho que ver con el primer episodio de huida masiva de alemanes de la República Democrática en busca de la libertad, hasta el punto de que el dictador Honecker le «acusó» de este «delito». Al final de su vida, el Archiduque puede contemplar cómo muchos de sus ansiados objetivos se han visto efectivamente cumplidos. Queda desde luego mucha tarea por delante, pero el panorama no es comparable con lo que este siglo ha tenido que soportar.
El horizonte en el que se desenvuelve esta biografía es el que afecta a la política actual de una manera muy directa. Es el horizonte de la construcción europea que, paso a paso, creando solidaridades de hecho y arrumbando ideologías totalitarias, se va imponiendo gracias al esfuerzo de personas como Otto de Habsburgo, que ha asumido la tarea con sentido profundo de su responsabilidad histórica. Por eso, la lectura de este libro no sólo permite comprender una vida concreta, sino también divisar el curso de los acontecimientos del Viejo Continente desdo la perspectiva de los problemas de la Europa Central.
Gregorio ROBLES
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