Ahora les toca el turno a los Medinaceli, que no le deben su descenso (económicamente hablando) a malas gestiones, derroches o embargos, sino a pleitos familiares.
Para empezar, lo mejor será poner la lista que Lamballe nos trajo hace un tiempo sobre los mayores propietarios de tierra a la llegada de la II República:
Duque de Medinaceli 79.146
Duque de Peñaranda 51.015
Duque de Vistahermosa 47.203
Duque de Alba 34.455
Marqués de la Romana 29.096
Marqués de Comillas 23.719
Duque de Fernán Nuñez 17.732
Duque de Arión 17.666
Duque del Infantado 17.171
Conde de Romanones 15.171
Otros 89 propietarios 248.987
Total............... 581.361
El Duque de Medinaceli, conocido por algunos como "el rey de Andalucía", tenía casi 80.000 hectáreas. Y a día de hoy nos llevamos las manos a la cabeza con las 30.000 de los Alba...
No sólo era grande en patrimonio el XVII duque, sino también en títulos: nada más y nada menos que (corregidme si me equivoco) 47 títulos.
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El Duque era muy aficionado a la caza y escribió varios libros sobre el tema, además de acumular una importante colección de trofeos y animales disecados. Destacaban también la gran biblioteca reunida después de varios siglos y la colección de armaduras y objetos bélicos. Por otro lado, para hacernos una idea del poderío de esta familia, decir que eran clientes de Chaumet, la joyería parisina donde, entre otros, compraba la reina Victoria Eugenia y el resto de familias reinas europeas, por no hablar de que también eran clientes habituales de la firma varios maharajás indios.
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No sé si a finales del XIX/comienzos del XX las cuentas del XVII duque empezaron a vaciarse, pero, ya fuera por deudas o porque el palacio ya no deseaban conservarlo, en 1910 se demolía la enorme residencia que tenían en la Carrera de San Jerónimo, construyéndose en su lugar el hotel Palace:
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Trasladaban entonces su residencia al palacio de Colón, comprado por la viuda del XV duque, Ángela Pérez de Barradas y Bernuy, en 1878 al Marqués de Salamanca por un millón de pesetas. Allí se llevaron parte de los tesoros familiares, como lo eran las colecciones de armaduras y trofeos de caza, ya comentadas anteriormente. A punto estuvieron de perderse después del incendio de 1917, el cual parece ser que no causó demasiados daños al grueso de las colecciones ducales. Dos recortes muy interesantes sobre el incendio sacados del blog
Papeles Flamencos:
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En este palacio se celebraron bailes y fiestas míticos, además de alojarse diversos príncipes europeos, como el archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría.
En 1939 el Duque contrajo un segundo matrimonio después de que su primera mujer hubiera muerto el año anterior. Según dicen, esta boda causó un escándalo en ciertos círculos a causa del origen de la nueva duquesa de Medinaceli. He leído que era la cocinera del palacio, pero Vandal puso algunas informaciones que llevaban a pensar que, a pesar no ser pertenecer a la nobleza, sí pertenecía a una buena familia. Con María Concepción Rey de Pablo Blanco, que así se llamaba la dama en cuestión, tuvo una hija, Casilda.
En adelante, el XVII duque llevará a cabo una serie de acciones que presagiarán el destino del grueso del patrimonio familiar: la valiosísima biblioteca de los duques de Medinaceli es vendida al banquero Bartolomé March (he leído por Internet que la venta se hizo en los 60, pero en un libro leí que fue el padre de la actual duquesa quien se deshizo de ella). Asimismo, las armaduras fueron entregadas al Museo del Ejército.
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Sus hijas, las duquesas de Medinaceli y Lerma, que se habían opuesto a que su padre volviera a casarse, sufrieron las consecuencias de esta actitud: a su muerte, su padre dejaba la mayor parte de su fortuna a Casilda, su tercera hija. Ésta heredó una enorme cantidad de tierras, cuadros, tapices y millones. Ella misma daría en 1980 una entrevista a
¡HOLA! en la que enseñaba su casa: sólo puedo decir que es mejor verlo en la propia revista.
La nieta, Casilda Guerrero-Burgos, hija de la anterior, heredó la totalidad de los bienes de su madre, ya que era hija única. Entre ellos se encontraban un cuadro pintado por Brueghel el Viejo,
El vino de la Fiesta de San Martín. Dicha pintura fue vendida por 7 millones de euros al Museo del Prado en 2010. Como estaba catalogada por el Ministerio de Cultura, no pudo ser vendida en el mercado internacional, en el que se asegura que podría haber llegado a los 100 millones de euros (sólo se conservan dos cuadros más como este en todo el mundo, ambos en la galería Uffizi de Florencia.
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Como curiosidad, decir que en 2009 el Ayuntamiento de Córdoba pretendía expropiar por un millón y medio de euros dos parcelas de unos 470.000 metros cuadrados en total pertenecientes a la finca "El Patriarca" que la Duquesa de Cardona (título que recibió su madre) posee en Córdoba.
En cuanto al palacio de Colón, Ricardo Mateos dice en su libro
Nobleza Obliga que fue dejado en herencia a las tres hermanas. En los 60 fue demolido para levantar lo que hoy es el Centro Colón:
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Las propiedades que heredaron las dos hermanas de Casilda fueron entregadas a la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, que a día de hoy se encarga de la conservación de la Casa Pilatos de Sevilla, el Hospital de San Juan Bautista de Toledo(con todos los cuadros del Greco que alberga), la casa-solar en Medinaceli, el palacio de los Acebedo en Santander y varios castillos y palacios más en diverso estado de conservación.
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La colección artística sigue siendo magnífica, con ejemplares de Ribera, el ya citado Greco, Goya, Zurbarán y Juan Pantoja, entre otros. Pero, a pesar de ello, está muy lejos de ser lo que fue hace menos de un siglo.