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Dice el articulo del Sr Villajos Ruiz de la cofradia de Pasión de Sevilla acerca de Don Carlos El 18 de julio de 1936 estalla la Guerra Civil en España. Carlos de Borbón y Orleáns, Príncipe de Borbón e Infante de España, no lo duda; solicita permiso al Monarca para incorporarse como voluntario a las Fuerzas Nacionales. La actitud del Príncipe emociona a Alfonso XIII que con su bendición le concede el permiso. Después de mil peripecias para cruzar la frontera franco-española, lo consigue la noche del 30 de julio. Ya en España se presenta en la Comandancia Militar de Pamplona para ofrecer sus servicios. Como tenía la graduación de Brigada de Complemento de Ingenieros, es destinado al Grupo Mixto de Zapadores Minadores con guarnición en la misma plaza.
Es ascendido al empleo de Alférez de Complemento y desde el primer día es encargado de la instrucción de voluntarios para la Milicia Nacional. Pero el cargo de instructor de reclutas, pese a que ponía su mejor espíritu y una constante preocupación por el mejoramiento material y espiritual del soldado instruido por él, no le conformaba; él quería estar en primera línea, en el frente. (transcribo la carta que con membrete del Gran Hotel La Perla de Pamplona y fechada el 18 de agosto de 1936 escribe a un compañero de armas):
"Querido J. María:
Por uno de mis compañeros de cuartel te mando estas letras, esperando que tanto tú como M. Sola sigáis bien.
Yo estuve a punto de salir con este compañero para ésa con la compañía, cosa que me hubiese encantado, pues van camino de Somosierra, pero el Comandante me dijo que había recibido ordenes de no dejarme salir debido a mi nombre, lo cual me empieza a fastidiar, pues aunque mi deseo es de estar en primera línea, la gente empezará a decir que yo me las arreglo muy bien para no exponer nada mientras los otros se dejan matar.
Adiós, querido J.M. Rogándote saludes cariñosamente a M. Sola y todos los demás amigos y conocidos, te manda un fuerte abrazo tu siempre amigo que nunca de olvida
Carlos.
No se puede ser mas claro y sincero en su deseo de luchar en el frente.
Después de mucho insistir por parte del Alférez Borbón de sus deseos de estar en primera línea, hace que el Mando lo destine al frente de Guipúzcoa, pero no como Zapador para realizar trabajos especiales, sino como fuerza de Infantería. La mañana del 25 de agosto salen de Pamplona hacia su destino al mando de una Sección de la 2ª Compañía del Grupo Mixto de Zapadores. Desde ese mismo día el Alférez Borbón cooperó en las conquistas de Behovia, Irún, Guadalupe y San Sebastián.
En fechas sucesivas toma parte en operaciones con el resultado de la conquista de Azpetia, Azcoitia y Elgoibar, este último punto bastante "machacado" por la artillería. El día 25 de septiembre es ocupado el llamado por ellos mismos "Monte Cónico" (debido a la forma geométrica del monte). Este territorio era fundamental para que las unidades motorizadas que marchaban tras la infantería pudieran pasar, lo que significaba que había que mantenerlo a toda costa. La artillería bombardeó durante dos días sin tregua, las bajas por parte de los soldados que mandaba el Alférez Borbón fueron de consideración, sólo contaba con 30 hombres. Al día siguiente 27 de septiembre cuando el Príncipe Carlos animaba a sus soldados un proyectil le impacta en la frente cayendo a los pies del sargento que le acompañaba.
Todavía con vida es trasladado de inmediato a un caserío llamado Belarretaberri, situado en el kilometro 5 de la carretera de Elgoibar a Marquina, donde fallece a los pocos minutos. Su cadáver fue velado por compañeros de armas hasta ser enterrado en el cementerio de Tolosa.
Dos días después, el 29 de septiembre el Alférez de Ingenieros Don Carlos de Borbón y Orleáns con los correspondientes honores castrenses, reciben sepultura en el panteón de la familia Eloségui, según consta en el Folio 256, Libro nº 24 de Finados, Registro nº 248 de la Parroquia de Santa María de la Villa de Tolosa y cuya acta de enterramiento firma el cura ecónomo don Braulio Arocema Lerchundi.
Sus padres y hermanas en marzo de 1937 volvieron a Sevilla, antes pasaron por Tolosa para orar ante la tumba de su hijo Carlos. En San Sebastián le entregaron los objetos personales del fallecido Príncipe. En la mente de sus padres únicamente un pensamiento, trasladar a nuestra Ciudad los restos de su hijo muerto en Eibar. Nuestra Hermandad que conocia el interés por el traslado, escribió a don Carlos ofreciéndole la cripta, la carta la firman el Teniente de Hermano Mayor don Miguel Bermudo y el Secretario Segundo don Miguel Castaño, tiene fecha 8 de octubre de 1937.
Los tramites para el traslado de los restos del Príncipe comienzan en 1940 con las oportunas autorizaciones por parte de las autoridades para el enterramiento, proyecto de acondicionamiento de sepulturas, obras a realizar y demás documentos. Una vez en regla toda la documentación, don Carlos faculta expresamente con fecha tres de mayo de 1941, a don José Sebastián Bandarán, Capellán Real y de SS.AA.RR. y a don Joaquín Aramburu Luque, Coronel de Estado Mayor, para que recoger y trasladar a Sevilla el cuerpo de su hijo. La exhumación se realiza en el cementerio de Tolosa el 7 de junio del mismo año, el acta de entrega lo firman don José Sebastián Bandarán, don Joaquín Aramburu Luque y el Capellán del Cementerio Católico de Tolosa don Luis Ortigosa.
El día 9 de junio de 1941, a las ocho en punto de la tarde entra en la plaza del Salvador de Sevilla el furgón mortuorio con los restos del príncipe Carlos. En la plaza forma la 2ª Compañía Mixta de Ingenieros que le rinden honores militares conforme las Ordenanzas para Alféreces. En la escalinata de la Parroquia es recibido el féretro por el Clero parroquial con cruz alzada, cura párroco don Valeriano Gómez y los familiares acompañados por miembros de nuestra Hermandad con cirios rojos estandarte y varas, en funciones de Hermano Mayor don Miguel Bermudo Barrera.
Portaron el féretro hasta el crucero del templo el Coronel del 2º Mixto de Ingenieros don José Sánchez Laulhé, Primer Jefe del Batallón de Transmisiones Teniente Coronel don Manuel Alcalde, los Caballeros Maestrantes de la Real de Sevilla Marques de Esquivel y don Ildefonso Pacheco Quintanilla, los hermanos de la Santa Caridad Marques de Gómez de Barreda y don Antonio Serra Pickman y los hermanos de Pasión don Rodolfo Murga Machado y don Luis de la Campa. Seguían las representaciones de Hermandades a las que el Príncipe había pertenecido; don Eduardo Ybarra por el Silencio, don José Gayán por el Amparo, don Tomás de Aquino por los Estudiantes, don Pedro Tiernos por el Rocío de Triana y una nutrida representación del Rocío de Villamanrique.
En el interior y a ambos lados del crucero se colocaron los padres, hermanas y familiares mas allegados del fallecido: S.A.R. Alfonso de Borbón, S.A.R. Luis Alfonso de Baviera, S.A.R. Alfonso de Orleáns, S.A.R. Ataulfo de Orleáns y Sajonia, S.A.R. Augusto de Czartoryski y el Ayudante de don Carlos de Borbón y Borbón Sr. Aramburu Luque.
El féretro fue colocado en el catafalco y cubierto con la bandera Española y sobre ella un casco militar. El cardenal Segura dio comienzo a la ceremonia religiosa cantándose al final la Vigilia de cuerpo presente, acto seguido el ataúd fue conducido a la capilla Sacramenta donde se rezó un breve responso. Por la puerta que da a las dependencias de nuestra Hermandad fue trasladado hasta el patio de los naranjos donde se encuentra la cripta, una vez bajado el féretro se introdujo en el nicho central de los tres que hay a mano derecha conforme se desciende al recinto. De todo ello se levantó la correspondiente acta por el Secretario don Celestino López Martínez y refrendada por don Miguel Bermudo, don José Sebastián Bandarán y don Joaquín Aramburu Luque.
Carlos de Borbón y Orleáns creyó en Dios, espero de Dios y amó a Dios. Su extrema bondad, su religiosidad y sus muchas caridades, fueron suficientes para ganarse el aprecio y cariño de los sevillanos, también de todo aquel que le conoció y trató. Reposan sus restos junto a sus padres y su hermana Dolores, a los pies de su devoción, de su Cristo de Pasión y bajo el manto de Nuestra Señora de la Merced. ¡DESCANSA EN PAZ PRINCIPE!
José María Villajos Ruiz
Con esta imagen acabamos la semblanza del tio Carlos, tan emotiva
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