El "huracán" Máxima arrasa en JapónCuando ya finalizan los tres días de viaje oficial a Japón de los Reyes Guillermo y Máxima de Holanda, el ‘efecto Máxima’ ha dejado su profunda huella hasta el minuto cero de la estancia de la soberana de los Países Bajos en el país asiático.
El encorsetamiento de la siempre hierática y formalista Corte del Crisantemo se ha derretido ante la calidez y la sonrisa de la Reina Máxima, que obró el milagro de SACAR DE SU RETIRO A LA DEPRIMIDA PRINCESA MASAKO, que fue a recibirla al aeropuerto y consiguió intercambiar confidencias con la Emperatriz Michiko y arrancar su sonrisa en el transcurso de un concierto.
Durante su estancia en la capital japonesa, los Reyes Guillermo y Máxima se alojaron en el Hotel Okura, en una fastuosa suite de 350 metros cuadrados, con baño con dos duchas de hidromasaje, salón, comedor, oficina, dos dormitorios… todo por el principesco precio de 7.000 euros la noche. Pero pese a los lujos de las instalaciones, que habitualmente disfrutan los líderes mundiales que visitan Tokio, donde la Reina Máxima se siente a gusto y brilla en todo su esplendor es a pie de calle, en las distancias cortas.
La sonrisa de la Reina Máxima es una característica de cercanía y proximidad que ella sabe combinar y contrastar con maestría con el porte real que destaca con sus CUIDADOS Y LLAMATIVOS ESTILISMOS y sus impresionantes aderezos y joyas.
La simpatía natural y el carisma de la Reina Máxima de Holanda le han granjeado el afecto de los royals, que la han recibido como un soplo de revitalizante aire fresco, huracán más bien por el en ocasiones rancio ambiente en el que desembarcó para abrir puertas,de par en par.
Los japoneses también se han rendido a los encantos de la Reina Máxima y el beneficioso efecto que la soberana holandesa de origen argentino ha causado sobre los royals del trono del Sol Naciente, más humanos y próximos que nunca bajo el influjo Máxima.
Sin duda muchas cosas se han movido en el protocolo de la Casa Imperial tras el paso del tsunami Máxima, que arrancó a la mismísima princesa Masako de su reclusión y le provocó gestos de empatía como vestir de color naranja para homenajear a su huésped real de la Casa Orange, de Holanda, o asistir a una cena de gala por primera vez en once años… Los besos y los abrazos ya han dejado de ser inusuales en las recepciones oficiales a raíz del paso de la Reina Máxima por Japón. Una visita que se recordará por mucho más que los simples actos institucionales y contactos comerciales al uso.
Primera de la nueva generación de royals en alcanzar el trono, la Reina Máxima de Holanda está creando escuela y ES UN ESPEJO EN EL QUE SE MIRAN muchas de sus ‘colegas’. En la foto, los Reyes Guillermo Alejandro y Máxima en su despedida de Japón, donde el paso de la soberana y su estilo han dejado huella.
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