Para que la cosa funcionase obligó a la monja
a que colocase las manos sobre el ara consagrada de un altar y le hizo preguntas. Las respuestas del demonio no tardaron en llegar por boca de la monja.
El interrogatorio tuvo lugar el 9 de septiembre de 1698 en el convento de la Encarnación de Cangas. El diablo juró por Dios, extraño juramento en boca del demonio
, que era verdad que el rey estaba hechizado y que de ese hechizo era culpable una bebida que se le había administrado cuando tenía 14 años de edad, concretamente en un chocolate que se le hizo tomar el 3 de abril de 1675. A nuevas preguntas del vicario, el demonio aclaró que el chocolate del hechizo se había confeccionado con los miembros de un hombre ejecutado en la horca: "de los sesos para quitarle la salud y de los riñones para corromperle el semen, e impedirle la generación".
A la pregunta de si la persona que se lo había administrado era varón o hembra, el demonio, muy diplomáticamente, contestó que ya había sido juzgada, refiriéndose a la reina Mariana de Austria. Cuando se insistió en preguntar por las causas, el diablo aseguró que la buena señora lo había hecho "a fin de reinar". Y añadió que se había hecho "en tiempo de don Juan de Austria, a quien sacaron de esta vida con los mismos hechizos, pero más fuertes que lo acabaron tan presto".
Lucifer, en persona nada menos, aseguró que los "remedios que necesitaba el rey son aquellos mismo que la Iglesia tiene aprobados: lo primero darle aceite bedito en ayunas, lo segundo ungirle el cuerpo con el mismo aceite y lo tercero darle una purga tal y como está previsto a través de los exorcismos, y apartanto al rey de la reina, de suerte que ni siquiera la vea" Y con esto el demonio concluyó que no conocía más remedios y que no hablaría más
Y yo la verdad que me quedo pensando que o bien Lucifer era extremadamente educado con el vicario, la Iglesia, y sus sistemas de aplicar exorcismos, o bien el dominico Alvarez de Argüelles era más listo de lo que pensaban el inquisidor y el confesor real, y que no quería comprometerse para evitar verse pillados los dedos por la Santa Inquisición. Por otra parte, echar la culpa del fregao a la madre del rey ya fallecida apoyaba al partido del inquisidor.
Así Juan Tomás de Rocaberti y fray Froilán Díaz vieron colmados sus mejores deseos, y se dedicaron a la labor de "desendemoniar" al rey con tal entusiasmo que no es exageración decir que aceleraron su muerte. El pobre infeliz de Carlos II fue sometido por ambos personajes a una serie de terribles conjuros y atanemas, aparte de a unas purgas que lo dejaban vuelto del revés, que casi lo enloquecieron de pavor. De hecho, el rey sobrevivió poco más de un año al comienza de tal tratamiento...
Este rídiculo y a la vez tragicómico suceso está recogido en los autos de la causa criminal a la que fue sometido tras la muerte del monarca su confesor, Rocaberti se había muerto prudentemente antes, y menos mal porque si no lo leo no lo creo. ¡¡¡Menudo despendole milagrero y demoníaco!!!
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.