Gracias Lamballe
, me acabas de despejar una duda, al final Alfonso X se hizo su propia corona y no reaprovechó la de su padre que puede que sea esta. Al final se confrima que cada rey se hacía sus regalia de la coronación.
Patena de Alfonso VII. Siglo XII. Plata dorada, camafeos y piedras preciosas y semipreciosas. Real Colegiata de San Isidoro de León.
La patena es el plato donde se coloca el pan durante la celebración de la Eucaristía, siempre es complemento de un cáliz. En este caso sigue la tipología empleada a lo largo de todo el medioevo. Patena circular de plata dorada, muy plana, formada por dos coronas concéntricas en torno a una pieza circular de ónix. En cada corona doce piedras: esmeraldas, amatistas, calcedonias, cristales de roca y dos coralinas bajoimperiales decoradas con dos figurillas de diosas sedentes semidesnudas, una vez más aprovechando piezas profanas. El borde exterior está destacado por una fina moldura.
Esta patena sustituye a otra anterior que hacía juego con el Cáliz de Urraca y que fue robada en 1112 por las huestes de Alfonso I de Aragón. El hijo de la reina Urraca lo hizo expresamente para el cáliz de su tía abuela porque cuadra en dimensiones y materiales.
En cuanto al asunto del robo por parte de un tal conde Enrique de la hueste del rey Batallador, así rápidamente os cuento. En la corte castellana hay dos facciones, los que apoyan al príncipe Alfonso (futuro Alfonso VII) y no les importa el cambio de dinastía y los que no quieren ver a los borgoñones ni en pintura y apoyan el matrimonio de Urraca con el rey de Aragón. Los primeros están liderados por el obispo Gelmírez de Santiago de Compostela que siempre está en primera línea de todos los fregaos y el tutor del príncipe, Pedro Froilaz. Los segundos están liderados por el rey, obviamente, que era el más interesado.
El personaje en medio de la discordia es el Conde de Candespina, Gómez González, que había sido antes de la muerte de Alfonso VI pretendiente a casarse con Urraca, y todo indica que mantenía relaciones amorosas con ella. Este caballero decide arrimarse a la facción del príncipe no porque le importen un bledo los borgoñones, sino porque el rechazo del difunto rey a que se casase con su hija le sentó como una patada en el pompis así que no podía ni ver al Batallador, que se lo había llevado caliente. El Conde de Candespina trató de convencer a la reina de que el príncipe Alfonso debía convertirse en el rey legítimo de Castilla para que apoyase el levantamiento de la nobleza contra Alfonso. Este hecho convirtió el conflicto político en una guerra abierta entre el monarca aragonés y facciones de la nobleza leonesa, castellana y gallega. El fuerte carácter de Alfonso I y el choque con la personalidad de su mujer (las crónicas leonesas, castellanas y gallegas, siempre antialfonsíes, ponen en boca de Urraca que Alfonso «le pegó con manos y pies») llevaron al fracaso del matrimonio. Se dice que Alfonso temía que la proximidad entre el conde de Candespina y su mujer significara que le ponían los cuernos, razón por la que podría haberla repudiado y encerrado en el Castellar, Aragón.
Aprovechando que el Rey estaba distraido sometiendo a los rebeldes castellanos, el conde de Candespina, cual caballero enamorado rapta a la reina en un brioso corcel blanco y la lleva de vuelta a su tierra... esto último me lo imagino yo así claro
Total, que el rey se enfrenta al conde en las propias tierras de este, Fresno de Cantespino en Segovia y lo mata, con lo que la reina se queda con los calzones al aire y se tiene que reconciliar con su marido, por si acaso. Al final, Alfonso consigue anular el matrimio, pasa olímpicamente de los castellanos y sus problemas internos y se dedica a sus conquistas en Zaragoza.
Pues en uno de esos voy y vengo a someter las ciudades rebeldes de Palencia, Burgos, Osma, Sahagún, Astorga y Orense, es cuando sus huestes pasan por León y el conde don Enrique decide llevarse un souvenir.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.