Corinna von Hohenzollern, una princesa fugaz Se casó con el príncipe alemán Carl Alexander von Hohenzollern el pasado mes de febrero en Las Vegas y la pareja ya ha anunciado su separación María Sánchez
ABC
Día 15/05/2012 - 18.24h
Sólo un par de meses ha durado el cuento de hadas que ha unido a una joven congoleña con el corazón del Gotha europeo. El príncipe Carl Alexander von Hohenzollern se acaba de separar de su última esposa, la
modelo de ropa interior Corinna Nehemie, de 21 años, con quien había contraído matrimonio el pasado mes de febrero en Las Vegas. Carl Alexander, aristócrata descarriado de rancio abolengo conocido en Alemania por sus excentricidades, ya había estado casado en dos ocasiones, y a la tercera no ha ido la vencida. Ha visto evaporarse en muy poco tiempo las enormes expectativas depositadas en su último amor,
a quien había prometido instalar en el impresionante castillo familiar de Sigmaringen «en cuanto quedase embarazada». Porque aunque la propiedad está actualmente en manos del cabeza de la dinastía Hohenzollern, Carl Alexander aduce su derecho a ocuparla en caso de tener descendencia. Enamorado de sus pechos
Entusiasta, el príncipe había explicado al diario sensacionalista «Bild»
el principal motivo de su devoción por Corinna: «Tiene unos pechos tan bonitos». Aunque no utilizó la palabra «pechos», sino una más coloquial. En cuanto a ella, aseguró que lo que más le gustaba de su marido era el nombre. La pareja se había conocido mientras Carl Alexander estaba patinando con un amigo en la playa californiana de Venice, justo cuando el príncipe acababa de ser abandonado por otra
modelo Maya Sonja. Dos meses después de ese encuentro, el príncipe y Corinna ya estaban comprometidos. En la ceremonia la novia lució tiara de princesa e incluso se fotografió en un carruaje «tirado» por caballos de cartón piedra. Además, ambos posaron sonrientes con vestimenta de estilo centroeuropeo.
Carl Alexander, de 41 años, es hijo del príncipe Emanuel Joseph von Hohenzollern y de la princesa Katharina de Sajonia-Weimar-Eisenach.
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La verdad siempre por delante: "a él le gustaban los pechos de ella y, a ella, el nombre de él"
Los que deben de estar contentos son la familia de él, sobre todo el cabeza de la familia.
No se yo la historia del dinero. Si realmente tuviera 100.000$ para pagarle por el apellido, no se habría casado con él.