El Metropolitan Museum de Nueva York presenta la exposición
Byzantium and Islam. Age of Transition hasta el 8 de julio de 2012.
En el siglo VII, los vastos territorios que se extienden desde Siria a Egipto y el norte de África, eran regidos por el imperio bizantino desde su capital, Constantinopla (hoy Estambul). Críticas con la riqueza y el poder del imperio, estas provincias del sur, siempre influenciadas por las tradiciones greco-romanas, fueron el hogar de ortodoxos, coptos y sirios cristianos, comunidades judías, etc. Grandes centros de peregrinación atraen a los fieles de lugares tan lejanos como Yemen, en el este y Escandinavia, en el oeste. Las principales rutas de comercio hacia el este llegaron desde el Mar Rojo a la India, con lo que las sedas y marfiles afluían a los territorios imperiales. Las ciudades más importantes se enriquecieron por el comercio que se extendía por el interior con rutas comerciales hacia el norte, hacia Constantinopla y a lo largo de la costa mediterránea. El comercio llevaba imágenes e ideas libremente por todo el Imperio.
En el mismo siglo, la fe del Islam de reciente creación surgió de la Meca y Medina a lo largo de la ruta del Mar Rojo y su comercio alcanzó a las provincias del sur del imperio. La autoridad política y religiosa fue trasladada de la larga tradición del Imperio Bizantino cristiano a la recién creada autoridad de los omeyas y más tarde a la dinastía abasí musulmana. Los nuevos poderes se aprovecharon de las tradiciones existentes en la región para el desarrollo de sus identidades seculares y religiosas. Esta exposición sigue las tradiciones artísticas de las provincias del sur del Imperio Bizantino del siglo séptimo al noveno, que se transformaron de ser centro de la tradición bizantina a ser una parte del mundo islámico.
La exposición incluye sedas, vestidos, marfiles, libros y miniaturas, mobiliario, piezas de estuco de los palacios imperiales, etc. y joyas medievales de las que a continuación os muestro una selección.
Collar y colgante de Afrodita del siglo VII, proviene del este del Mediterráneo. Oro, lapislázuli, granate y cristal de roca. La aparición de la diosa del amor y la belleza arreglándose los cabellos en un collar femenino demuestra la pervivencia de la mitología clásica en el Imperio bizantino y los primeros tiempos islámicos.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.