Interesante entrevista al que fuera durante 20 años Director del Archivo y Biblioteca Ducal de Medinaceli y de la “Fundación Casa Ducal de Medinaceli” (1980-2000), Antonio Sánchez González (Ayamonte –Huelva–, 1958), es Doctor en Historia y profesor de Ciencias y Técnicas Historiográficas en la Universidad de Huelva.
La Casa Ducal de Medinaceli: su pasado y su presente
Por: Javier Serrano Copete
http://elafilador.net/2010/09/casa_duca ... o_presente– Antes que nada, quisiera agradecerle su amabilidad al atender a El Afilador y querer compartir con todos nosotros sus copiosos conocimientos en todo lo relacionado con Medinaceli y su Casa Ducal.
– Es un placer compartir algunos aspectos de mis estudios e investigaciones realizadas durante distintas etapas de mi vida, ya que nunca tuve ocasión de impartir alguna conferencia o charla en ninguna de las poblaciones del ducado mientras fui Director del Archivo y de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli.
– En primer lugar, cuéntenos el por qué del apellido “De la Cerda”.
– Existe una leyenda que recoge que el primogénito del rey Alfonso X el Sabio, Fernando de Castilla, nació con un largo cabello en el pecho y, por eso, se le conoció con el sobrenombre de don Fernando “el de la Cerda”, y a su descendencia como los “Infantes de la Cerda”. El hecho es que esta rama troncal de la Casa real de Castilla-León que es la de primogenitura, desbancada ilegalmente del trono y cuya representación ostenta la Casa de Medinaceli, desde el siglo XIII se llamó “De la Cerda”.
– Más allá del título, y de ser motivo perpetuo de seguimiento por la prensa rosa, ¿qué significa hoy en día pertenecer a la Casa de Medinaceli?
– Sin duda una gran responsabilidad pues, no en vano, son los representantes directos de la dinastía de la antigua Casa real Borgoña-palatina y eso significa –o debe significar– mucho. No existe ninguna otra Casa nobiliaria española con mayor alcurnia y distinción pues, aunque algunas desciendan de reyes, ésta además ostenta la representatividad de la antigua corona castellano-leonesa, que no es cualquier cosa.
– Haciendo un ejercicio de estricta genética (sin mayores pretensiones), y presumiendo que hasta Alfonso X “El Sabio” todos los Reyes de Castilla fueron legítimos, ¿podría llegar a afirmarse que los Duques de Medinaceli pudieran ser vistos como los verdaderos herederos de la Corona de Castilla? ¿En qué quedó su intento por ocupar el trono de Navarra?
– Ciertamente si se hubiera dado cumplimiento al testamento del monarca y se hubiera aplicado la nueva legislación recogida en Las Partidas, a la muerte de Alfonso X la Corona de Castilla-León se la hubiera ceñido el infante don Alfonso de la Cerda, tronco de los Medinaceli, y en consecuencia estos habrían ocupado el trono que –por derecho– les correspondía. Pero esa circunstancia no se dio y Sancho IV, aliado con la mayor parte de la nobleza coetánea, desbancó del trono a su sobrino.
Es más, de hecho, Enrique II de Trastamara, para legitimar su línea bastarda pretendió a mediados del siglo XIV casarse con doña Isabel de la Cerda, pero ella estaba entonces desposada. Y cuando en 1386 Juan I hubo de defender su derecho al trono frente a la hija y heredera del rey Pedro I "el Cruel", doña Constanza, no fundó ese derecho en su condición de hijo del primer rey Trastamara sino de descendiente por línea materna del linaje “De la Cerda”.
A partir de ahí los Medinaceli se resignaron a la pérdida del trono, aunque en la segunda mitad del siglo XV el último conde de Medinaceli aspirase por derecho de consorte al trono de Navarra.
Así y todo, algunos autores afirman que, todavía en el siglo XVIII, la familia colocaba una horca en los jardines de su palacio madrileño cada vez que se entronizaba un nuevo monarca, en señal de disconformidad.
En sentido contrario, desde la Monarquía, la realeza española siempre ha tenido presente la grandeza sin igual de la Casa de Medinaceli.
– Tengo leído que existió una gran rivalidad entre las Casas de Alba y Medinaceli. Los primeros eran más partidarios del “centralismo”, mientras que los segundos seguían tesis más próximas al “confederalismo”. ¿Qué hay de cierto en ello? ¿Tuvo mucho que ver la lucha por el poder dentro de la Corte?
– Pues esa rivalidad, como la que pudo haber con otras, no dejó de ser coyuntural en etapas muy concretas dentro de la dilatada historia de ambas casas nobiliarias, como la que Vd. alude que se ajusta a la guerra de Sucesión a la Corona española de principios del siglo XVIII (los Medinaceli se mostraron entonces partidarios del archiduque Carlos de Austria mientras que los Alba –como la mayoría de la nobleza– optó por Felipe de Borbón).
Buena prueba de que no existió, por lo general, esa rivalidad es que los padres de las actuales duquesas de ambas Casas mantuvieron una buenísima relación personal y compartieron muchos momentos de sus vidas, incluso en expediciones conjuntas que hicieron al polo norte. De hecho don Jacobo Alba siempre entendió la enorme importancia de la Casa de Medinaceli, sabiendo que no tenía parangón con ninguna otra (incluida la suya). Y este mismo respeto es el que hoy se profesan mutuamente doña Cayetana Alba y la duquesa Victoria Eugenia (“Mimi”) Medinaceli.
– ¿Fue la guerra en Flandes el mayor conflicto entre ambas casas? ¿A partir de cuándo, y por qué, la Casa de Alba coge prominencia sobre los Medinaceli?
– Sin duda alguna la época de don Fernando Álvarez de Toledo, el tercer y “Gran Duque” de Alba fue la de mayor esplendor de esta Casa (siglo XVI), precisamente por su notable participación en las guerras de Flandes y en el gobierno de los Países Bajos. Pero insisto en que esa rivalidad entre Alba-Medinaceli es más “leyenda negra” que otra cosa.
La prominencia de Alba a la que Vd. se refiere –en cuanto a parecer estar por encima de la de Medinaceli y de las demás casas nobiliarias– es muy reciente. Parte del siglo pasado pues, mientras que don Jacobo Alba dedicó su vida a potenciar la imagen de su Casa, don Luis Medinaceli consideró los cambios de la sociedad contemporánea como el fin de la clase y no hizo lo propio sino, más bien, lo contrario.
Además Cayetana Alba, como hija única, heredó todo el patrimonio familiar, mientras que el de Medinaceli quedó repartido entre las tres hijas de don Luis (las duquesas de Medinaceli, Lerma y Cardona).
Así y todo, esto de las prominencias y preeminencias hoy tiene mucho que ver con la presión mediática, aunque sin aplicar para ello ningún rigor pues no utiliza otro criterio que la popularidad del personaje (es como la pescadilla que se muerde la cola; se es más popular cuanto más se sale en los medios pero eso no significa, en absoluto, ser más preeminente). Basta contemplar la persecución que hoy somete la prensa del corazón a la duquesa de Alba, al contrario que la duquesa de Medinaceli, prácticamente desconocida para la opinión pública.
– Los Medinaceli cultivaron la cultura y fueron grandes mecenas, a la vez que coleccionistas de arte. De no haber acaecido el célebre incendio que acabó con buena parte de su Archivo, ¿podríamos hallarnos ante el más importante testimonio de los años de esplendor del Imperio Español? ¿Qué parte de este rico patrimonio nos ha llegado?
– Efectivamente el patrimonio histórico-artístico de la Casa Ducal de Medinaceli, que en la actualidad constituye el conjunto de bienes de la Fundación del mismo nombre, es el primero en manos privadas, y el más importante, en general, de nuestro país tras Patrimonio Nacional.
Y en cuanto al Archivo de la Casa –y en esto sí que hablo con total propiedad pues fue el tema al que dediqué en su día mi Tesis Doctoral–, a pesar de las muchas vicisitudes que atravesó a lo largo de los siglos, nunca fue presa del fuego (el de Alba sí sufrió un lamentable incendio en el palacio de Liria que lo dejó muy diezmado). De ahí que el Archivo Ducal de Medinaceli, que he tenido el honor de dirigir durante dos décadas, sea el centro documental nobiliario más importante de España, con fondos que arrancan del siglo IX.
Precisamente lo que otorga valor a cualquier Archivo es la conservación de sus series documentales lo más completas posibles, sin grandes lagunas, y este valor adorna al Archivo de Medinaceli hasta el punto de que no hay otro igual para estudiar la evolución del régimen señorial en los diversos territorios de nuestro país.
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– En la propia localidad de Medinaceli existe cierto “resentimiento” con los Duques, alegándose el abandono por estos de la villa que les dio nombre. Hasta hace muy poco su palacio estaba en ruinas, por ejemplo. ¿A partir de cuándo puede afirmarse que el antiguo Común de Villa y Tierra pasa a ser “secundario”? ¿Desde cuándo Andalucía pasa a ser el escenario principal de operaciones?
– Aquí me voy a extender algo más para que lo entiendan bien los habitantes de Medinaceli, en particular, y de todas las poblaciones del ducado, en general.
Ese “resentimiento” al que alude –comprensible a todas luces– afecta a la casi totalidad de poblaciones que fueron cabeceras de estados señoriales de nuestro país, salvo raras excepciones. Con la aparición del Estado Moderno los nobles de las grandes Casas tuvieron que vivir en la Corte, lo que les obligó a apartarse de sus lugares de origen. Los Medinaceli no iban a ser menos y establecieron su morada principal en Madrid a partir de mediados del siglo XVI y hasta mediados del siglo XX en que la actual duquesa se casó con un sevillano y estableció su residencia en Sevilla, en el palacio conocido popularmente como “Casa de Pilatos” que era el palacio de la Casa de Alcalá – Adelantados mayores de Andalucía, primer título que ella heredó en vida de su padre, al tiempo de contraer matrimonio.
Por consiguiente hasta la actual generación, y no antes, Andalucía no ha sido el principal “escenario de operaciones” de la Casa Ducal de Medinaceli. En cambio, en la Edad Media, cuando los Medinaceli eran también señores de Huelva y condes de El Puerto de Santa María, vivían asentados en sus estados del norte, residiendo mayoritariamente en Medinaceli, Cogolludo, Deza…, mientras que al sur sólo bajaron en esporádicas temporadas o durante cortas estancias.
Una cosa más que me gustaría añadir sobre este aspecto del “abandono” de los nobles de sus primitivos estados, para que no se sientan decepcionados los habitantes de Medinaceli: un duque de Medinaceli del siglo XVIII o de la primera mitad del XIX era titular de más de un centenar de estados y de varios millares de señoríos –y no estoy exagerando, aunque sea andaluz–; en consecuencia resultaba del todo imposible que pudiera atender personalmente tantos dominios (sí lo hacían sus oficiales por delegación ducal). Y tras la supresión de los señoríos y abolición de los mayorazgos (que no de las propiedades) en el mismo siglo XIX qué noble tenía liquidez suficiente para poder mantener en pie sus numerosos inmuebles en tantas villas y ciudades… Ahí queda esto para la reflexión de quienes se pudieran sentir defraudados por el abandono de sus nobles.
– ¿Cuál fue la relación de los Medinaceli con la Corona de Aragón, especialmente con Cataluña?
– Esta es una pregunta con respuesta radicalmente opuesta según el momento histórico al que nos refiramos. Pues si hablamos, por ejemplo, del segundo cuarto del siglo XV el IV Conde de Medinaceli don Gastón de la Cerda tuvo redaños para enfrentarse, con sus huestes del condado, a todo un rey de Aragón para la defensa de sus intereses. En cambio, si nos vamos a los inicios del siglo XVIII, ya dijimos antes que durante la guerra de Sucesión a la Corona española el duque de Medinaceli se mostró partidario de la causa del archiduque Carlos de Austria y de la defensa de los deseos “federalistas” de Cataluña (donde él tenía un patrimonio inmenso como titular de las Casas de Segorbe y Cardona y sus muchas agregadas en el principado).
– ¿Cuándo, y por qué motivo, se tomó la decisión de crear un nuevo panteón familiar en El Puerto de Santa María dejando el ya existente en Santa María de Huerta?
– Ese intento de cambio de panteón familiar, que finalmente no prosperó, se produjo en la última década del siglo XV y los primeros años del siglo XVI a raíz de un litigio que enfrentó a los monjes hortenses con los duques. Pero luego las aguas volvieron a su cauce entre la comunidad monástica y la Casa Ducal y todo vino a ser igual que antes.
Hoy el enterramiento familiar por excelencia es la impresionante cripta del Palacio Tavera de Toledo (antiguo Hospital de San Juan Bautista), cuyo patronazgo ejerce la Casa como marqueses de Malagón. Y no exagero tampoco ahora si añado que los Medinaceli tienen más de medio centenar de lugares de enterramiento repartidos por toda la geografía peninsular.
– ¿Qué relación tienen el Cristo de Medinaceli y la Casa Ducal?
– Aunque pueda sorprender a algunos, se trata de una relación directa pues la Fundación Casa Ducal de Medinaceli es desde 1980 la propietaria de todos los bienes muebles e inmuebles de la familia, y la devota imagen de Jesús de Medinaceli ?que se custodia en la basílica madrileña del mismo nombre? fue obsequiada por el rey Carlos II a su primer ministro, el duque de Medinaceli don Juan Francisco de la Cerda y Enríquez de Ribera, tras ser rescatada en el norte de África y llevada a la Corte. Sin embargo, es evidente que la milagrosa imagen del Cristo de Medinaceli será siempre de sus millones de devotos y nadie podrá arrebatársela.
– ¿Qué relación tuvieron el Cardenal Mendoza y el primer duque de Medinaceli? ¿Y el propio Cardenal con Colón?
– En cuanto a la relación entre el cardenal don Pedro González de Mendoza y Colón es fácil suponer que se produce ante la insistencia del nauta en gozar del favor de la Corte para conseguir su objetivo, que no era otro que los soberanos aprobaran su proyecto de llegada a las Indias orientales. Téngase en cuenta que el cardenal estaba considerado el “tercer rey de España” por la influencia y el poder que tenía durante el reinado de los reyes Católicos.
Y en cuanto a la relación entre el cardenal y el duque de Medinaceli, el prelado era hijo del célebre marqués de Santillana y, por tanto, era también hermano de doña Leonor de la Vega y Mendoza, la madre del duque; en consecuencia, el cardenal era tío de don Luis de la Cerda. Esto explica la permanente relación mantenida entre tío y sobrino a lo largo de sus vidas, así como el hecho de que el duque le pida al cardenal, al regreso de Colón de su primer viaje descubridor, que interceda ante los Reyes Católicos para tener participación en el negocio de la carrera de Indias, por haber sostenido al almirante durante dos años.
– ¿Qué motivos llevaron a ocultar el apoyo de los Medinaceli para la aventura de Colón? ¿Tenían los Duques algún tipo de “información privilegiada?
– No es que se haya ocultado el apoyo del primer duque de Medinaceli a Cristóbal Colón sino que no se le había dado la transcendencia que realmente tuvo hasta que me ocupé de este interesante capítulo de la biografía colombina. He podido demostrar en algunas de mis obras que el protectorado de don Luis de la Cerda al futuro almirante de las Indias se sustentó en el convencimiento del duque de que podía ser un proyecto no sólo viable sino además asumible por sí mismo. Pudo ser la de Medinaceli la otra alternativa del Descubrimiento (pues poseía los medios e infraestructura necesarios para ello) y no descarto que, efectivamente, don Luis tuviese determinada “información privilegiada” proveniente de algunos marineros de El Puerto de Santa María tan avezados en eso de adentrarse por las aguas del Atlántico.
– Catalán, gallego, genovés, templario... ¿de dónde era Colón?
– La verdad es que yo nunca he entrado en eso, en sus orígenes. En mis investigaciones sobre Colón siempre me he centrado en el Colón predescubridor, tras su llegada a Castilla en la primavera de 1485 –procedente de Portugal– y durante los siete años decisivos en los que busca el favor y apoyo de los soberanos para poner en marcha el proyecto náutico que hasta aquí le había traído. Pero francamente me inclino por su procedencia genovesa. No considero del todo sólidas esas otras versiones que le dan a Colón cuna en Cataluña, Galicia, Baleares,… y –mucho menos– en Castilla.
– Una historia, cuasi familiar, siempre ha vinculado a Colón con estas tierras de Celtiberia. Sanz García, en su polémico libro “Cristóbal Colón alcarreño o América la bien llamada” (Torrejón de Ardoz, 1986) llega a afirmar que Colón fue hijo de Aldonza de Mendoza (duquesa de Arjona), siendo Colón oriundo de la Alcarria. ¿Pudo venir el apoyo de los Medinaceli por una mera cuestión familiar?
– De lo que estoy absolutamente seguro es que no existe una relación de parentesco entre Colón y la familia “De la Cerda”. Y con respecto a un posible origen alcarreño digo lo mismo, dudo mucho de ello aunque, insisto, que yo nunca he estudiado este aspecto de la nebulosa biografía colombina.
– ¿Qué lugar ocupa la localidad gaditana de El Puerto de Santa María en el descubrimiento de América?
– Ocupa un lugar bastante importante en el descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, en buena medida fraguado por el hecho de que fue en aquel rincón de la bahía gaditana donde Colón permaneció entre 1490-91 a costa del duque de Medinaceli y conde de aquel puerto, lo que le permitió conocer y convivir con expertos marinos que después llevaría consigo en sus viajes descubridores (Alonso de Ojeda, Rodrigo de Bastidas, Juan de la Cosa,…). Algunos de ellos fueron protagonistas también de otros viajes considerados “menores”, pero fundamentales, de la empresa indiana. Además, desde El Puerto de Santa María se aprestó el segundo viaje de Colón allende el mar océano.
– ¿Quiere añadir alguna otra cosa para concluir esta entrevista?
– Sólo una primicia: estoy elaborando, ya en fase bastante avanzada, un libro “específico” sobre el Archivo del condado y ducado de Medinaceli, es decir, al margen de los otros muchos fondos de Casas agregadas que se le incorporaron con el tiempo, obra que confío en publicar a lo largo del próximo año si se interesa en este proyecto editorial alguna institución soriana y/o guadalajareña.