Perfectamente explicado, no me queda mucho más que añadir
Sara se casó dos veces, la primera le eligió el marido el califa de Damasco, un hombre de su confianza llamado Isa ibn Muzahim. La segunda su buen amigo Abderramán I convertido ya en emir de al-Andalus, escogió uno de los mejores generales a su servicio, de origen sirio. Lo explico porque sabéis que en al-Andalus, en principio, los árabes que llegaron de Arabia de verdad no se mezclaron con la población local por aquello de conservar puro su origen y presumir de tribu, luego amezanzados por la extinción no tuvieron más remedio. El hecho de que en estos primerísimos tiempos una goda se casase con árabes de elevadísimo estatus da idea del aprecio y admiración que el califa y el emir le tuvieron.
Su historia, interesantísima, fue contada por su bisnieto, el cronista Ibn al-Qutiyya, descendiente de su primer matrimonio. Del segundo descienden algunas de las familias más importantes de la taifa sevillana.
(tanto hablar de al-Andalus me está apeteciendo un helado de pistachos con agua de rosas
)
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.