A veces, por buscar piezas diferentes y curiosas, se me olvida mostraros las más conocidas y obvias
Rosa de Oro de Minucchio da Siena (1330), dada por el Papa Juan XXII a Rodolfo III de Nidau, Condé de Neuchâtel.
La Rosa de Oro es una condecoración otorgada por el Papa a personalidades católicas preeminentes. Fue creada por León IX en 1049. De todas las que se entregaron, ésta del museo de Cluny en París es la más antigua que se conserva.
La ceremonia de la rosa de oro se ha mantenido prácticamente sin cambios durante siglos. Cada año, el cuarto domingo de Cuaresma, llamado Laetare, el Papa estaba acostumbrado a ofrecer una rosa de oro a un personaje del que prentendía ensalzar su piedad. La rosa se ha identificado porque el destinatario añadió sus armas en el pie. Fue ofrecida por el Papa Juan XXII a Rodolphe Nidau III, conde de Neuchâtel, que había apoyado el Papa en su terrible lucha contra el emperador Luis de Baviera. Además las cuentas del papado, bien conservadas durante el tiempo en que el pontífice residió en Avignon, han identificado el orfebre responsable: Minucchio, que pertenece a una serie de artistas de Siena que hacen de Aviñón un crisol de la creación artística en el siglo XIV.
Otros personajes notables que han recibido la rosa de oro, y que nos interesan a nosotros, son:
Alfonso VII, Rey de Castilla, por el Papa Eugenio III en 1148.
Juan II de Castilla (Eugenio IV en 1436).
Gonzalo Fernández de Córdoba, en 1497, por Alejandro VI.
Isabel la Católica, en 1500 por Alejandro VI.
Isabel Juana de la Lama y de la Cueva, mujer de Gabriel III de la Cueva y Girón, V Duque de Alburquerque, gobernador de Milán. La fue concedida por una Breve de Pío V fechada en Roma a 21 de marzo de 1569.
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel "Gran duque de Alba", por el papa Pablo III.
Isabel de Borbón en 1618 por Pablo V.
María Luisa Gabriela de Saboya, Reina de España (Clemente XI en 1701).
Isabel II por Pío IX en 1868.
María Cristina de Austria, Reina Regente de España (León XIII; 1886)
Victoria Eugenia de España, consorte de Alfonso XIII en 1923 por Pío XI.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.