El Príncipe: «Tenemos muy buenas sensaciones sobre Madrid 2020, pero es una incógnita»Los Príncipes de Asturias han llevado este lunes a sus hijas, las Infantas Leonor y Sofía, al corazón de la Mallorca tradicional, una finca localizada en la sierra de Tramontana, cuyos propietarios, la familia Seguí, la han convertido en un templo de las tradiciones populares de la isla y la han abierto al público.
La llamada «Granja de Esporlas», situada en un precioso enclave natural a los pies de la sierra de Tramontana, es un trozo del pasado conservado en el presente. «Una auténtica muestra viviente de las costumbres mallorquinas», según indican sus responsables. Leonor y Sofía pudieron ver en vivo oficios casi extinguidos como el de herrero, tornero, cerero o alfarero, visitar el museo, lleno de muebles, herramientas, vestidos y juguetes de otras épocas, y contemplar animales de granja, como cabras, burros o el típico cerdo negro mallorquín, del que se elabora la famosa sobrasada. Este paradisíaco paraje no queda lejos de las dos mil hectáreas que quedaron destrozadas por un incendio la semana pasada en Andratx. De hecho, a algunos de los vecinos desalojados los instalaron en el municipio de Esporlas.
Las niñas, acompañadas por sus padres, pasearon por los jardines con fuentes naturales y manantiales de esta finca, que dispone de una mansión del siglo XVII de inspiración renacentista y perfectamente conservada. La posesión se construyó donde estuvo en el siglo XIII un convento cisterciense.
En esta ocasión, los Príncipes y sus hijas caminaron con cierta tranquilidad, en comparación con el revuelo que provocaron el verano pasado cuando recorrieron el paseo marítimo de Sóller acompañados por una multitud de turistas y lugareños, dispuestos a cualquier cosa por una foto con Don Felipe y Doña Letizia. Ayer, la familia llegó a «La Granja» pasadas las seis y cuarto de la tarde, cuando apenas quedaban visitantes, ya que este recinto privado cierra sus puertas a las siete.
El Príncipe, con vaqueros y camisa blanca; Doña Letizia, con pantalón pitillo color verde agua y un blusón blanco sin mangas, y las niñas, con pantalones cortos, blusas sin mangas, sandalias y una pulsera cada una en el tobillo izquierdo. La Princesa se ocupó de pagar las entradas.
Los cuatro empezaron el recorrido, que duró más de hora y media, y aprovecharon para hacerse numerosas fotos: el Príncipe a la Princesa con sus hijas, la Princesa al Príncipe, Leonor, a veces con un móvil y a veces con la cámara, a cualquier detalle que le interesaba. Incluso, en un momento dado, Don Felipe pidió «un voluntario» que fotografiara a los cuatro.
«Magnífica oportunidad»
A la salida, Don Felipe mantuvo una breve conversación con tres periodistas (EFE, La Vanguardia y ABC) mientras Doña Letizia tomaba un refresco con sus hijas. Queda exactamente un mes para que el COI elija la sede de los Juegos Olímpicos de 2020, a la que aspira Madrid, y el próximo 6 de septiembre, Don Felipe defenderá a la candidatura española en Buenos Aires. A un mes de una decisión que puede ser histórica, le preguntamos sus impresiones: «Tenemos una magnífica oportunidad, aunque es una incógnita cómo decide el COI. Es tan críptico como el Cónclave... », agregó en referencia a la elección del Papa.
No obstante, añadió que «todas las indicaciones que nos llegan de distintas fuentes cercanas nos dan muy buenas sensaciones» y, aunque «supongo que también se lo dicen a todos, es bueno que nos lo digan a nosotros también». Estas buenas sensaciones llegan, «sobre todo, después de Lausana», agregó el Heredero, pues «algunos que antes no nos decían nada, ahora sí nos dicen que nos ven más en liza, en competencia» y «alguno que no nos pensaba votar, ahora parece que sí». «La tendencia es positiva», concluyó.
«Cambiar el tono general»
El Príncipe también destacó que los Juegos Olímpicos son una «oportunidad para cambiar el tono general en España y generar entusiasmo colectivo, pero también para el Olimpismo», ya que se trata de una ocasión en la que «se abre el abanico a proyectos realistas, más sostenibles y pegados a los tiempos», frente a «los megaproyectos de antaño».
Tras esta breve conversación, los Príncipes y sus hijas abandonaron «La granja de Esporlas». «¿Les ha gustado la visita?», les preguntan. «Sííí», respondieron las niñas, que no pararon de preguntar para qué servían infinidad de objetos y herramientas de otras épocas.
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