Cuando pensamos en los palacios de Enrique VIII, las imágenes y fotos de Hampton Court y del Palacio de Eltham son las que vienen a la mente. Sin embargo, un pequeño pueblo rural en el oeste de Kent es la localización de un edificio que podría ser considerado como la joya del diseño y la arquitectura Tudor.
www.heritagedaily.comEl edificio es Otford Palace que, aunque en ruinas ahora, fue en su tiempo uno de los principales centros de intrigas y luchas de poder entre el monarca y la Iglesia en Inglaterra. El edificio fue testigo de acontecimientos clave de la época turbulenta de los Tudor y es una expresión física de la rivalidad entre dos de los hombres clave en la corte de Enrique VIII: el Arzobispo de Canterbury y ex lord canciller de Inglaterra, William Warham, y el Arzobispo Wolsey, la mano derecha de Henry y Lord Canciller de Inglaterra .
El palacio se encuentra en la parroquia de Otford, Kent, junto al Pilgrims Way que según la tradición era el camino tomado por los peregrinos al santuario de Thomas Becket en Canterbury. El edificio en sí está situado en la desembocadura del río Darent, a sólo 200 metros de la corriente, un emplazamiento que ha causado perplejidad ya que se encuentra a baja altitud y es propenso a las inundaciones.
En total ocupa una hectárea que ahora es propiedad del ayuntamiento y algunos particulares y, mientras que el edificio está en ruinas, partes sustanciales sobreviven incluyendo algunas estructuras que están actualmente en uso como residencias privadas. Poco más de la mitad de la galería norte que rodeaba el patio principal, que también incluye la torre noroeste de la que restan unos 11,5 metros, se encuentra a 3 metros de altura. También se observan restos de mampostería en los jardines delanteros y traseros de las viviendas particulares.
Los restos más antiguos de la zona se datan en el período sajón, pero la primera evidencia de un edificio fue construido por Lanfranco, arzobispo de Canterbury, en 1086 . Durante los siguientes 400 años, la casa señorial original creció en tamaño, hasta que el arzobispo William Courtenay a finales del siglo XIV remodela el palacio creando un edificio impresionante que incluye una nueva gran sala. Sin embargo, 150 años después el sucesor de Courtenay, William Warham, construye un edificio que iba a tener un efecto profundo en el diseño de edificios de estilo Tudor y su influencia se puede ver hoy en Hampton Court. Demolió todos los edificios existentes y sentó las bases del estilo Tudor tal y como lo conocemos, con un coste total que superó las 33.000 libras esterlinas.
El nuevo palacio , que incorporaba ideas y diseños importados de la Europa renacentista , se convirtió en un centro clave para el entretenimiento de los huéspedes importantes de la Iglesia y el Estado.
En 1518 el Nuncio Apostólico, Cardenal Campeggio, pasó dos días allí para conversar con Warham sobre el estado de la Iglesia inglesa. En 1519, Enrique VIII se quedó allí con su cortepara cazar en el gran parque de los ciervos que se adjuntó al palacio. Al año siguiente Enrique y Catalina de Aragón, junto con la corte real pernoctaron alí mientras iban camino a Francia para la reunión entre Enrique y Francisco I. Debió ser una buena fiuesta ya que se estima que la corte que acompañaba a Enrique era de unas 3.000 personas.
Entre 1532 y 1533 la princesa María, futura Reina de Inglaterra, se quedó allí refugiándose de la agitación política y religiosa que se cierne sobre Inglaterra después del fin del matrimonio de su madre con el monarca.
Entre William Warham y el cardenal Wolsey se estableció un tenso enfrentamiento, rivalidad que llevaron a la construcción de edificios: Otford contra Hampton Court. El primero se empezó en 1514 y el segundo en 1515. Sus gallerías y puertas son prácticamente idénticas pero la de Otford es un poco mayor. Lo que ahora plantean los estudiosos es que si fue más temprano y mayor es porque Otford fue el
modelo de Hampton y no al revés. En una carta de 1552, Wolsey ofrece irónicamente a su rival una estancia de unos días en Hampton Court para "secarse" ya que Otford se inundaba con frecuencia.
Al final fue Enrique VIII quien ganó la partida puesto que se quedó con las dos casas.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.