Letizia canta en mallorquín
Viernes 17 de enero. 23:30 de la noche. Hilari Martínez-Ballesteros, tarraconense entusiasta del rock y la electrónica no ha conseguido entradas para el concierto que Depeche Mode ofrece en Madrid y su amiga Sonia tiene una idea. “Vamos a ver a un tío muy bueno que conozco, un cantante de Palma que se llama Jaime Anglada”. El artista mallorquín ofrece un concierto acústico en el Café Galdós, un pequeño local de la calle Los Madrazo. Hilari no lo conoce. Nunca lo ha oído en directo y mucho menos sabe que es íntimo del príncipe Felipe, que ese mismo fin de semana esquía con unos amigos en Formigal. Sin embargo, esta será la menor de sus sorpresas esa madrugada. “A eso de las once y media pasadas yo ya estaba dentro del local, pequeñísimo por cierto, cabrían 40 personas como mucho. Entonces entró un pequeño grupo de gente que se puso a mi izquierda, al lado de la pared. En el grupo iba una chica que me gustó mucho. Guapa a rabiar. Y claro, me quedé mirándola”. Hilari le dio vueltas a aquel rostro. Le recordaba a alguien. Así se lo hizo notar a su amiga Sonia. “Pero burro, ¡si es la princesa Letizia!”. No podía ser cierto. ¿Y tan cerca? “Mis amigos, Sonia y su marido, tienen amigos comunes con Anglada. Le hicieron llegar un whatsapp a él comentándoselo. Y Anglada se lo confirmó. No era una doble”. Así es. Doña Letizia se cuenta entre las amistades del cantautor y ella y el Príncipe acuden a verlo con frecuencia. No solo la pareja. Incluso las infantas Leonor y Sofía han podido presenciar el talento de Jaime en Palma. Siempre se ha dicho que cierto elenco de amigos de don Felipe, particularmente aquellos con quienes compartió veranos en Mallorca, no son del gusto de la Princesa. Sin embargo, cuando por medio está el arte, la pintura o una guitarra, la cosa cambia. En gustos musicales la la princesa Letizia y Don Felipe no suelen coincidir, pero este caso es una excepción.
Esa noche doña Letizia vestía vaqueros, blusa negra por dentro del pantalón y chaqueta oscura. “Tenía un tipazo”, asegura nuestro confidente. Y durante todo el concierto solo bebió una caña. Iba acompañada de una pareja y dos amigas. “En un momento dado se levantó y volvió con gafas de pasta, grandes. Imagino que le incomodaría que la mirase tanto y quizá trató de disimular. Por eso cambió la postura y procuró ocultarse tras una amiga. Pero la incomodidad le duró poco. Cuando Anglada comenzó a cantar, se las sabía todas”. Sonia confirma la misma percepción para Vanity Fair: “Me sorprendió que, por un lado tratase de pasar desapercibida, porque en su actitud se notaba, pero por otra pidiese una canción tras otra a Jaime”. Hilari remata el retrato de una Letizia muy natural, nada envarada: “Se comportaba como una chica muy normal, nada que ver con esa imagen pretendidamente soberbia que se da en las revistas. Una de las canciones que pidió, ‘Cridaré el teu nom’, Jaime se la dedicó especialmente. ‘Para la del fondo’, dijo desde el escenario con una sonrisa. También cantó, como cantamos todos, la versión que Jaime hizo de ‘La vida sigue igual’, de Julio Iglesias”.
El propio Hilari tuvo esa noche un papel destacado. Subió al escenario para hacer de traductor de mallorquín/castellano en uno de los temas de Anglada. “Cuando luego salí a fumar hubo quien me preguntó si estaba pactado, porque había quedado muy gracioso. Un cliente habitual del local me aseguró que Letizia ya había estado alguna vez más en el Galdós y me dijo que no se me ocurriese hacerle una foto con el móvil. En caso de que alguien se atreva, los escoltas se dan cuenta ipso”. Su amiga Sonia nos lo confirma. “Saqué el móvil en la puerta, para hacer una foto de Hilari y mi marido en el lugar en que habíamos conocido a la Princesa y unos clientes nos dijeron que ojo, que si los escoltas te ven con una cámara o un móvil en alto, te vienen y piden que borres esa foto delante de ellos”. Según Hilari, eran tres los escoltas de la Princesa aquella noche, un hombre y una pareja que, a mitad de la velada, salió para aguardar fuera, sentados en un coche oscuro con los cristales tintados. El que iba solo, tras cerciorarse del interés de Hilari en doña Letizia, no le quitó ojo en toda la noche.
Sobre las dos de la madrugada y al terminar el concierto acústico, la sala de conciertos fue vaciándose y la clientela apuró la última copa en la sala contigua. Letizia y sus amigos, sin embargo, fueron los elegidos para quedarse en la primera charlando con el cantautor. Nuestro protagonista quiso ver de cerca de Letizia una vez más y aprovechó para entrar a la sala y despedirse de Jaime Anglada en calidad de intérprete. La tuvo a centímetros pero la vergüenza pudo más. No se atrevió a decirle nada. Fue el último momento de la historia de Hilari y la Princesa.
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