Copa de Santa Inés, de oro con esmaltes y perlas. Fue hecha para los miembros de la familia real francesa a finales del siglo XIV. Las superficies están decoradas con escenas de la vida de santa Inés en esmalte
basse-taille con colores translúcidos que reflejan luz del oro que está debajo, el fondo tiene decoración grabada
pointillé. El rojo claro era el color más difícil de conseguir técnicamente y se apreciaba mucho por este motivo y por el brillo obtenido cuando se hacía de forma correcta.
No se han encontrado evidencias firmes respecto a la fecha y las circunstancias en las que se creó la copa. Aparece claramente documentada por primera vez en un inventario del año 1391 de todos los artículos de valor que pertenecían a
Carlos VI de Francia (quien reinó entre el 1380 y el 1422), probablemente fue un regalo de su tío Juan, duque de Berry, famoso coleccionista.
Más tarde Carlos VI la entregó a Juan de Lancaster, Duque de Bedford. Vuelve a aparecer en los registros como propiedad de Enrique VIII, que añadió las rosas Tudor al conjunto.
Cuando Jaime I de Inglaterra accedió al trono inglés en 1603 una de sus primeras prioridades fue acabar con la Guerra anglo-española, que tenía lugar desde el 1585. La copa fue entregada al condestable de Castilla Juan Fernández de Velasco y Tovar como regalo tras la firma del tratado de paz. En 1610 el Condestable dio la copa a un convento de Medina de Pomar, cerca de Burgos. La copa permaneció en el convento hasta 1882, cuando las monjas, debido a problemas económicos, tuvieron que venderla. Actualmente está en el Museo Británico.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.