Madre mía, otra boda que me pierdo. Aunque no sé que decir. Creo que me alegro de habérmela perdido. Es indescriptible. Hay que llamar al tito Miguel para preguntarle unas cuantas cosas acerca de la boda de su hija. Hubiera preferido que no se casaran, total llevaban una década juntos.
Ahí va mi crítica:
El vestido de la novia es de película, de película de terror. Madre mía. Parece el emboltorio de un regalo. El novio ha debido pasar un poco de verguenza al ver aparecer semejante vestido pegado a su mujer.
De Miguel sólo puedo decir que como se estropean los cuerpos, y el estilo. Marina es fiel al suyo, pero ha ido mejor vestida y peinada a sus exposiciones de esculturas.
Lo de la reina y sus pijamas traspasa fronteras, pero pocas, gracias a Dios. Sólo los lleva en Palma y en Grecia.
A Irene se lo perdono todo, todo.
Claude, la pobre se conserva fatal. Un poco de tinte no viene mal.
Qué más puedo decir. La boda me ha parecido de cuchitril, pero por encima de todo, felicidades para los novios por haber unido a dos familias reales de nuevo.