Hasa de Arabia Saudí, una princesa a la fuga.
La princesa Hasa es uno de los hijos más escurridizos del rey saudí Salman (80). A sus 42 años, su vida pública resulta casi inexistente. Del mutismo que envuelve su biografía sólo han escapado un puñado de fotografías que relatan retazos de su remota infancia. Su calculado silencio mediático se ha quebrado en los últimos días por culpa de un extraño suceso que ha protagonizado su alteza. La pasada semana Hasa abandonó París atropelladamente. Para poner pies en polvorosa arguyó su inmunidad diplomática. Poco antes, su guardaespaldas la había acusado de ordenarle el asesinato del pintor y decorador que contrató para realizar la reforma de su exclusivo apartamento de la avenida Foch, una de las arterias más cotizadas del mundo, situada a un tiro de piedra del Arco del Triunfo en el distrito XVI de la Ciudad de la Luz.
"Tienes que matar a ese perro. No merece vivir", pronunció Hasa, según el testimonio de su ya ex escolta. El pintor, de 53 años, había sido cazado tomando fotografías de las estancias del inmueble. La víctima aseguró que necesitaba las instantáneas para su trabajo -las usaría más tarde para devolver el mobiliario a su posición original- pero, a juicio de la princesa, su verdadero propósito era vender a la prensa los fotogramas de su elegante palacete. El guardaespaldas, con licencia de armas, se limitó a cumplir las órdenes: le golpeó la cabeza; le ató manos y pies y durante las cuatro horas siguientes le propinó una salvaje paliza. Su martirio, según varios medios de comunicación parisinos, concluyó al intervenir otro hombre y tras aceptar la humillación de arrodillarse y besar los pies de Hasa. "No vuelvas nunca más al distrito XVI", fue la última amenaza que escuchó el empleado, que ni siquiera llegó a cobrar los 20.000 euros que costó la restauración ni recuperó sus herramientas. Recobrada la libertad, el pintor acudió a la policía. Según las fuerzas de seguridad, las heridas y los hematomas aún eran visibles en el momento de la denuncia.
http://www.elmundo.es/loc/2016/10/08/57 ... b460d.html
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.