Tomo aire. Ahora mismo me alegro de haber llegado con un día de retraso a comentar todo esto, porque ayer tenía un cabreo bastante importante cuando me dirigía a pedir un café con leche y vi semejantes comentarios en El País. Tuve que comprarlo a regañadientes, lo reconozco.
Yo debo decir que defiendo a la reina, pero como la mayoría, con matices. Estamos en un país democrático, a cuyas gentes se les llena la boca hablando de libertad de expresión. Pues bien, la reina ha ejercido tal derecho. Su derecho a expresarse libremente sobre un tema como es la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, la religión, o, al fin y al cabo, su vida. No por ser reina, esta mujer, no debe tener opinión. Ahora bien, yo creo que el hecho de que todos estos temas, de los cuales la reina ha vertido su opinión, sean espinosos o hirientes para un sector de la población refrenda más el hecho de que deben ser tratados de la puerta de palacio hacia dentro, nunca hacia fuera. Pero el caso es justamente ese, que se ha tratado dentro de palacio, no fuera. No voy a entrar a valorar quién ha tenido la culpa de hacerlas públicas, ni si ha exisitido o no consentimiento alguno para que vieran la luz.
La reina, como consorte, no tiene atribuciones propias en estos momentos. La Constitución no se las da. Salvo en caso de regencia. En el caso del rey, la cosa cambia de forma evidente. Por tanto, lo que diga doña Sofía, realmente, "no debería tener importancia". Pero la tiene. Aquí queda demostrado lo que ella ha dicho muchas veces: que la institución monárquica no la representa sólo el rey, sino toda la Familia Real, cosa que en una República no sucede.
Ella ha hablado, ha dado su opinión. Exacta o inexacta. Eso ya se verá. Pero es su supuesta opinión, y debe ser respetada. Pero su trascendencia pública, su papel, su cargo, debía haberle hecho medir un poco más sus palabras y su sinceridad.
Dicho esto, ahora estoy reflexionando si comprar el libro de Pilar Urbano o no. La publicidad de éste me ha gustado tan poco, que quizá prefiero conservar en mi memoria el libro de hace 13 años. Es posible que mañana cambie de opinión.
P.S: Lo de la palabra matrimonio viene ya de lejos. Para muchos sólo puede representar un sacramento cristiano. El hecho de que en la ley que permite la unión entre personas del mismo género se incluyera la palabra matrimonio y no otro sinónimo, trajo polémica en su día. En cambio en Inglaterra decidieron aprobar dicha ley, pero no incluir la palabra matrimonio por respeto a la iglesia.