Por favor, pero esto es maravilloso.
Qué pena que los nuestros no llegaran hasta el día siguiente, era el momento acorde para que nuestro Juan Carlos se marcara algo con los chavales.
Ahora viendo el ambiente que había en la cena, entiendo lo de Haakon con la barba.
Yyyyyyy, me ha sorprendido la desenvoltura de todos los niños noruegos, pero especialmente Sverre (al que parece que todos llaman Magnus), del cual pensé que era más bien paradillo. Serán las prejuiciosas fotos de los bostezos cada año durante el desfile de la Fiesta Nacional. Bueno, da igual, que me ha gustado mucho, tanto, que para lo nuestro también vendría bien. Estoy cansada de ver como por estos lares el hecho que a uno lo dejen con un micrófono en las manos, o peor, que se lo pongan delante, sea sinónimo de estar viendo el fantasma de la abuela. Qué naturalidad de muchacho, qué desparpajo, qué bien nos haría.