Vamos a ponernos serios.
Os presento a Mary Montagu Douglas-Scott, duquesa de Buccleuch y de Queensberry, cuya colección de 5 tiaras le tuvo varios días dudando sobre cuál ponerse para la coronación de Jorge VI.
Molly, como la llamaban en confianza, estaba casada con el 8º duque de Buccleuch y 10º de Queensberry, que casualmente era hermano de la princesa Alice, duquesa de Gloucester.
La duquesa, alma viajera ella, había pasado unas vacaciones en México y se había aficionado a la lucha libre que se practica en aquel país. Por aquella época triunfaba en el ring Emilio Botas, "Botorrita". No sabemos si la duquesa quedó deslumbrada por Botorrita, aunque es seguro que le impactó el cinturón que lucen los campeones de esta especialidad deportiva (me lo estoy inventando todo, pero seguid conmigo).
Por ese motivo, decidió que a la coronación iba a ir con una tiara-cinturón que guardaba en la caja fuerte familiar. La aristocracia británica ha sido siempre muy partidaria del "caballo grande, ande o no ande". Atentos al pedazo de tiara que la buena señora se calzó aquella mañana de 1937.
Se dice que a Botorrita se le saltaron las lágrimas y su endurecido corazón quedó reblandecido cuando vio las fotos del homenaje joyeril de la duquesa.
En esta otra imagen se aprecia mejor la tiara-cinturón
Aquí tenemos a Molly luciendo la tiara como cinturón y ya puestos, varios millones de libras en joyas variadas, para no aburrir.
Antes de que os dé un soponcio pensando que todas estas joyas se han ido vendiendo, permitidme que os tranquilice con la noticia de que siguen todas en posesión de esta riquísima familia, que estableció un fideicomiso en los años 30 para evitar la dispersión de sus colecciones, en las que hay también un Leonardo y un Rembrandt.