Básicamente se justifica en que el 30 de diciembre de 2007, el Rey Miguel decidió cambiar las normas del Estatuto de la Familia Real de Rumanía.
De hecho pidió que su nuevo estauto obtuviese el visto bueno del parlamento rumano, sobre todo preocupado por la Ley Sálica que imperaba en la Constitución del antiguo Reino de Rumanía. Los legisladores le respondieron que ese documento y las normas que recogía tenían carácter privado y que, ante su preocupación por la Ley Sálica, debía atender que la Constitución que impedía a las mujeres reinar (y en el caso que nos ocupa, casarse con rumanos), ya no estaba en vigor pues había sido abolida.
Cierto es que cuando Margarita se casó con Radu, aún no había sido reconocida como heredera de su padre (por la famosa Ley Sálica que todavía daba vueltas en la cabeza del Rey). Con el nuevo estatuto de 2007, alteró el orden de sucesión, nombró a Margarita como heredera al trono, Custodia de la Corona y se desligó para siempre de la antigua Constitución. Paralelamente, tras la boda de Margarita con Radu, ya en 1999, consiguió que el primo Hohenzollern le concediese un título para paliar un poco el temita. Aunque todo quedó en nada en 2007, tras ser el propio Miguel el que concediese a su yerno el título de Príncipe de Rumanía.