La Reina Juliana llevaba 32 años en el trono neerlandés cuando decidió abdicar. Tenía 71 años cuando lo anunció; Beatriz ya había cumplido los 42. Se convertía así en la tercera Reina de los Países Bajos.
La abuela de Beatriz, la Reina Guillermina, también había abdicado en 1948. Para los Orange, la abdicación, ya se había convertido en una tradición establecida. Al contrario que en otras dinastías, en las que se entiende o entendía que una abdicación es un acontecimiento desestabilizador que puede sacudir los cimientos de la monarquía, en los Países Bajos se concibe como una transición de poder que libra al Rey/Reina de serlo hasta su muerte.
Ceremonia de abdicación, 30 de abril de 1980 Empezaba así el reinado de quien fue considerada como una especie de "madre para el país", una perfecta monarca constitucional. Pero los inicios no fueron fáciles. La economía no marchaba bien y la popularidad de la Familia Real no pasaba por sus mejores momentos. El Príncipe Bernardo, admirado por su labor durante la Segunda Guerra Mundial y la posterior reconstrucción del país, había lapidado gran parte de su popularidad.
Beatriz tuvo que afrontar las consecuencias del conocido como Escándalo Lockheed. Dicho escándalo sacudió a la Corona en 1976, cuando la prensa informó que el Príncipe Bernardo había aceptado un pago de 1,1 millones de dólares de la empresa estadounidense Lockheed Corporation para influir en la compra de aviones de combate por parte del Gobierno neerlandés. Ese dinero iba dirigido a garantizar que el Lockheed F-104 ganara al Mirage 5 en el concurso para la compra de nuevos aviones.
En aquel momento, Bernardo formaba parte de más de 300 consejos de administración y comités de empresas de todo el mundo. Su papel había sido elogiado en los Países Bajos por sus esfuerzos para promover el bienestar económico del país. El Primer Ministro, Joop den Uyl, ordenó una investigación sobre el asunto Lockheed. El Príncipe se negó a dar explicaciones, afirmando ante los periodistas: "Estoy por encima de esas cosas". Su muestra de suficiencia y su nula disposición a cooperar, fueron duramente criticadas.
La prensa nacional e internacional se hizo eco de la noticia durante meses. El idilio entre el pueblo y la prensa neerlandesa con el Príncipe Bernardo, había saltado por los aires. Aprovechando el escándalo, se sacaron a relucir los documentos de la pertenencia del Príncipe a las Reiter SS nacionalsocialistas y los detalles de sus numerosas relaciones extramatrimoniales. Señalaron que había comprado un lujoso apartamento en París para su amante Hélène Grinda, con la que tuvo una hija, Alexia (1967). Bernardo ya tenía otra hija nacida de una relación extramatrimonial anterior, Alicia (1952).
El 26 de agosto de 1976 se publicó un informe completo de las actividades de Bernardo. Las conclusiones de la investigación provocaron una crisis constitucional en la que la Reina Juliana amenazó con abdicar si su marido era procesado. Los ciudadanos quedaron conmocionados. Se hizo pública la carta que el propio Príncipe envió en 1974 a Lockheed Corporation, en la que exigía que se le pagaran "comisiones" por las compras de aviones del Gobierno holandés. Una conducta que fue calificada como impropia, aunque por respeto a la Reina Juliana, el Gobierno no presentó cargos contra él.
El Príncipe Bernardo dimitió como Inspector General de las Fuerzas Armadas y no se le permitió volver a vestir uniforme militar en público. El Primer Ministro Joop den Uyl, en una declaración ante el Parlamento, anunció que el Príncipe también dimitiría de sus diversos cargos en empresas, organizaciones benéficas y otras instituciones. A cambio, los Estados Generales de los Países Bajos votaron en contra de su persecución penal. Bernardo cedió la presidencia del Fondo Mundial para la Naturaleza al Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, tras más de dos décadas al frente de esta.
En una entrevista publicada después de su muerte, el 14 de diciembre de 2004, el Príncipe admitió que había aceptado más de un millón de dólares en sobornos de Lockheed. Reconoció que fue un error y afirmó que todo el dinero fue a parar al Fondo Mundial para la Naturaleza. Dijo: "He aceptado que la palabra Lockheed esté grabada en mi lápida".
En febrero de 2008, la biografía de Joop den Uyl afirmó que el informe oficial que investigaba el escándalo de los sobornos de Lockheed también presentaba pruebas de que el Príncipe había aceptado dinero de otra empresa aeroespacial: Northrop. El ex Primer Ministro afirmó que no había hecho pública la información para proteger a la monarquía holandesa.
Así que Trix recibía una corona con un marrón considerable y en horas bajas. Aunque habían pasado unos años, los coletazos de los desmanes de Bernardo seguían presentes. A eso se sumaba una situación económica muy difícil. Desde el balcón del Palacio Real de Amsterdam, Beatriz escuchó estoica los silbidos y las protestas de varios grupos de manifestantes. Su cara de circunstancias lo decía todo. Hubo disturbios en el momento de su proclamación como Reina. Miles de manifestantes que protestaban por la escasez de viviendas, libraron verdaderas batallas campales con la policía, y lo hicieron a tan solo unos cientos de metros del lugar donde tuvieron lugar las celebraciones.
Aunque era muy respetada por su estilo sin pretensiones, su seriedad y buen talante, Beatriz tardó gran parte de su reinado en alcanzar la admiración y popularidad con la que se despidió en 2013. A lo largo de los años supo ejercer una influencia tranquilizadora en la sociedad.