Me ganaste de mano.
Voy a dejar las fotos en tañano grande como le gustan a Clara.
Siguiendo con el binomio Niarchos-Firyal, hoy hablaremos de una pieza de Cartier. Un collar de vanguardia, pero que guarda reminiscencia con el más puro art-decó.
Durante la década de los 70 del siglo pasado, los collares largos volvieron con fuerza. También en esos años el oro amarillo con brillantes se eleva al pináculo de la
moda, sobre todo para las joyas de día. Obviamente es de público conocimiento que las piedras de color se crecen al estar engastadas en oro amarillo.
Como observamos en este collar, los brillantes engarzados en virola se conectan unos con otros mediante una simple argolla, lo cual le otorga a la pieza total flexibilidad.
Los zafiros de talla oval y corte en cabujón dan el toque de color a la pieza, a la cual se unen diamantes en talla gota.
Hacia el centro -un detalle de diseño floral con dejes orientales- hacen su aparición diamantes de talla navette que acompañan al resto de las piedras.
De este se desprenden tres caídas donde los zafiros se hallan orlados por brillantes, conectados entre sí por pequeños solitarios y culminando en tres detalles florales.