A muchas personas de mi generación nos pasaba que no sabíamos a qué sonaba su voz. Es decir, cuando éramos chicos, sabíamos a qué sonaba la voz del Rey JC y de Felipe, pero no estábamos familiarizados con la de la Reina Sofía o las Infantas. Eso no significaba que creyéramos que no sabía o no entendía el español.
No había internet, si pillabas un discurso suyo debía ser en el informativo de La 1 y poco más. No se dedicaban horas y horas a hablar o a comentar los actos de la Familia Real. La cobertura televisiva era más bien escasa. Donde se encontraba más material era en las revistas como el Hola. No es como ahora que van a una misa en Windsor, algo que antes no le interesaba a casi nadie, y en la actualidad te encuentras con que los magazines conectan en directo en las principales cadenas.
En la década de los 2000, o más bien a partir de las bodas de las Infantas, es cuando, para mí, empezó a cambiar esa tónica. Empezó a interesar muchísimo más la Familia Real en el plano más personal, las cadenas se implicaron en rescatar entrevistas o documentales perdidos e incluso en producir nuevos. de repente, había muchísimo material y eso sí llegó a las masas. Personalmente, recuerdo una escena emitida en tv: todos en los jardines de Zarzuela, posando para un fotógrafo, sentados en una especie de escultura y queriendo apartar unas ramas de un árbol. El Rey Juan Carlos soltando que la rama quizás necesitaba un corte y la Reina Sofía y las Infantas diciendo que como la iban a cortar, que de cortarla nada. Me sorprendió porque creo recordar que esa fue la primera vez que escuché las voces de todos en un ámbito más privado.
Los Borbón y Grecia no han sido particularmente elocuentes. Han llegado a soltar discursos soporíferos. No por el discurso en sí, sino por la forma de comunicarlo. No
modulan la voz, no suelen ser espontáneos, no tiran de humor (Lilibet les podría haber dado unas clases), son lentos hasta decir basta, parecen robots leyendo unas letras que claramente no han escrito ellos, pero tampoco han sido capaces de hacerlas suyas. Felipe era un desastre. Ha mejorado mucho, pero era un leño importante. En esto creo que estamos más o menos de acuerdo.
No podemos comparar a la Reina Sofía con una Margarita de Dinamarca o una Beatriz de Holanda. Estas mujeres hablan y te dejan maravillada, logran captar tu atención en sus idiomas maternos y en inglés. Están en otro plano, sí, pero vayamos a Bélgica y a la Reina Paola, que tuvo que perfeccionar su francés y que jamás ha llegado a dominar el flamenco, muy a su pesar. Veamos sus discursos. O los de Silvia de Suecia. Se expresa genial, es una delicia escucharla hablar, de las pocas reinas que están educadas en el arte de la
modulación de antaño (a lo Jackie Kennedy), conversando bajito como si su voz fuera terciopelo, pero, según dicen, su acento alemán predomina a la hora de hablar sueco y es bastante lenta hablando. De Mary también dicen que su acento inglés se come al danés. Y estas mujeres también se han trastabillado más de una vez a la hora de leer sus discursos. ¿Les salva su elocuencia? Pues sí, efectivamente, ese aspecto, la mayoría de ocasiones, lo salva todo. Si una tiene gracia para leer un discurso o expresarse, da igual que no domine un idioma.
Pero una cosa es saber y ser consciente de todo esto y otra muy distinta hacernos creer que la Reina Sofía no sabe ni entiende el español. Del mismo
modo que la soltura que ella tiene para hablar con alguien, de tú a tú, no se traslada cuando se pone frente a un auditorio a leer un discurso. Y pasa lo mismo con su marido y con sus hijas. No es lo mismo escucharles conversar que leer. Para nada. Tiene acento, sí. Se ha trastabillado más de una vez, sí. Los discursos no son lo suyo, sí. Pero lo que vimos el otro día o cuando asistió al homenaje a Emilio Lora-Tamayo, no era lo habitual en ella. Cuando lo de Lora-Tamayo creí que era debido a que estaba profundamente apenada por él. Pero ahora sí creo que, aparte de los nervios típicos de una mujer que siempre se ha definido como extremadamente tímida, también se encuentran los achaques propios de la edad.
Es tremendamente injusto hacer creer eso de "qué vergüenza, Sofía, Reina de España y no sabe hablar español". Meterse con una persona a la que le bailan las letras de las palabras, una mujer de 85 años que ha demostrado en multitud de ocasiones que no solo habla, sino que domina el español y otros tres idiomas más... Es criminal. Bien que la aplaudimos cuando participó en la candidatura de Madrid 2012 y soltó un discurso hablando en todos los idiomas que domina y los que no. Es más, fue la evidente contraposición al paupérrimo nivel idiomático que mostraron los políticos participantes en la presentación de la candidatura al mundo. Ese día corrieron ríos de tinta, porque algunos fueron a hacer el ridículo y ella no, ella fue a salvar el ridículo que estaban haciendo los demás. Fue el claro ejemplo de porque una monarquía sí y una república no en el tema manejo de idiomas frente a un foro internacional.
Así que, poco más puedo decirle a los Iñakis López de turno. Por cierto, él mismo participó en los programas que desgranaron el famoso documental sobre los Borbones producido por Ana Pastor. Y en su programa se emitieron cortes de la famosa entrevista de los 80 hablando de Salem y de los "príncipes azules cuentos de niños" en un perfecto español. Para ser periodista o trabajar en un medio, que poco atiende a lo que emite el equipo con el que trabaja. Es que, manda huevos.
Estamos en una época de alta propagación de inventos, bulos y mentiras. Mucha gente no es capaz ni de contrastar lo que le cuentan o lo que lee. Lo dan por bueno y ya. Es triste, porque deberían ser los medios o los periodistas quienes contrastasen lo que nos van a dar a consumir. Pero no, funcionan como matones de instituto, haciendo la bola más grande. Una vergüenza.