lLetizia exporta
moda española
La Princesa refresca su indumentaria en verano pero mantiene las etiquetas «made in Spain»
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MULTIMEDIA
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2 MARÍA JOSÉ IGLESIAS
La Princesa Letizia ha hecho más por la
moda española en cinco años que cientos de desfiles y campañas de promoción en dos décadas. Basta que la esposa del heredero se ponga un vestido o unos zapatos para que se conviertan en superventas.
El aura de la esposa del Príncipe Felipe se expande por el mundo. Hace unos días el digital estadounidense «Huffington Post» dedicaba un macro reportaje a destripar el particular estilo de la heredera consorte. Es la mejor embajadora del «made in Spain».
Letizia resulta muy contemporánea. Su origen es plebeyo, pero su esqueleto destila nobleza. Los tobillos finos y las muñecas delgadas son un claro signo de distinción que no poseen otras mujeres de su entorno.
Sin demostrar un aparente excesivo interés por la
moda, elige con lupa todo lo que lleva. La consigna es la discreción. Excepto en verano. Es entonces cuando la Princesa, igual que sus cuñadas o que su suegra, la Reina doña Sofía, se permite algunas licencias.
Al
modo de Jacqueline Kennedy o Grace Kelly, Letizia de España también ha prestado su nombre al complemento que la caracteriza. Son los «Letizios». Aunque algunos se lo tomen a risa las ventas de los zapatos de imposibles plataformas de Armand Basi, Pura López, Paco Gil o Sara Navarro se han incrementado porque la Princesa los lleva.
Los clásicos «Peep Toe» son el calzado más utilizado por la antigua periodista. Mucho tacón, plataforma delantera y un agujero que permite enseñar los dedos son el tipo de calzado que define a Letizia Ortiz. No le importa repetir. El
modelazo estrella son los de piel de pitón plateada que estrenó para la ceremonia de los premios «Príncipe de Asturias» en 2008. Se los pone a menudo.
Felipe Varela, uno de sus
modistos de cabecera, ya era bastante conocido en Madrid antes de que la Princesa apareciese por su tienda-taller de la calle Ortega y Gasset. Pero su prestigio actual lo ha forjado con los sobrios trajes de cóctel que a la esposa de don Felipe le gusta llevar en las recepciones.
Cada verano Letizia vuelve a parecerse más a una española de clase alta de vacaciones en la playa. La próxima llegada de los Príncipes a Mallorca -que este año será más tarde de lo habitual- es esperada con auténtica ansia.
El año pasado la gran sorpresa fue el vestido «baby doll» minifaldero y las plataformas de Basi. Dentro de las innovaciones que le están permitidas a una princesa europea. Adora ponerse polos, bermudas, minivestidos y «flip flops», como cualquier mujer de su edad.
Los bolsos son otra de sus debilidades. Tiene una amplia colección en la que no faltan varios
modelos de Adolfo Domínguez y cómo no, el Amazona de Loewe, que ha contribuido a revitalizar. En el vestidor principesco se guardan clásicos como el 2-55 de Chanel. Todas las mujeres de la familia real lo llevan en diferentes versiones. La Infanta Elena lo luce como nadie. Les acompañan algún Gucci y muchos clutch de fiesta con pedrería.
La mayoría de los diseñadores españoles se mueren por vestir a Letizia, aunque algunos no se atrevan a decirlo. Lorenzo Caprile, el rey de los trajes de noche, fue otro de los afortunados cuando la Princesa aún no estaba casa. La cubrió de gloria con el vestido rojo guinda de la boda de los príncipes de Dinamarca.
Junto a los grandes nombres a Letizia Ortiz Rocasolano le gusta patear las calles y comprar en Zara, Mango o H&M. No es un esnobismo principesco, es sencillamente un hábito de su vida anterior al que considera que no tiene por qué renunciar. El negro, toda la gama de los rosas y violetas, los azules y los verdes son algunos de los tonos que componen la paleta cromática de la única princesa de Europa que, puestos a elegir, preferiría un buen libro antes que un vestido.
Los anillos no le llaman demasiado la atención, las pulseras la vuelven loca. Letizia nunca sale sin ellas. Una de sus preferidas es la de oro amarillo con «charms» que lleva habitualmente. Para las ocasiones elige brazaletes de brillantes y piezas que pertenecen al joyero familiar de los Borbones. La tiara es otro de los complementos a los que ha tenido que acostumbrarse. Le encanta la diadema prusiana, también conocida como Helénica, una de las más sencillas de la colección que custodia doña Sofía. Es la misma que llevó el día de su boda. Fue un regalo del káiser Guillermo a su hija Victoria Luisa, quien la cedió a su hija Federica, madre de doña Sofía, quien la llevó en su boda. Sus columnas recuerdan al Partenón.
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