Tanto la maqueta expuesta en el Ceneam, como las diversas láminas de dibujo que nos describen el gallardo Palacio que un día ocupó gran parte de nuestro pueblo, nos muestran con todo detalle la brillantez de la época, en el mejor Palacio de estilo flamenco de España. Pero, ¿y su interior?
Si me acompañáis por las inmensas salas y salones de nuestro palacio fantasma, trataré de describiros minuciosamente cada detalle de su decoración...
Nos situamos en la puerta principal, donde un amplio patio de caballerizas nos recibe majestuoso: con siete arcos de piedra tallada; el arco central nos invita a pasar, seguimos por un corredor y avistamos un patio central todo él arqueado, en sus dos plantas. Su cantero fue el famoso maestro Don Juan de Matienzo, que cobró cien mil maravedíes por hacer "la arquería alta y baja del patio", cifra que aumentó a cuatrocientos mil maravedíes por hacer dos Escudos de Armas.
Patios, torres y capiteles no eran los únicos elementos que caracterizaban el edificio. Los corredores y galerías servían también para integrar la obra en el entorno circundante, en Valsaín se pretendía que el campo y la montaña entraran visualmente en el Palacio. Describía su Arquitecto Gaspar de Vega en una de sus cartas para informar al
Rey de los progresos de su obra:
"Este bosque y monte es cosa maravillosa de ver, hay en él mucha caza y muchos conejos, dicen muchas personas que han visto un venado con manchas blancas muy hovero, que es la más hermosa bestia que jamás se ha visto".
...Desde este patio, podríamos acceder a cualquier lugar del Palacio, nos dirigimos primero a la "Sala Baja de Estado"; Cuenta la historia que en esta sala cuando el palacio era un caserón de caza, Enrique IV, agradaba encerrarse largo tiempo. Este rey amante de la naturaleza y de los animales exóticos, nos llenó el Parque de fieras salvajes como leones y tigres, que él mismo se encargaba de dar caza. También esta sala fue testigo de importantes asuntos de Estado y órdenes expedidas a las Américas.
Dejamos esta Sala y nos adentrarnos por el patio principal a la "Cocina grande de Servicio", teniendo en cuenta que además de los personajes reales, un gran número de familias cuidaban las dependencias del Palacio, suponemos que esta cocina era la estancia más visitada de todo el edificio.
De nuevo salimos al patio y nos dirigimos ala escalera principal, al lado de ésta se encontraba la famosa Torre del Reloj, porque tenía labrado en piedra un gran reloj de sol. A esta torre se accedía por una preciosa escalera de caracol. Tomamos la escalera principal y ya en la primera planta, seguimos por el corredor de arcos que nos adentra en el "Cuarto de Levante". Esta zona era exclusiva del Rey, compuesta por una sala grande, desde donde se accedía a otras siete alcobas por un caIlejoncillo de ventanales con vistas a Levante.
Siguiendo por la planta primera nos encontramos el "Cuarto del Cierzo" orientado al norte, mirando hacia Segovia. En este cuarto se encontraba la Sala Grande, toda enmaderada, muy acogedora con su chimenea y al igual que el resto de las salas. Desde este cuarto se accede a la Capilla, pintada al fresco por dos artistas italianos de la época, representando en las paredes pasajes del Antiguo Testamento y en el techo historias alusivas al Nuevo Testamento. Sobre la capilla se dispusieron varios aposentos formando el denominado "Aposento de las Damas".
Siguiendo por la primera planta y justo encima del Pórtico de la entrada principal, se situaba el "Cuarto de Poniente", con siete ventanas que bien reflejaban un cuadro cada una de ellas. Este pórtico se rehabilitó en varias ocasiones, al igual que el resto de las dependencias por inclemencias del tiempo que deterioraba continuamente por aguas y vientos.
En este cuarto estaba la "Galería de San Ouintín", en recuerdo de tan importante batalla (1557), era éste el lugar más noble y distinguido de la casa.
Entre las escasas pinturas que adornaban las paredes de este Palacio, se encontraban una serie de siete vistas de ciudades flamencas, pintadas por Cristóbal Velasco, y un cuadro del pintor Van de Weiden, conocido como el "Descendimiento", que Felipe II adquirió en Malinas y fue su deseo que se expusiera en su palacio de Valsaín.
Concluida la parte noble, nos dirigimos a contemplar el jardín, situado a mediodía, diseñado por el propio Felipe II:
"Han de ser calles tan anchas como el hueco de los arcos, como aquí se ve y la de en medio ha de ser tan ancha como los huecos de dos arcos como aquí aparece, por haber pilar en medio y no venir bien la calle del medio a parar en él, y por este concierto de las calles y los arcos ques deste el mejor repartimiento que se puede hacer, los dos redondos son fuentes". (Archivo General de Simancas).
Las Fuentes, llamadas de "Burlas", eran típicas fuentes manieristas con muchos caños, dispuestas para mojar al visitante desprevenido; y, alrededor de las fuentes, lujosos ladrillos y azulejos de Toledo.
Los materiales empleados en este Palacio, fueron, como todos ya podéis suponer, principalmente la madera de pino de Valsaín, pero también se trajo roble y álamo de Lozoya y Manzanares, yeso de Rascafría y Cuéllar, piedras de Madrona, La Losa y Cigüiñuela (Valladolid), ladrillos de Riofrío y Toledo, azulejos de Talavera, el plomo vino de Inglaterra y los Países Bajos y la pizarra de las canteras de Bernardos. Curiosamente este fue el primer edificio todo cubierto de pizarra. El gasto, de 1552 a 1559, ascendió a dos millones de maravedíes en su construcción.
Poco más de un siglo se mantuvo en pie, Naturaleza Edificio formaron un espléndido conjunto.
Acabada la visita, si ha sido de vuestro agrado, guardar celosamente este recuerdo en vuestra memoria, ya que el destino no nos ha permitido guardarlo en pie.
Tras una de las visitas de Carlos II en 1686, el Palacio fue víctima de un gran incendio. Aún así en 1700 el Rey Carlos II y su esposa planeaban reconstruirlo, pero los días del último de los Austrias estaban contados.
El nuevo monarca Borbón, educado en Francia, estaba completamente influenciado por otras
modas y lejos de intentar reconstruirlo, decidió levantar muy cerca de éste un nuevo Palacio, más de su refinado gusto, y para el nuevo utilizó todo lo que le fue posible llevar, dejando ruinoso y desolado lo que un día fue un gran Palacio.