"Doña Sofía. La Reina Habla de su Vida", de Carmen Enríquez y Emilio Oliva (Ed. Alfaguara), sale a la venta el próximo miércoles (15 de octubre).
RETRATO | DOÑA SOFÍA ÍNTIMA
La Reina de cerca
Arropa a sus nietos cuando duermen en la Zarzuela, adora la tortilla de patatas y el gazpacho y le encanta disfrutar de sus 14 perros. Son algunas de las confesiones que la reina Doña Sofía, a punto de cumplir 70 años, realiza a la que durante casi dos décadas fue corresponsal de TVE para la Casa Real.
Por Carmen Enríquez
La mujer que todos consideran apoyo imprescindible del éxito personal y profesional de la institución de la Corona en España cumple el próximo 2 de noviembre 70 años. Como regalo anticipado, el próximo 15 de octubre se publica Doña Sofía (Editorial Aguilar) un relato íntimo elaborado por Emilio Oliva, responsable de información de la Casa Real para la agencia EFE, y por mí, Carmen Enríquez, corresponsal durante 17 años de TVE en la Casa Real. A través de sus páginas, la Reina confiesa que vino a España por amor y habla de su nada fácil juventud, de sus gustos, de sus valores y de sus hijos, su nuera, sus nietos.
Emilio Oliva y yo llevamos tantos años tras los pasos de SAR Doña Sofía –y del resto de miembros de la Familia Real– que, precisamente por haber estado ahí, siendo a veces su sombra en los momentos "no oficiales" de esos actos, hemos tenido el privilegio de conseguir dos amplias entrevistas en exclusiva donde el personaje se volvió cercano y desveló aspectos de su yo hasta ahora desconocidos.
El primer encuentro. Cuando enfilamos la cuesta de acceso al Palacio de la Zarzuela, un pequeño cosquilleo de inquietud se instaló en nuestros estómagos. El camino era el mismo que ambos habíamos recorrido cientos de veces, pero el objetivo era distinto. Teníamos la intención de tocar asuntos más personales, de pedir a La Reina que nos dejara hurgar en la parte no pública de su biografía. En nuestros cuadernos, garabateadas un montón de preguntas y en nuestra memoria, cientos de lecturas de una vasta documentación.
Finalmente estábamos allí. Tras unos breves minutos de espera, Doña Sofía apareció vestida con la elegancia impecable y sin estridencias de siempre. Su sonrisa abierta, franca, nos hizo relajarnos y empezar a charlar con la normalidad de siempre. Al cabo de un rato estábamos con ella con la misma confianza que tendríamos con un amigo, por sorprendente que parezca. Pasamos varias horas intercambiando impresiones y no rechazó ninguna pregunta. Siempre amable, con su voz fuerte, contestó sin tapujos.
Empezamos repasando sus orígenes. De niña, un exilio forzoso la llevó a vivir en 22 domicilios distintos. Desde Egipto a Sudáfrica, todo ese periplo vital le sirvió sin duda para afrontar con firmeza el destino que la estaba esperando.
La princesa enamorada. Insiste en que vino a vivir a España por amor. Una decisión tomada con el corazón que la trajo a un país muy distinto del que es ahora. Para una mujer acostumbrada a viajar por todo el mundo con mentalidad cosmopolita, adaptarse a una vida pacata en blanco y negro, donde se la miraba con recelo y en el mejor de los casos la veían como "una princesa extranjera", no debió de ser sencillo.
"Cuando llegué tenía mucho tiempo libre y quería ocuparlo prestando servicio en hospitales, en lugares donde pudiera ejercer mi trabajo. Tenía claro que quería hacerlo, pero no me dejaron porque me dijeron que no era propio de mi condición". Doña Sofía abre mucho los ojos cuando enfatiza: "¡No me dejaron!". Eran los años 60 y la burguesía franquista, cerrada y beata, se refería a ella como la griega o la hereje.
Pero Sofía de Grecia era muy joven entonces –apenas 23 años– y no vivió semejantes desaires con frustración. Al contario. Dice que se adaptó sin problemas a la vida en España. Había venido muy enamorada –repite una y otra vez– de un también jovencísimo Don Juan Carlos y casi desde el principio se propuso conseguir su primer gran objetivo: ayudar a que su marido dejase de ser ignorado por los acólitos del régimen que les rodeaban. La fuerza que demostró ha inspirado el resto de su vida.
Durante la conversación, doña Sofía se muestra como la mujer luchadora e idealista que siempre ha sido. Una clara obsesión ha movido sus pasos a lo largo de su vida: el empeño por ser útil a los demás. Y esta vocación se vuelve más firme cuando habla de la repulsa a la violencia y al terrorismo. "Es una plaga que existe a nivel mundial –nos dice la Reina– y su existencia es deplorable, lamentable, inadmisible y todos los adjetivos que se puedan poner para descalificarlo. No existe ninguna razón que lo pueda justificar y para evitarlo hay que poner todos los medios posibles, siempre con la ley en la mano. Es otro problema que tiene mucho que ver con la educación recibida, pero que en ningún caso es justificable. Es una lacra de la humanidad". Doña Sofía no considera las inmolaciones de los terroristas como una forma suprema de sacrificio, sino que lo define como "puro egoísmo".
Por esa manera de ser suya, una de las actividades en las que ha encontrado plena realización ha sido en todo lo relacionado con la cooperación. La Reina destaca y admira el papel que llevan a cabo las ONG: "La humanidad es consciente de las desigualdades que existen en el mundo, y siempre quiere paliarlas. Pero hay que mejorar, mejorar y mejorar, porque todo es posible si la gente se pone a ello. Hay más conciencia ahora, porque hay más información, se conocen más profundamente los problemas. Y en situaciones de crisis, la gente está concentrada y se da cuenta de las consecuencias de la desigualdad".
Preocupaciones. Hace unos años, la Fundación que preside se embarcó en una aventura que ha conseguido culminar, no sin un enorme esfuerzo y empeño personal: el Proyecto Alzheimer, un centro donde los enfermos de este terrible mal pueden ser atendidos de forma integral. "Tomé conciencia de la enfermedad, como tantos otros, cuando vi los efectos devastadores que produjo en una tía lejana mía. Pensé que era bueno sacar adelante este proyecto que se ocupa de la atención a los enfermos, de la formación del personal que los atiende y de la investigación científica". Doña Sofía remata su reflexión asegurando con gran sinceridad que "es espantoso perder tu identidad, todos tus recuerdos, olvidar tu pasado".
Inquieta y curiosa como es, a la Reina le gusta mantenerse informada de todo cuanto ocurre. Es lectora habitual de periódicos, le gusta el contacto con las hojas de los diarios, mancharse los dedos con su tinta. "Veo todos los diarios nacionales que puedo y también algunos extranjeros, como el Herald Tribune porque resume muy bien lo que pasa en el mundo. También, siempre que puedo, veo los telediarios y los debates en televisión. Me encantan los programas en los que unos y otros opinan sobre un tema de actualidad". Quizá eso tenga que ver con lo que nos han insinuado algunos de sus colaboradores más próximos sobre el carácter discutidor de una Doña Sofía que siempre defiende con pasíon sus opiniones. Como a muchos españoles, a la Reina también le gusta engancharse cuando puede a alguna serie de ficción: "Como La señora, una de las últimas que han puesto en Televisión Española. O Cuéntame cómo pasó, que me encanta y me sirve para recordar los años en los que la serie está ambientada y que tan bien están reflejados. En cuanto a las películas, prefiero las de llorar. Me parece interesante ver los problemas de las personas en las películas, a distancia, sin sufrirlos yo".
Lógicamente, no es frecuente verla en una sala de cine, pero asegura que a veces se escapa a ver una película, sobre todo en Barcelona, cuando visita a la infanta Cristina. Alguna vez, incluso ha ido con el Rey porque les encanta el anonimato de la sala a oscuras, aunque no puedan experimentarlo con la frecuencia que quisieran.
Retrato íntimo. Doña Sofía arropa a sus nietos y les cuenta historias de sus antepasados o les lee relatos de Disney o de los hermanos Grimm cuando pasan la noche en la Zarzuela. Se declara amante de los animales (en el Palacio hay más de 14 perros que la acompañan por turnos a lo largo del día), es una gran aficionada a la música y adora la comida española, sobre todo la tortilla de patatas y el gazpacho, "que podría estar bebiendo todo el día".
Pero sus confesiones sobre su vida personal van más allá. "Quienes critican el matrimonio de un príncipe con una periodista tienen una forma muy antigua de pensar. Es bueno que nos abramos", afirma la Reina para dejar clara, no ya su conformidad, sino su postura favorable al camino emprendido por su hijo. Y, para que no quepa duda sobre su posición respecto a la separación de su hija Elena, afirma: "Quiero a don Jaime igual que cuando estaba con mi hija. Que haya cambiado su relación, no
modifica las cosas. Cada uno tiene derecho a tomar sus propias decisiones y a llevar su vida. Pero no le queremos menos, son cosas de la vida".
La Reina cumple 70 años, un momento de plenitud para una persona que ha desarrollado una trayectoria intensa: de princesa griega a princesa exiliada, de princesa española con un futuro incierto a reina consorte, de madre volcada en sus hijos a abuela feliz y orgullosa de sus nietos.
¿Está Doña Sofía satisfecha con lo que ha hecho en estos 70 años? "Como he dicho en otras ocasiones, me siento feliz y muy satisfecha –confiesa con un ligero deje de nostalgia propio de una persona que todavía no se puede creer que haya alcanzado esa edad–. El balance es muy positivo y eso me mantiene viva. Es importante sentirte bien pero es aún más importante mantener las ilusiones de cara al futuro. La Historia hablará muy bien del Rey. A mí, espero que me reconozca haber sido de alguna utilidad. Y, por lo demás, que digan lo que quieran…". Echando los ojos atrás, después de 46 años de matrimonio con el Rey, afirma claramente que cambiaría muy poco de lo vivido.
Este mismo texto, publicado en el suplemento "Magazine" del diario El Mundo, además de algunas fotografías, puede verse pinchando en el siguiente vínculo:
http://www.elmundo.es/suplementos/magaz ... 69211.html