27/4/2007 Edición Impresa LA ENTREVISTA // AKRAM ADHAM EL NAKEEB, POR KIM AMOR
"El rey encontró a mi madre por casualidad"
KIM AMOR
Abogado. Hijo de la última reina de Egipto
<p align="justify">Narriman Sadek fue la última reina de Egipto. Falleció hace dos años en El Cairo. Fruto de su matrimonio con el rey Faruk, que asumió el trono en 1936, nació Fuad, que vive en Suiza. En 1954, dos años después de proclamarse la república, la entonces exreina se volvió a casar, esta vez con el médico Adham el Nakeeb. Del enlace nació Akram, que hoy, a sus 53 años, dirige un prestigioso bufete de abogados en Alejandría. Akram, con el apoyo de su hermanastro, ha creado una página web para mantener vivo el recuerdo y la historia de su madre.
--Mucha gente cree que la última reina de Egipto fue Cleopatra.
--Sí, pero en realidad fue mi madre. Ella fue la última reina de Egipto y del Sudán. A diferencia de Cleopatra, que sí gobernó Egipto, Narriman nunca tuvo un papel político.
--¿Cómo conoció al rey Faruk?
--El rey se había divorciado de la reina Farida, con la que tuvo tres hijas. Faruk deseaba un heredero varón y para aumentar su popularidad quiso casarse con alguien que no fuera de la aristocracia. Encontró a Narriman por casualidad.
--¿Cómo?
--Mi madre estaba a punto de casarse con un prestigioso abogado. La pareja fue a una joyería de El Cairo para comprar el anillo de compromiso. El joyero era amigo del rey y, cuando la vio, pensó que era la mujer ideal para el monarca. Faruk deseaba una esposa bonita, joven, inexperta y virgen. Mire, majestad --le dijo el joyero--, creo que he encontrado a la chica. ¿Por qué no viene a la joyería y echa un vistazo? Así empezó todo.
--¿Cómo reaccionó Narriman?
--¿Qué se podía esperar de una chica que entonces tenía tan solo 16 años? Su madre, Asila, era una mujer muy dominante y ambiciosa, y estaba encantada con la idea. Sin embargo, su padre, no. Luchó en vano para evitar el matrimonio. Fue tal su disgusto que murió antes de la boda.
--¿Y cómo fue la ceremonia?
--Grandiosa. Antes mi madre estuvo siete meses de incógnito en Italia para aprender a comportarse como una reina. Se entrenó para caminar con la espalda erguida, sosteniendo varios libros en la cabeza. La boda se celebró en el palacio Abdin de El Cairo. Un Rolls Royce rojo llevó a la reina desde su casa, del barrio de Heliópolis, hasta el palacio. La multitud interrumpió varias veces el cortejo. Todo el mundo estaba feliz y con grandes esperanzas de que la nueva reina, una persona común, trajera felicidad y riqueza a Egipto.
--¿Es verdad que el vestido contenía 20.000 diamantes?
--Bueno no sé el número exacto, pero eran muchos. Tuvo que cargar con él durante toda la ceremonia. Creo que pesaba más el vestido que ella misma.
--Y luego vino la larga luna de miel...
--Duró tres meses. Fue el único momento que disfrutó como mujer casada porque al regresar a Egipto empezaron los problemas.
--¿Qué ocurrió?
--Era una época de turbulencias políticas y de mucha inestabilidad. Mire, cuando Faruk asumió el trono, gozaba de gran popularidad. Solo tenía 16 años y su padre había sido un gran gobernante. El problema fue que se rodeó de malos consejeros, entre ellos su propia madre, Nazly, una mujer de fuerte carácter y muy ambiciosa. A eso hay que sumar la actitud de los británicos, que intentaron matar varias veces al rey.
--¿Y eso?
--Faruk estaba en contra de los británicos. En los años 40, Hitler regaló a Faruk un Mercedes descapotable precioso. Mientras lo probaba en una carretera, los británicos cruzaron en el camino un camión. El coche volcó varias veces, pero Faruk salvó la vida.
--Volvamos a su madre. Luego vino la república y el exilio...
--Excepto durante la luna de miel, mi madre nunca tuvo una relación normal de matrimonio. Intentó ayudar a Faruk, le aconsejó que escuchara y se acercara más el Ejército y a la población, pero no le hizo caso. Se divorciaron en 1954.
--¿Cree posible la restauración de la monarquía en Egipto?
--Ha pasado más de medio siglo desde que desapareció la monarquía. Egipto ha cambiado mucho desde entonces. Se ha destruido todo vestigio de la realeza. Mi hermanastro Fuad nunca ha estado interesado en gobernar Egipto, pero sí está dispuesto a servir a su país en lo que sea. Mire, la monarquía cometió algunos errores, pero también se han dicho muchas mentiras sobre ella. Creo que habría que reconocer las cosas buenas que hizo por este país.</p>
De El Periódico de Catalunya
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