Teodora (Theodora)
Teodora es, quizá, la mujer más influyente y poderosa en la historia del Imperio bizantino. Algunas fuentes la mencionan como emperatriz reinante junto con Justiniano I, siendo corregente. Vamos a conocer un poco mas de ella.
Teodora, de acuerdo con algunos historiadores, era descendiente de chipriotas. Sin embargo, hay varios indicios acerca de su posible lugar de nacimiento. De acuerdo con Miguel el Sirio, su origen pudo haber sido en la actual Siria; Nicéforo Calixto lo sitúa en Chipre, mientras que Jorge Codinos en Patria defiende que nació en Paflagonia. El origen chipriota de Teodora puede ponerse en duda debido, aunque una gran parte de los historiadores aceptan que si era de origen Chipriota.
Se considera que nació en el 500 d. C. Su padre, Acacio, era un entrenador de osos de la facción Azul en el hipódromo de Constantinopla. Su madre, cuyo nombre no quedó registrado, era bailarina y actriz. Sus padres tuvieron dos hijas más, llamadas Komito y Anastasia. Teodora se ganó la vida mediante una combinación de sus habilidades teatrales y sexuales. Con sólo 16 años comenzó a ganarse la vida como prostituta y se hizo famosa gracias a un curioso “striptease” que realizaba con las piernas abiertas sobre el escenario y sus partes más admiradas eran cubiertas con granos por dos esclavos. A continuación soltaban a varios gansos que comenzaban a picotear su comida entre las convulsiones y los gemidos de placer de Teodora, como una forma de fingir que la violaban
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Pocas personas hay en la historia de las que se pueda decir que han burlado el destino como lo hizo
Teodora de Bizancio. Nació en una época en la que uno de cada dos niños moría antes de cumplir el año. La esperanza de vida no llegaba a los 35 y casi cualquier persona, a lo largo de su vida, sufriría al menos una vez el azote de las epidemias, observando impotente como estas acababan con parte de sus seres queridos, cuando no con todos. Cualquier falta, real o imaginaria, podía acarrear la amputación de una mano o las dos, una ración de azotes o la confiscación de los pocos bienes de los que disponía. Si eras niña podía ser aun peor, el infanticidio femenino era frecuente, y a las niñas se las daba menos tiempo el pecho. Por una u otra razón en Bizancio había mas niños que niñas, aunque el tiempo se ocupaba de corregir este desequilibrio y entonces, como ahora, había más viudas que viudos.
Constantinopla es la nueva Roma, el centro del mundo, era una ciudad con 750.000 habitantes en la que una meretriz costaba lo que un camello y es prácticamente una esclava. Si no trabaja no come, y si puede trabajar, y no lo hace, el proxeneta la puede azotar o dejar marcada de por vida. Así pinta (mod. por: apariencia, manifestación de una cosa, forma) el mercado, y Teodora que empezó por frecuentar a miserables esclavos, pronto adelanta en maestría a su hermana mayor (que moriría pronto, víctima de la enfermedad de su oficio) apareciendo en los espectáculos cubierta meramente con una cinta, y ello solo para sortear la prohibición de aparecer completamente desnuda sobre un escenario.
Poco a poco prospera Teodora, aún no ha cumplido los 20 años y es ya una artista de consideración. Actúa en sesiones privadas y obtiene grandes sumas. Ecebolo, un hombre al que se la ha concedido el gobierno de varias ciudades en Libia, la propone una suerte de exclusividad, y Teodora pondera y por fin acepta. Viaja a África durante algunos años, tiene un hijo, pero sus costumbres licenciosas, sus constantes infidelidades y su alto nivel de promiscuidad acaban por cansar a Ecebolo que la repudia. Prácticamente abandonada en África llega a Alejandría, una ciudad cuyo pasado se mide en siglos y que ha visto desfilar a todos los prohombres de la Historia del Mediterráneo, desde Alejandro Magno, que la dio el nombre a Julio Cesar, Pompeyo, Marco Antonio. Allí se refugian los
monofisitas que niegan la parte humana de Jesucristo y solo admiten su parte divina. Se sabe prostituta y como todas, padece ese síndrome de “cuerpo usado y sucio”. Como tantas otras sigue la senda de María Magdalena, su oficio es caro a Dios, y encuentra a través de la fe una vía de salvación. La había precedido otra ramera famosa, María, también de nombre, pero esta era egipcia. Afamada meretriz a la que el uso de su cuerpo la había dado una considerable fortuna, y que aterrada por el anuncio de su condenación, abandono todo y se fue al desierto, alimentándose los siguientes diez años sólo de bastas verduras. Los monofisistas le mostraban el mensaje con el que el cristianismo, y todas sus versiones teológicas, acabaron por desbordar esa razón inapelable de la fuerza y la arbitrariedad de los déspotas, y el caprichoso destino con el que los dioses paganos se burlaban de los hombres.
La historia recupera otra vez a Teodora en Constantinopla, quizás como patrona de un burdel. Muy selecta en sus ocasionales compañías y desenvolviéndose cómodamente en su vida diaria, merced esa imagen ideal de belleza femenina que había cultivado; ropas largas que ocultaban prácticamente todo el cuerpo, rostro blanqueado con polvos de judías, y bien perfilados sus labios y la línea de las cejas. Era una mujer bella, sin lugar a dudas y no muy alta estatura. Justiniano la conoció en esta época, era una prostituta muy cara, selecta y no se iba con cualquiera, excepto que……………..ya saben, se fue con Justiniano, el futuro Emperador.
Justiniano es considerado como el ÚLTIMO emperador romano, a partir de él –incluso se puede decir que ya con él- todos los basileus (emperadores) bizantinos se van encajando poco a poco en un espacio físico e intelectual distinto al del Imperio Romano. Se iban orientalizando en cierta forma. Quiere ser una copia de Roma pero la historia no se repite, y cuando lo hace, es mas bien una parodia. Este hombre, Justiniano, que era también un campesino y un hombre muy capaz acabaría por hacer emperatriz a una Prostituta. Probablemente por algo mas que por un buen entendimiento carnal.
Esta podría haber sido una historia de amor al corte clásico de Hollywood, pero es sobre todo un historia de amor bizantina, algo turbia. Bizancio tiene siempre un lado oscuro; es capaz de construir una muralla que resistió mil años todas las agresiones, y cometer a la vez las fechorías más sanguinarias y crueles; fieles devotos de la religión cristiana manejan también como nadie las peores artimañas, la traición y el engaño.
De Teodora se puede escribir una historia amable, en la línea de su santidad. O una historia terrible. Nos vamos a quedar a medio camino, entre la santidad de la Iglesia ortodoxa -Justiniano y Teodora son santos- que suele confundir la bondad con la memez, y la extrema animadversión de Procopio por ambos. Procopio fue un historiador contemporáneo de la pareja que escribió una historia impublicable, –por razones obvias- pensaba que Teodora era la encarnación del mal.
Justiniano, sobrino y heredero del Emperador Justino I, solo pudo obtener la autorización para matrimoniar con Teodora, tras la oportuna muerte de Eufemia, mujer del emperador que se oponía radicalmente a este enlace. Así pues una primera sombra de sospecha marca el inicio de esa mas que fructífera relación entre Justiniano y Teodora. La púrpura imperial estaba en Bizancio al alcance de cualquiera, pero esto requiere los matices precisos. Sólo la conquista del poder daba la legitimidad absoluta, de forma que mantenerlo era incluso más difícil que conseguirlo, como puede deducirse de ello no se reparaba en los medios por muy crueles que estos fueran. Durante los siguientes 25 años estará tan imbricado el ejercicio del poder imperial con la influencia de esta mujer, que ya no sabemos que decisiones competen al propio Emperador o a la Emperatriz. Teodora, bastante más vivida que su marido en el conocimiento de la naturaleza humana, tejió una densa tela de informadores y espías en la Corte por lo que difícilmente algo se le escapaba. Cuando así sucedía, desdichado de aquel que hubiera omitido u ocultado información; estaban amenazados con ser despellejados vivos.
En una ocasion cuando incluso él Emperador pensaba en huir ante la irreprimible revuelta del pueblo que se había iniciado en el hipódromo como consecuencia, entre otras cosas, de los excesivos impuestos, le pidió mas o menos que se portara como un hombre, y que ella daba por buena como sudario esa púrpura que la cubría. Justiniano decidió resistir y amablemente pidió a sus generales, Belisario y Narses, que hicieran lo necesario para acabar con la revuelta. Esto es; pasar a cuchillo a 30.000 o 40.000 habitantes de Constantinopla reunidos con engaño en el hipódromo.
Y así se hizo efectivamente, disponiendo al día siguiente de la matanza las ordenes necesarias para iniciar la construcción de Santa Sofía. No sabemos si por consejo de Teodora, pero seguro que con su aprobación (por cierto Santa Sofía se hizo con tanta premura que, veinte años después, como consecuencia de un pequeño terremoto, se vino abajo la cúpula principal y debió de ser reconstruida)
No hubo descendencia, solo una hija muerta y el fantasma de aquel hijo que tuvo en su juventud, en África. Un fantasma, que se hizo real cierto día cuando ya llevaba años siendo Emperatriz, su hijo se presentó ante ella y ya no se volvió a tener noticias de él.
Fue adultera, imaginamos que Justiniano ya sabia que esto iba en el contrato. La ley incluso le reconocía esa dispensa, puesto que se entendía que las prostitutas podían impunemente ser adulteras, toda vez que las normas de su oficio lo permitan. Pero también fue
moderada en sus explosiones sexuales, discreta. Supo canalizar su sensualidad hacia un tipo de inteligencia emocional, como se dice ahora, y sus amantes fueron discretos. Les iba en ello la vida. Aunque esta discrección no se la garantizaba. En realidad ser amante de la emperatriz era una gran desgracia, como la mantis religiosa era bastante probable que acabara con ellos después de aparearse. Es seguro que también padecía el mal de su oficio, que ya muchos años antes se había llevado a la tumba a su hermana mayor.
Santa, lo que se dice santa no era, pero tampoco era el monstruo de depravación con que Procopio la pinta. Y con toda seguridad sabemos que Justiniano sabia de estas explosiones efusivas de su cara (querida) pareja, pero hacia como que no sabía nada, la dignidad del ignorante fingido. En cualquier caso estaba mas dispuesto a valorar la calidad de los consejos que obtenía de la Emperatriz, que en satisfacer la furia del marido despechado. Dormía mucho, quizás para compensar las pocas horas de sueño de Justiniano. Probablemente inspiró la leyes que protegían a las prostitutas, sobre todo en lo tocante a la prostitución infantil femenina y en contra del Abuso en general de los hombres hacia las mujeres.
Teodora es considerada hoy por algunos como una gran figura femenina del Imperio Bizantino, ya que las leyes que promovio fueron destinadas principalmente a aumentar los derechos de las mujeres. Como resultado de los esfuerzos de Teodora, el estado de la mujer en el Imperio Bizantino fue más elevado que el del resto de las mujeres en la Europa Medieval.
Una pequeña imagen de como debio lucir el hipodrmo de Constatinopla..
En cuanto a su Politica religiosa Teodora se opuso al apoyo de su marido a la Iglesia calcedonia en las luchas en curso por la predominancia de cada facción. A pesar de pertenecer Justiniano a la Iglesia ortodoxa oriental, Teodora fundó un monasterio monofisita en Gálata y proveyó refugio a todos los líderes monofisitas que hicieron oposición a la mayoría cristiana ortodoxa en el propio palacio e imperio bizantino en general, como a Severo y al patriarca Antimo I. Antimo fue designado Patriarca de Constantinopla bajo su influencia y después de la orden de excomunión, permaneció escondido en los cuartos secretos de Teodora durante doce años, hasta la muerte de la Emperatriz. Cuando el Patriarca calcedonio Efraín provocó una violenta revuelta en Antioquía, ocho obispos monofisitas fueron invitados a Constantinopla y Teodora les dio la bienvenida y les acogió en el palacio Hormisdas, adyacente al Gran Palacio de Constantinopla, que había sido la vivienda de Justiniano y Teodora antes de convertirse en Emperador y Emperatriz respectivamente.
En Egipto, tras la muerte de Timoteo III, Teodora consiguió ayuda de Dioscoros, el Prefecto Augusto, y de Aristómaco, el duque de Egipto, para facilitar el ascenso de Teodosio, un discípulo de Severo, maniobrando así en contra de su esposo, que apostaba por un calcedionio como sucesor del Patriarca; pero Teodosio de Alejandría, incluso con la ayuda de las tropas imperiales, no pudo mantenerse contra los seguidores calcedonios de Justiniano y cuando fue exiliado por Justiniano junto con otros 300 monofisitas a una fortaleza en Tracia, Teodora le rescató y le llevó al palacio Hormisdas, donde vivió bajo su protección, y después de su muerte en 548, bajo la de Justiniano.
Cuando el papa Silverio rechazó la demanda de Teodora de revocar la anatema del papa Agapito I dirigida al Patriarca Antimo I, dio órdenes a Belisario de encontrar un pretexto para destronar a Silverio. Cuando lo consiguió, Vigilio fue situado en su trono.
La política de Teodora en asuntos teológicos fue separatista. Se puede argüir, como hicieron los calcedonios, que Teodora promovió la herejía y como consecuencia socavaría la unidad de la cristiandad en oriente. Pero es igualmente justo reconocer que la política de Teodora retrasó la alienación de la Iglesia ortodoxa.
Imagen de Wikipedia
Teodora moriria posiblemente de cancer de pecho el 28 de junio de 548, a la edad de 48 años. Dejando un legado casi inigualable.