Así es, hay disparidad de opiniones sobre ciertos aspectos y acerca de cuántos participaron en el crimen y si hubo algún instigador (algunos apuntaban a los hijos), pero creo que ya queda claro que Escobedo participó más que ninguno. Da igual si fue el asesino que disparó la pistola o no, estuvo allí y facilitó las cosas para que se produjera el crimen. Cuando fue detenido tras desmontar su falsa coartada y encontrar en la finca de su padre unos casquillos del mismo calibre que las balas que mataron a los marqueses, confesó los hechos. Él después alegó que lo hizo bajo coacciones e instigado por la policía, pero lo cierto es que dio tal profusión de detalles, sobre la hora, la casa, sobre como accedieron, lo que rompieron, lo que utilizaron, sobre las habitaciones, que serían imposibles de conocer de no haber estado aquella noche allí. No puedes saber tantas cosas gracias a la inventiva y a las ganas de que la policía termine con un interrogatorio infernal.
Hace poco, Javier Anastasio, amigo de Escobedo, procesado como coautor y cómplice de los hechos y que se fugó antes de iniciarse el juicio, regresó a España pues sus delitos han prescrito. Él sigue negando que participase del crimen, pero sí reconoce haber llevado a Escobedo a la casa de los Urquijo aquella noche y haberse deshecho del arma que su amigo le entregó. Jamás ha aparecido esa pistola y él asegura que la tiró en el Pantano de San Juan.
Para mi, este tipo cuenta medias verdades para hacer creer que no hay mentiras en él, para vender su "inocencia". Según Anastasio, fue "don favores" con Escobedo esa noche y los días posteriores, pero el fiscal hizo un retrato demoledor de su participación en el crimen. Sabía para qué iban a la casa de los ex suegros de su amigo, que solo entrar sin permiso ya era un delito y que Escobedo llevaba un arma, un soplete, guantes y no sé cuántas cosas más que él mismo escondió. Lo de que los asesinos fueron profesionales y que lo respaldan los forenses, es pecar de soberbia por su parte.
Yo me quedo con lo que dijo en su día el periodista e investigador Matías Antolín, que tuvo una relación muy estrecha con Escobedo vía correspondencia y que llegó a entrevistarle varias veces en la cárcel. Antolín decía que te hacía creer que era el más inocente de los culpables, pero que éste le confesó que él fue el asesino. Y así sentenciaba: "Solos y sin compañía de otros, los asesinos de los marqueses se llaman Rafael Escobedo Alday y Javier Anastasio de Espona. El resto es folclore, es elucubraciones metafísicas. Y es que la verdad del caso Urquijo es que todo es una gran mentira, porque todos mienten más que un epitafio, porque era el caso que se cosía con hilos de leyenda. Muchos no dicen lo que saben y la mitad no sabe lo que dice".
Durante un tiempo, al principo de la relación, pareció que Escobedo había convencido a Matías Antolín sobre lo que le contaba acerca de Míriam de la Sierra y el odio hacia sus padres, la acusación hacia ella como asesina... Pero con el tiempo, cuando Antolín trató más a Escobedo y fue descubriéndole mentiras y una obsesión bastante enfermiza por Míriam, se disculpó con ella. Y tras eso Antolín llegó a la conclusión que "no exisitían crímenes imperfectos, sino mal investigados como éste, que buscaban deseperadamente una motivación, un móvil, cuando el móvil era altruista: el amor enfermizo de Escobedo por Míriam de la Sierra. Él pensaba que si Míriam heredaba ese dinero, porque sus padres eran muy tacaños, dejaba al hortera del americano y volvía con él, que era el amor de su vida. Era un esquema muy simplista, tanto que los policías de investigación no creían que ese fuese el móvil, porque él era tan chulo que se había casado con separación de bienes. Él era de sábanas de lino, de cuna, de niño pijo, pijo, era Rafael Escobedo Alday y eso la gente no lo ha querido ver".
La falsa pena y el que sabe jugar con ella, vende mucho y confunde a muchos.
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