Igualmente, hablen o no hablen, nunca van a quedar satisfechos. No toda la prensa es igual, pero muchos se creen subidos a un pedestal, desde el que se creen con el derecho de dictar los pasos a dar por las personas que fundamentalmente les dan de comer. También hay muchos que creen que Casa Real debería saldar una especie de deuda, por haber colaborado durante años del pacto tácito de no criticar a los miembros de la Familia Real y tapar ciertas cositas (tremendo error para una monarquía parlamentaria que debe someterse al escrutinio público).
Esther Jaen viene a corroborar una vez más que los Reyes quieren ser dueños absolutos de sus pasos y no quieren dejarse influenciar por nada ni por nadie. A mi hay algo que me deja muy tranquila y es la constatación de que el cortijo ya no es lo que era. Han dejado atrás la etapa de no saber por dónde les daba el aire.
Los últimos años fueron de una angustia constante, todo yéndose a pique, sin nadie que le pusiera remedio hasta el 2 de junio del año pasado.