Son bodas muy distintas entre sí para comparar, Sabba
La de Juan Carlos y Sofía tuvo el sabor de los "viejos tiempos". Los monarcas griegos no escatimaron nada para convertir la boda de su hija mayor con un príncipe español de porvenir aún dudoso en un acontecimiento estelar para la realeza europea de entonces. Además, hubo algo muy curioso, como fue el hecho de que se realizase doble ceremonia, una católica y una ortodoxa, tras el enlace civil propiamente dicho.
La de Elena con Jaime resultó increíblemente luminosa y alegre. Sevilla, desde luego, tiene un embrujo especial, que propició una boda real inolvidable. Luego, resultó más sobria, más contenida, pero también muy bonita la de Cristina con Jaime. Desafortunadamente, la tercera boda, la de Felipe con Letizia, que era sin duda la más esperada, resultó opaca y tristona. En parte, porque la ciudad estaba todavía devastada emocionalmente por lo acontecido apenas dos meses antes; en parte, porque hubo que extremar al máximo las medidas de seguridad y encima ese día cayeron chuzos de punta, lo que, combinado, disuadió a mucha gente -entre los que me incluyo- de desplazarse al centro de la capital para saludar el paso del cortejo.