Sí se nos va la pinza, Lamballe. Pero yo creo que estos chascarrillos un poco delirantes son pequeñas válvulas de escape a la tensión acumulada
Yo coincido plenamente con la afirmación de Joaquín que tú has quoteado un poco atrás:
Si lo llego a saber no digo nada, yo no pretendía ningún debate, solo decir que no considero que haya ningún político en el panorama actual que pudiese ejercer como jefe del estado sin ser una figura polarizadora, de todas maneras este debate, no pretendido, es ejemplo de ello. Creo que eso es así, por eso soy muy reticente a la idea de una República. Insisto en mi frase ya casi mítica: ya no disponemos ni de Cánovas ni de Sagasta, los dos se nos fueron y huérfanos de ESTADISTAS, con mayúsculas, nos quedamos. Al igual que Joaquín, pienso que el partidismo acérrimo es la gran lacra de la sociedad española. Aquí, en este país nuestro, las guerras de tirios y troyanos son algo permanentemente garantizado. No sé qué tipo de República podría aguantar semejante percal; no me imagino una República a la Alemana, pero tampoco una República a la Francesa. No me lo imagino...y cuando trato de imaginármelo, se me revuelve el ánimo porque veo un panorama muy encendidito.
Dicho lo cual, me sumo de corazón a tu saludable advertencia:
Yo creo que las conversaciones sobre políticos españoles posteriores a Suárez son peligrosas. Yo no me veo conversando fríamente sobre ellos, ni aún en los temas centrados en la Monarquía, por lo que evitaría especificar, dar nombres o referirme demasiado concretamente a hechos de los últimos 30 años con políticos con protagonistas. Meterlos puede ensombrecer y viciar el ambiente, lo que sería una pena.Creo que volveré a repetir que ni tenemos un Cánovas ni un Sagasta. Ni cuarto y mitad de ambos, todo sea dicho de paso. Así que es mejor plantearnos los debates con cierta abstracción con relación a la situación política en que se desarrollan nuestras vidas. Bastante tenemos con sufrir a nuestros políticos en la realidad, jajaja, no les dejemos que nos torturen en el plano virtual. Sí creo que hay aspectos de la escena política que, inevitablemente, influyen en el devenir y sobre todo en la percepción popular de la monarquía. Pero yo lo que le pido a la monarquía es que ella misma se saque sus castañas del fuego y se trabaje el futuro, cosa que creo que no han sabido hacer, por ejemplo, en el caso Urdangarín. Han tenido una conducta errática, que ha contribuído grandemente a la ceremonia de la confusión.