-Doctor en Historia.
Aunque podría parecer que Baviera está geográfica y culturalmente lejos de España, sus católicos príncipes se han casado repetidamente con miembros de la Familia Real española. En mi obra «Wittelsbach y Borbón: relaciones y enlaces entre las Casas Reales de Baviera y de España» traté ampliamente de este tema glosando los matrimonios y la descendencia de los príncipes Adalberto de Baviera con la infanta María Amalia, Luis Fernando de Baviera con la infanta Paz, y Fernando de Baviera con la infanta María Teresa. Un hijo de este último enlace fue el infante y notable musicólogo y pianista José Eugenio de Baviera, esposo de Marisol de Messía y Lesseps –hija de los duques de Tamames y de Galisteo, condes de Mora–, a quien conocí y traté en su casa del Viso, donde se colgaban los magníficos tapices que su suegro había heredado del rey Francisco de Asís, esposo de la reina Isabel II de España, y donde se conservaba el piano que había sido de la Reina Regente María Cristina, abuela de José Eugenio. Hijas de éste y de Marisol son Tessa y Crista de Baviera, muy conocidas en la sociedad madrileña. Tessa, gran amiga–junto a su marido, Alfonso Márquez Patiño– de los príncipes Rainiero III y Gracia de Mónaco, destacó por su actividad en la
moda y sus colaboraciones en Prensa.
Aunque Baviera ha dado dos emperadores al Sacro Imperio, Luis IV y Carlos VII, un rey de Romanos –Roberto III–, un rey de Grecia, Otón I, una reina de España, Mariana de Neoburgo, o muchos electores y duques, desde aquel Otón V, hecho duque de Baviera por el emperador Federico I Barbarroja en 1180, quizás hay un personaje del linaje, el rey Luis II, llamado con discutible precisión «el Rey Loco» que, por encima de todos, ha dado fama a Baviera, Estado erigido en reino por obra y gracia de Napoleón I. Gran amigo de su prima la emperatriz Isabel de Austria, más conocida por Sisi, protector y mecenas de Wagner y artífice de la edificación de castillos como Neuschwanstein –cuya peculiar estructura inspiró el de Disney– , Herrenchiemsee o Linderhof, sufrió una misteriosa muerte a orillas del lago Starnberg mientras paseaba con su médico, Bernhard von Gudem, durante su reclusión en el castillo de Berg. Ascendió al trono a los dieciocho años, fue amado por su pueblo y su legado arquitectónico es reclamo turístico para muchos y símbolo de aquel hermoso reino. Se convirtió en tal en 1805, cuando Napoleón I elevó a su aliado el elector Maximiliano José al título regio. En 1815, tras el Congreso de Viena, Baviera se convirtió en el segundo reino alemán más poderoso después de Prusia. Los enlaces de las hijas del primer rey con los Sajonia, los Prusia o los Austria, y los citados con los Borbones de España, emulando el famoso dicho de los Austria «Bella gerant alii, tu felix Austria nube» (deja que los demás hagan la guerra, tú, feliz Austria, cásate) llevaron a los Wittelsbach a emparentar con lo mejor del Gotha. El actual jefe de la casa real de Baviera es el príncipe Francisco, duque de Baviera, hijo del príncipe Alberto, anterior duque de Baviera, perseguido por el nazismo. Soltero, popular en Múnich y dedicado al arte, colecciona pintura contemporánea, se interesa por la música, la botánica, la cerámica africana y vive en un ala del castillo de verano de Nymphenburg, en las afueras de Múnich, magnífico palacio que alberga la famosa galería de bellezas, la «Schönheitsgalerie» de Luis I, donde este monarca –que quiso convertir Múnich en una nueva Atenas y que perdió el trono en 1848 a favor de su hijo Maximiliano II, en parte por los movimientos revolucionarios del momento, pero también por su impopular «liaison» con la bailarina irlandesa Lola Montez– acumuló los retratos de las más hermosas damas de su reino, o el museo de carruajes, donde está el famoso trineo de Luis II, que aparece en un cuadro que poseía la citada princesa Marisol de Baviera en su casa madrileña y donde se ve al monarca en un recorrido nocturno entre nevados paisajes.
El actual duque de Baviera es considerado por los jacobitas, partidarios de los Estuardo, legítimo heredero de las coronas de Inglaterra y Escocia, aunque él no reivindique nada. A su muerte le sucederá su hermano, el príncipe Maximiliano Manuel, duque en Baviera, como hijo adoptivo de su tío Luis Guillermo. Dado que Max no tiene hijos varones, a su fallecimiento y debido a la ley sálica, la jefatura de la casa pasará a su primo, el príncipe Luitpold de Baviera, mientras que los derechos dinásticos jacobitas recaerán en la hija de Max y de la condesa sueca Elisabeth Christina Douglas, la princesa Sofía, tataranieta del rey Luis III de Baviera, casada con el príncipe heredero Luis de Liechtenstein. Es ella, precisamente, el miembro de la dinastía que está más próxima a ocupar un trono. Su matrimonio es el único no morganático o no desigual de un príncipe heredero de casa reinante europea.