Hoy es lunes y aquí estoy. Si no llegas a decir nada, Maravilha, hubiese pensado que las humedades del Chateau Point a la Ligne habían trastornado a todos y que la boda, efectivamente, tenía ese aire zorrón de tu boda chav.
Tengo que decir que me esperaba todo mucho peor de lo que finalmente ha sido. Hasta me ha gustado Queen Latifah, yo a la gente con mucha personalidad siempre le doy un respeto.
Pero no habéis dicho nada de los caballeros, por favor. Puede que sean las patatas fritas belgas, único motivo para visitar el país de la reina Fabiola y Felipe de Brabante (con quienes nunca me iría a una orgía porque me quedaría zzzzzz). Serán las patatas, digo, pero ¿habéis visto que cantidad de hombres con el chaleco reventón?
Este señor estonudó más adelante en la boda y mató a dos de los niños pajes al reventarle el cinturón y salir despedida la hebilla.
A este hombre su madre (con buenas piernas para sus 104 años) no le dijo que tenia que elegir entre un chaleco más largo o una corbata más corta (o una estancia en la clínica adelgazante "Hercule Poirot" de Lieja).
Más delito tiene el caso de este joven, que ha querido dar la campanada con su atrevido chaleco rojo damasco y no se ha fijado que todo le queda pequeño: el chaqué, el chaleco y el pantalón. No voy a decir nada del rumiante del traje rojo que tiene al lado porque tengo hecha una promesa a Santa Discreta de Siena de no ser malvado.
En cuanto a este señor, me he puesto en contacto con él para mandarle la dirección de mi sastre. Le he dicho que entre en su establecimiento por la puerta de EMERGENCIAS para arreglarse ese bajo del pantalón. Es lo que tiene crecer de golpe 5 cm a los 50 años, que vas a una boda y hasta los aldeanos con mala dentadura te tiran piedras por mamarracho.
Y cuando salga del sastre irá a una zapatería a comprarse unos zapatos de CUERO. Con ese charol y un chaqué no vamos a ninguna parte.