Y así lo reconocieron en Luxemburgo. Según el protocolo el Príncipe de Asturias y su esposa fueron los penúltimos herederos en acceder a la Catedral. Todos sabemos que la importancia jerárquica se mide por el orden de precedencia. Cuánto más tarde entres, mayor importancia. Sólo cedieron el último lugar al Heredero del Emperador de Japón. Luego, en la ceremonia estuvieron sentados en la segunda fila, al lado de la esposa del Rey de Marruecos y del susodicho príncipe heredero del Trono del Crisantemo (¡qué flor tan propia de la época hacia la que nos encaminamos!). El príncipe heredero de Dinamarca y su esposa estaban sentados detrás, junto a los Condes de Wessex o a la Princesa de Hannover, representante del Príncipe de Mónaco. Luego la Corte Gran Ducal no consideró desaire alguno por parte de la Casa Real de España. Además, cuando bajaron del "mini-bus" verde que les trasladó a la Catedral, todos se colocaron en perfecto orden para hacer su ingreso al templo, con una disciplina admirable. ¿Por qué buscar nosotros conflicto dónde no los hay? Si los principales interesados -la Familia Gran Ducal y la Familia Real de España- no aprecian ningún detalle de descortesía o falta de consideración, ¿por qué vamos a encontrarlos nosotros? ¿Tal vez alguno desea que Luxemburgo rompa sus relaciones diplomáticas con España por siempre jamás a causa de la ausencia de la Reina en el enlace? ¿O porque no estuviera la Princesa de Asturias en la cena de gala previa a la celebración del matrimonio religiosos con la tiara de las flores de lys y las catorce mil vueltas de chatones, perlas y pulseras gemelas? Seamos más sensatos y no hipersensibles y suspicaces. Un poco de sentido común, y nada de manías persecutorias, conspiraciones paranoicas y demás desequilibrios mentales. Sobre todo cuando a los implicados en el tema parece que no tienen reproche alguno y han manifestado la mayor de las deferencias, con exquisito respeto y educación en su trato a los Príncipes de Asturias. ¿Quizá alguien sabe más que ellos y conoce los más íntimos pensamientos del Gran Duque Enrique o de la Gran Duquesa María Teresa para afirmar que sienten su gran ducal corazón herido por tamaña ofensa y gesto de desprecio de su "querido primo" Juan Carlos y toda su familia? Pues si lo sabe qué nos lo digan a todos para comenzar una campaña de boicot a todo lo luxemburgués que hará temblar los cimientos del Gran Ducado.
Pues no nos conocen éstos a nosotros. Vamos, vamos.