En el año 1636, vecinos de la ciudad de Buenos Aires solicitan al Gobernador y Capitán General Don Pedro Esteban Dávila la concesión de mercedes en el Pago de las Conchas, siendo el actual territorio de Padua concedido a don Juan García, don Francisco Rodríguez y al Capitán González de Carbajal. Hacia 1730 éstas tierras estaban en posesión de la familia Torrillas, don Blas Martínez y doña Gimena Lobatón; a los pocos años los dos últimos mencionados venden sus tierras a Francisco de Merlo. En 1712, Francisco de Merlo adquiere las tierras que hoy es Padua. A la muerte de Merlo en 1758, las tierras son donadas a la orden de los mercedarios que fundan en 1776 el Hospicio de San Ramón de Las Conchas, también conocido como el Hospicio de la Merced. Ya hacia 1830 se tiene noticia que existía una posta de viajeros conocida como la Posta del Ombú Solo que se encontraba en la esquina de Beruti y Alberdi. La posta más cercana era la Posta de Pardo, en el actual Ituzaingó, en donde hoy se encuentra el country club Los Pingüinos. La Posta de Pardo era regenteada por la viuda de Pardo, la señora Torrillas. La Posta del Ombú debe su nombre a un ombú que se ubicaba en el mismo lugar, ombú que se encontraba en pie sólo hasta hace pocas décadas atrás. Se dice que el general Juan Lavalle paró en la posta en 1840. Hacia 1860 el jefe de posta era don Ángel Ramos. En 1821 el gobernador Martín Rodríguez expropia las tierras del hospicio, que pasan a ser tierras fiscales. Por la Ley de Enfiteusis el Estado provincial arrienda las tierras a Juan Torres, juez de paz de la región. En 1836 las tierras son compradas por Juan Bernardo Navarrete, hombre con amplios contactos en Buenos Aires, que fue juez de paz del partido de Morón en varias oportunidades en la década de 1830. En 1852 Navarrete vende su estancia al irlandés Thomas Gibson Pearson, que a su muerte pasan a su viuda, Manuela Calderón y Aguado la que confía la administración de aquellas a su hijo mayor –fruto de un matrimonio anterior— Juan Dillon. Dillon, previendo la valorización de las tierras ante la inminente llegada del ferrocarril, comienza a vender parte de la estancia Pearson a distintos inversores. En 1862 Dillon vende a la empresa Vicente Scott y Compañía parte de Padua Norte con la intención de instalar un saladero, y a los pocos años uno de sus socios, Juan Landaburu, adquiere la participación de los demás y con el tiempo Padua Norte comienza a conocerse como Villa Landaburu o Villa Sullivan, nombre del yerno de Juan Landaburu.
Hacia 1870, «el francés» Landaburu era dueño de las tierras al norte del Camino a Puente de Márquez —hoy Avenida Yrigoyen— y se extendían hacia Padua Norte. Atravesadas por el arroyo Saladero, las tierras de Landaburu que daban frente a la estación de Merlo se las conocían como «el bañado» por ser una zona baja e inundable. Desde Puente de Márquez hasta lo que hoy es el Golf Club Ituzaingó, se extendían las tierras de la familia Prack. Los Prack era un prestigiosa familia de inmigrantes alemanes originarios del pueblito de Niederklein, Hesse, que llegaron invitados por Bernardino Rivadavia en 1828 para fundar el pueblo de Chorroarín, actual barrio de Chacarita. Los Prack se trasladaron a Puente de Márquez y luego compraron las tierras que hoy es el Golf Club Ituzaingó, Padua Norte, zona conocida como el Barrio de los Alemanes, en donde también se encontraba la chacra de Felipe Schmall, quien instalaría una cervecería en el pueblo de Merlo. Vecinos de los Prack era la familia Torrillas que para 1870 eran propietarios de esas tierras por casi 200 años. Lo que hoy es el centro de Padua estaba dividido en un par de fincas. La familia Dillon-Pearson aún poseían tierras en Padua y Juan Dillon construyó el casco de estancia en el actual barrio La Esmeralda, en el mismo lugar que desde 1875 se puede ver una suntuosa casona de estilo colonial, el casco de la Estancia la Esmeralda, que da su nombre al barrio, y que hoy sirve de salón de fiestas.
Hacia 1924 la Orden Franciscana era dueña de una extensa propiedad de 40 hectáreas. Anteriormente, las tierras pertenecían a la Compañía General de Ladrillos. En esta propiedad fray Julián Lagos había fundado el Hogar Agrícola Modelo, una escuela agraria para niñas huérfanas que se recibían de maestras rurales; el edificio se encontraba en donde hoy se encuentra el Ateneo franciscano. Hacia 1930 la señora Ernestina Llavallol de Acosta tomó conocimiento de esta obra y decidió donar fondos para la construcción de un templo dedicado a San Antonio de Padua en memoria de su esposo Eduardo Acosta. Junto con la Sra. de Acosta se debe señalar como principal propulsor de la obra a fray Francisco Alfonso. La iglesia fue bendecida el 29 de septiembre de 1931, consagrada en 1938 y fue declarado parroquia en 1942. Alrededor del templo, que se ubica sobre la Avenida Centenario y que fue construido en estilo románico, se yergue un complejo franciscano que incluye al Instituto San Antonio, creado en 1939, la voluminosa biblioteca Fray Mamerto Esquiú y la Facultad de Teología y Filosofía Fray Luis Bolaños. También es parte del complejo el Club Ateneo San Antonio y el salón de actos-cine, que luego fue teatro. Allí nació el Teatro Poético de Padua. Es de destacar la obra de Fray Francisco Alonso creador del Convento Seminario, al estilo de las antiguas abadías europeas.
El edificio se compone de tres naves de líneas esbeltas de estilo románico. La nave central tiene 9,50 m. de ancho y las laterales 4,30 m . La extensión es de 47,6 m de largo. La cúpula de la bóveda central llega a los 15,5 m de altura y las laterales a los 11 m . A la usanza de los antiguos templos coloniales sostienen a un lado al otro y tribunas de 22 m de longitud. El máximo de la bóveda mide 20 m y la torre alcanza los 45 m de altura. El altar mayor está construido en mármoles rojos, blancos y grises; los capiteles de bronce y en ellos festones, rosetas y otros motivos. En la parte inferior del retablo se encuentran ubicados cuatro nichos que contienen las imágenes de San Francisco Solano, San Roque, Santa Lucía y Santa Isabel de Hungría. En la parte superior y ocupando el lugar central la imagen de San Antonio de Padua. Al fondo, a ambos lados ábside se destacan hermosos vitreaux con imágenes de diversos santos. En ambas cabezas de las naves laterales se encuentran las tumbas de Eduardo Acosta —cuyos restos fueron traídos desde el Cementerio de la Recoleta— y la tumba de Ernestina Llavallol de Acosta, quien pertenecía a la Tercera orden de San Francisco.
Detrás del altar mayor, adherido al ábside se encuentra el coro se encuentra una imponente sillería de roble labrado, distribuido en tres hileras, formando un cuadro que cierran dos altares, uno dedicado a San Francisco de Asís y otro a la Santísima Virgen teniendo a sus pies al teólogo Duns Scoto. En las hornacinas se encuentran las imágenes de algunos grandes santos franciscanos. En la fachada del templo aparecen representados en mosaico las figuras de San Antonio de Padua, Santa Rosa de Viterbo y Santa Isabel de Hungría. El primer sacerdote a cargo fue fray Gentil Sosa, la primera misa fue oficiada por fray Francisco Alfonso, la primera procesión se realizó el 13 de enero de 1931, el primer matrimonio se celebró el 6 de enero de 1932 y el primer bautismo el 22 de enero de 1932. El primer párroco fue fray Bernardo Arias en 1942.
Como dato curioso, es que aún dentro del clero llaman a la iglesia de Padua basílica por su magnificencia, pero no lo es porque jamás se ha solicitado el decreto correspondiente.
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