"Menos mal que ¡Hola!, siempre en vanguardia, apuesta por una santa en vida para su portada: Charlene de Mónaco, yerma y mártir. Amueblada con su Armani Privé y con su tiara Ocean de 850 diamantes y 359 zafiros por montera, eso sí, que se mueran los pobres, que los feos siempre pueden operarse como hizo ella para parecerse como un huevo a una castaña a Su Alteza Serenísima Su Suegra, la princesa Gracia. Lágrimas como puños, brotan de las piedras leyendo la entrevista anexa. Esa infancia de niña blanca soportando el apartheid de Suráfrica. Esa adolescencia de patito feo plana cual tabla y con dos metros de envergadura de meñique a meñique. Esa juventud con el pelo aplastado bajo el gorro de goma tragando cloro por las piletas del mundo. Hasta que llegó Él, Alberto Piscinas, y empezó a saber lo que es tragar quina a hectólitros.
Porque lo que habrá pasado esa chica con ese marido tan, digamos, polisémico, esa cuñada tan perfecta y esos sobrinos tan monísimos procreando como cobayas mientras ella no concibe ni a tiros, no está agradecido ni pagado por muy multimillonario que sea su contrato de matrimonio. Por eso, en cuestión de royals sobrevenidas, soy más de Catalina Pelazo Middleton, que lo mismo te juega al cricquet, que te patronea una regata, que se frota la nariz con un maorí con el culo al aire sin perder esa sonrisa llena de piños. Pero, claro, a ella Guillermo la mira. Y apuesto que, en ocasiones, hasta la toca."
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