Estoy de acuerdo en casi todo lo que expresas, pero hay un punto que no hay que obviar. El Rey Juan Carlos no reside en España porque no quiere. Así lo ha hecho saber (a Carlos Herrera, a Raúl del Pozo, por ejemplo, y vía comunicado). Y no quiere porque no está dispuesto a trasladar su residencia fiscal a nuestro país, como tampoco está dispuesto a respetar y acatar el código de conducta impuesto por su hijo el Rey.
Mientras el Rey Juan Carlos no acepte que tiene que tributar en España (sin más líos) y que su
modo de vida debe ajustarse a la de un miembro de una Familia Real en una monarquía constitucional... No es una persona especial y exenta de responsabilidades. Demasiado se le ha perdonado gracias a la tan abusada inmunidad. Ya es hora de que lo entienda.
A su entorno sí le reprocho un talante torticero y manipulador que en nada le beneficia a él, ni a la Corona. Primero porque no hace autocrítica. Ha sido un magnífico monarca, pero como persona privada sobrepasó todos los límites de la desfachatez. Y segundo porque continuamente dan a entender cosas que no son. Ni se fue a Abu Dabi obligado, ni sigue allí por obligación.
Gracias a todo lo que ha pasado, se han caído muchas caretas de falsos monárquicos. Una cosa es ser juancarlista/felipista y otra muy distinta ser monárquico. El monárquico defiende y comprende las decisiones que toma su Rey con tal de proteger a la institución, aunque sea a costa de sus ascendientes y de sus descendientes. El monárquico no debe ser personalista, ese es el mayor error de todos. Porque si se vuelve personalista, jamás podrá plantarse frente a los torpedos que se puedan lanzar contra la línea de flotación de la Corona. La Corona, la institución, siempre debe estar por encima de todo y de todos. Quien la ponga en peligro, sea todo un rey o una infanta, deberá vérselas con un monárquico. El Conde de Barcelona lo entendió muy bien. Lo llevaba en las venas. Por desgracia, no puedo decir lo mismo del Rey Juan Carlos. Si lo hubiese entendido desde el primer momento, no habríamos tenido petrodólares, ni Corinnas, ni fundaciones, ni Iñakis, ni chantajes de vedettes, ni tantas cosas que no tendríamos que haber padecido jamás.
Su último gran servicio a la Corona fue abdicar, pero yo sigo esperando alguno más. Espero que se deje de idioteces, que busque una casa en España, que viva acorde a su categoría, sin dar que hablar y que se mire un poquito menos su propio obligo. Porque si su hijo Felipe fuese una copia exacta de él, España y los españoles, ya no tendríamos monarquía.