Otra imagen de Stéphanie de Beauharnais:
Su matrimonio con Charles Frederick no fue afortunado. Cuando ella llegó a Karlsruhe, era una muchacha alegre, animada, un poquito frívola y coqueta. Muy francesa, desde el punto de vista germánico. Sin embargo, pese a que poseía un aspecto agraciado y una elegancia sofisticada que recordaba a la de su parienta la emperatriz Josephine, Stéphanie se encontró con un marido demasiado aficionado a vivir "como un soltero". Charles Frederick no pensaba renunciar a sus francachelas ni a sus correrías amorosas sólo porque le hubiesen casado con una de las protegidas del gran Napoleón.
De hecho, Charles Frederick permaneció en Karlsruhe, mientras que Stéphanie, sintiéndose completamente dada de lado por su marido, prefirió establecer su residencia en Mannheim. Presionado por Napoleón, que no estaba nada satisfecho con el curso de los acontecimientos, el gran duque Karl Friedrich ofreció a su nieto y a la esposa de su nieto un precioso palacete para que fuese la residencia veraniega de la pareja: Schwetzingen. Pero ni siquiera aquel entorno idílico podía animar a Charles Frederick y Stéphanie a comportarse como un matrimonio. La situación sólo experimentó un cambio a medida que se deterioraba gravemente la salud del abuelo Karl Friedrich. Eso hizo que los jóvenes se volviesen muy conscientes de la necesidad de garantizar la sucesión de la casa de Zahringen. Así que, haciendo de tripas corazón, Charles Frederick y Stéphanie empezaron a pasar más tiempo juntos. El resultado fue que en octubre de 1810, por fín Stéphanie se quedó embarazada. Una hija, Luise Amelie Stephanie, nació el 5 de junio de 1811...exactamente cinco días antes de que falleciese el gran duque Karl Friedrich, lo que hizo de los padres de la nena los nuevos, flamantes, grandes duques soberanos.