Sabba, te eché de menos en casa anoche, jajaja. A tí te tocaba traer el surtido de canapés y los petit fours, que sepas que también eché de menos esas bandejas
Os pongo en situación: Minnie con un pijama muy calentito, recostada debajo de un plaid en un sofá amplio, con mesa delante. Copa de vino blanco frío, un platito lleno de galletitas saladas y otro de aceitunas rellenas de anchoa. La tele. Empieza la serie. Transcurren cinco minutos. Minnie tronchada de la risa en el sofá. Y pensar que hay quienes creen que esa "serie romántica" fue un encarguito de Zarzuela para mejorar la imagen de SS.AA.RR. Madre-del-amor-hermoso, si todos son personajes de encefalograma plano, con unos diálogos imposibles. Mención especial para la reina Sofía, que en vez de reina y madre, parece una gobernanta de pensionado prusiano; su secretario, el pobre, resulta tan pánfilo que por fín he comprendido cómo pudo suceder lo del segundo libro de la Urbano. Juan Carlos es un poquito lerdo y sólo parece poner interés en clavarle puyitas a Sofía, del tipo: "Ya eres útil...Sofía; te ocupas de los nietos". Cristina es una hermanísima insustancial. Elena es una pobre desgraciada cuyo marido no hace otra cosa que quemar móvil mientras ella se dispone a tragarse La Sirenita por trigésima vez. Felipe un cruce entre niño mimado y sobrado de cojones. Letizia es tan pero tan profesional que se pasa diez mil pueblos en lo de ponerse redicha con quien se tercie. La abuela Menchu una petarda. En fín, ahí sólo se salva Fidel, el sirviente de JuanCar...y eso echándole voluntad.