«El músico» de Lillo suena más fuerte
La restauración de una de las pinturas más singulares del Prerrománico ha concluido y ha revelado algunas curiosidades sobre la obra
www.lne.esLa restauración de «El músico» de la iglesia de San Miguel de Lillo, una de las pinturas más representativas y singulares del arte prerrománico, ha finalizado. El trabajo a pie de andamio está acabado y Jesús Puras, el encargado de la intervención, ya ha hecho llegar un informe preliminar del estado de los revestimientos murales a la Consejería de Cultura del Principado, su promotora.
Aunque aún continúa la recogida de datos con vistas a un análisis más amplio y preciso, Puras ha incluido algunas propuestas para mejorar la conservación de las pinturas del monumento ovetense, tales como la colocación de filtros ultravioleta en los ventanales para detener el deterioro causado por la luz del sol.
Las observaciones que Jesús Puras acometió el pasado mes de noviembre han constatado que la técnica utilizada en «El músico» y en el resto de las pinturas -en gran parte motivos geométricos y vegetales- que decoran la iglesia del Naranco fue la del apresto seco. «No son frescos, que se pintan sobre el mortero húmedo; éstas están pintadas con cal sobre mortero seco», explica el restaurador.
Entre los hallazgos curiosos, aunque no resulte excesivamente relevante para la datación de las pinturas, Jesús Puras cita un fragmento de madera encontrado tras «El músico», entre la argamasa. Ha llegado hasta nuestros días dentro de una burbuja de aire formada al mezclar el mortero y será sometida a análisis. «No es nada determinante, porque puede ser muy anterior a la pintura, pero, en cualquier caso nunca será posterior», comenta el restaurador.
Durante el proceso de investigación Jesús Puras ha diferenciado todos los pigmentos aplicados sobre los muros de San Miguel de Lillo y ha verificado que las pinturas en torno a «El músico» fueron realizadas con posterioridad.
Las actuaciones llevadas a cabo por Jesús Puras para preservar «El músico» han sido elementales y muy eficaces. «Se fijaron los pigmentos, consolidándolos al muro y se ha aplicado un mortero aislante alrededor», refiere.
De momento, el andamio continúa montado en el interior de la iglesia y la recogida de mediciones de humedad o de las sales que impregnan las paredes aún no ha acabado, con vistas a afinar en el diagnóstico de los achaques de las pinturas y sus causas. Esos datos, comenta el restaurador, se incorporarán «al informe final, para enriquecerlo».
Las obras de conservación de las pinturas de San Miguel de Lillo comenzaron en noviembre del año pasado. «El músico» había sido objeto del deterioro causado por el efecto de la humedad, las corrientes de aire, la luz y algunos otros factores en el transcurso de los siglos y Puras ha sido el encargado de reparar esos estragos. El estudio encargado al restaurador será el primero en profundidad sobre el estado de esa pintura y el resto de las que decoran las paredes de la iglesia.
Al emprender aquella restauración Jesús Puras reconocía que «El músico», que constituye toda una innovación artística en su contexto temporal, estaba «en mal estado», pero tranquilizadoramente aseguraba que «no había peligro de desprendimiento de los sustratos que lo sustentan», añadiendo que había permanecido así durante muchos años.
De la decoración interior de San Miguel de Lillo sólo podemos imaginar una tercera parte de lo que fue, según ha indicado Puras en alguna ocasión. La decoración permanece oculta en algunos rincones de la iglesia, así que no hay que descartar la posibilidad de destaparla y sacarla a la luz algún día.
Puras es una voz autorizada en lo que se refiere a la pintura prerrománica. Él es el autor de los trabajos de conservación realizados en San Julián de los Prados, Santa María del Naranco, San Adriano de Tuñón y San Salvador de Priesca, entre otros monumentos.
«El músico» luce renovado y queda pendiente ahora la restauración del resto de las pinturas del interior del templo.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.