elparaiso2008 escribió:
hola, hola
Si Jaime no ha sido el artífice del cambio de la Infanta, como parece no serlo Iñaki de Cristina, quién fué...? porque da la casualidad que el cambio se dió luego del casamiento.
Y para ejemplo. Yo recuerdo por la gran cantidad de fotos publicadas lo que eran las princesas holandesas....tanto físicamente como en el vestir, lo que eran las danesas, y he ahí que se produce un importante cambio en todas ellas a partir de sus bodas. En las holandesas en especial, basta ver fotos de Irene antes y despues y de Margarita, más aún.
Pero ése no es mérito de los maridos, pienso, jajaja.
Partamos de la base de que Elena y Cristina pasaron sus juventudes en los ochenta, una época poco afortunada en cuestión de
modas. Incluso Diana, una figura icónica, ofrece, hoy en día, un aspecto un poquito hortera y algo ridículo cuando se contemplan aquellas imposibles lazadas en el cuello, los trajes demasiado de señorona con los botones dorados, etc. Evidentemente, en Elena y Cristina los trajes de señorona tenían un efecto desastroso.
Sin embargo, también es cierto que las mujeres se transforman mucho desde lo veinte a los treinta y cinco años. En esas edades, suele producirse el matrimonio, por lo que, a menudo, se atribuye la transformación positiva a la influencia del marido. Pero no creo que suela suceder tal cosa. Más bien, una aprende a cuenta de sí misma y de sus allegadas que a veces querer ir bien mona requiere un conocimiento exacto de lo que puedes o no puedes ponerte. De joven, sueles ser más dependiente de la
moda, de la tendencia del momento: si se llevan los leggins, te quieres poner leggins a toda costa, sin pararte a pensar que igual tus piernas no agradecen esas mallas ajustadísimas. A medida que pasan los años, te miras al espejo con un sentido crítico más sano y saludable, jajajaja. Dices: vale, este año se lleva el corte imperio, pero a mi figura no le favorece, así que buscaré otra clase de vestidos. También aprendes a ser más cuidadosa con otros detalles...desde la depilación de las cejas hasta el corte de pelo pasando por el tinte o las mechas. De joven, si se llevan las mechas rubias y las cejas muy finas, te apuntas aunque no sea precisamente lo que mejor te va. Luego, dices: uy, el rubio no es para mí, en cambio un cobrizo me favorece; y las cejas voy a arreglarlas, pero de forma armónica con mis rasgos.
Son ejemplos, jajaja. Pero creo que las mujeres entenderán lo que quiero transmitir a la primera lectura...