Debo empezar por advertirles que la cantidad de información que hay sobre el exPalacio Errázuriz-Alvear, hoy Museo Nacional de Arte Decorativo es inmensa, debo haberlo visitado más de 50 veces y su acervo ha sorprendido a propios y extraños. Dicho eso, arrancamos...
Todo comenzó, para variar, con una boda...
Qué lindo cuando tenemos todos tan claro a nivel genealógico, ¿no?
Y en este caso, una sorprendente, una de las hermanas Alvear-Fernández se casaba con un rico diplomático chileno, Matías Errázuriz Ortúzar. Esto fue llamativo para la sociedad de entonces y también aún lo es para nosotros, dejando de lado toda la idiotez de una rivalidad transandina que salvo a los necios y fanáticos de fútbol a nadie le importa, era novedoso por una razón, los países atlánticos miraron siempre a Europa, ¿los pacíficos? A Asia y Estados Unidos, eso definió su pensar y andar con resultados variopintos en ambos casos.
En abril de 1987, Josefina de Alvear y Matías Errázuriz Ortúzar contrajeron matrimonio en la Catedral de Buenos Aires y durante varios años vivieron en una casa, lujosa sí, pero nada del otro mundo en la calle Chacabuco del barrio de Monserrat, allí también nacerían sus 2 hijos Matías y Josefina.
"Mato" y "Pepa"
Desde 1906 hasta 1916 los Errázuriz residieron en Francia debido a misiones diplomáticas asignadas al señor Errázuriz en Europa, es durante esos años que se proyecta y construye su residencia en Buenos Aires. No los sorprenderá saber que el matrimonio no sólo estaba interesado en el arte y las antigüedades sino que tenían un gusto exquisito y aprovecharon los años vividos en Europa para adquirir una valiosa colección de obras de arte europeo y oriental que en su mayor parte integran hoy el patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo.
Josefina photoshop---pintada por Boldini
La obra le sería encargada a un arquitecto que ya hemos mencionado aquí, y que volveremos a mencionar, René Sargent. Este famoso arquitecto, que jamás pisó Buenos Aires, diseñó la casa siguiendo los requerimientos, y gustos, del matrimonio así como los cánones del francés, y citando a una de las maîtresse-en-titre de Versailles: la sociedad porteña también estaba destinada a morir de simetría, pero eso sí, abaratando costos con nuevas formas de construcción y poniendo calefacción donde fuera necesario que era muy lindo jugar a la condesa en Buenos Aires pero no era necesario andar con sabañones por el frío tampoco.
La familia regresó a Buenos Aires en 1916, sí, en el medio de la guerra, escapando de ella precisamente, y aún pese a las demoras del caso, sus muebles y objetos de arte llegaron por vía marítima. Pese a las demoras, la residencia sería inaugurada en 1918 la casa fue inaugurada con una gran fiesta y se convirtió en el centro de una intensa vida social en los años que residieron en ella.
Lamentablemente mis libros sobre la "casa" están en Buenos Aires pero voy a citar algunos datos de memoria...
Si bien los Errázuriz-Alvear eran millonarios, también se hicieron fama de lo que aquella época se los conoce como "pijoteros" o hablando claro, algo agarrados a la hora de pagar, no era común que la aristocracia regateara y tardara mucho en pagar las cuentas pero eso significaba que artistas y marchantes pensaran 2 veces a quiénes venderles después.
Uno de esos episodios se marcó por la no realización de la chimenea del salón principal, de esto nos perdimos:
Sí, es un Rodin, y Matías Errázuriz se carteó lo suyo con el escultor, pero finalmente fue un tema de dinero y no se pusieron de acuerdo, así que finalmente se eligió algo medieval/gótico (ya voy a llegar, no se preocupen) pero nos queda la maqueta que nos muestra lo que podría haber sido.
Así mismo van a notar que varios cielorrasos lucen demasiado vacíos, es algo que ocurre en toda la residencia, sí, era el estilo pero los planos originales muestran que no era el fin, la guerra, la posterior crisis y nuevamente un tema de no definir bien los honorarios impidieron que las telas de Sert nunca llegaran a ocupar el lugar que se les había dado durante el diseño original.
Sorolla y Boldini han dejado para la posteridad en sus diarios, y cartas, no menos que improperios sobre lo complicado que era el señor Errázuriz para pagar y definir un precio. Hay hasta un buen trabajo al respecto del investigador español Alejandro Espejo Fernández, vamos a divertirnos un rato con estos O/T porque sino todo es dato duro y a Uds. tanto como a mí sé que esto les gusta.
Mato de Alvear por Sorolla.
Matías Errázuriz le hizo encargos varios a Sorolla por medio de Artal, un marchante de arte español, al que transmitió su deseo de que el pequeño “Mato” fuera retratado como “un trozo de pintura tradicional de casta velazqueña”. La obra, fechada en 1900, cuelga aún hoy en el MNAD y a pesar de no haber sido ser pagada al nivel que el artista pretendía le valió el premio mayor, léase Josefina de Alvear.
Joséfina de Alvear de Errázuriz por Sorolla, 1908
Artal le advirtió entonces a Sorolla que “hay que pintar embelleciéndola (…) que resulte una dama verdaderamente elegante (aunque haya que mentir un poco) porque este retrato en los salones de Errázuriz será un anzuelo poderoso para nuevos encargos”. Era un buen golpe de efecto para lograr nuevos encargos de la burguesía local dominada por su afición a lo francés. Artal escribirá en relación al retrato terminado de Josefina que “están todos locos de contento. Le aseguro que ha dado Vd. un golpe de muerte a los franceses."
También pintaría a la madre de Matías:
Pero como les conté algo siempre andaba mal a la hora de cobrar: “Le estoy echando muchas indirectas a Errázuriz, pero este es muy agarrado y no suelta prenda”. Para peor, Don Matías “es un tanto egoistón”, actitud acaso debida a “cierta mortificación de la vanidad, satisfecha hoy al poseer tres expléndidos (sic) retratos de Ud., vanidad que no desearía ver reproducida en nadie más de Buenos Aires”. Sorolla se quedaría con las ganas de llenar de retratos la ciudad, los Errázuriz serían de los pocos que encargarían.